Se hacía tarde y el sol ya se había ocultado entre los altos edificios. Esperaba sentada en una mesa a la orilla de la calle en la avenida nueve con un suéter sobre mí y el sube y baja de mi pierna derecha al son de un latido. No sabía si me encontraba nerviosa o asustada, había preparado en mi mente un sin fin de diálogos y preparé cada respuesta y cada expresión, pero aún así no me sentía lista del todo, no sabía ni siquiera el por qué estaba aquí; quizá muy dentro de mí los sentimientos hacían frente de quién quería demostrar ser. Yo sabía perfectamente que todo esto me afectaba, y aunque no quería mostrarlo, era casi imposible.
No pensé en contarle nada de esto a Nayeon ni a mi madre, seguramente me matarían si se enteraran que espero a Lids después de lo sucedido en Londres. Mi madre había agotado sus expectativas sobre ella; Nayeon la había descartado, ambas estaban molestas y a mí pareciera no importarme. Pero la verdad es que no es ese el caso. Si me importa lo que piensen y es por eso que me oculto.
El camarero se ofreció a otorgarme un café propio del local, y asentí aunque realmente no quería tomar nada. Lo caliente me hacía bien y la compañía de la taza disminuían mis sentimientos de soledad.
Olí de nuevo esa fragancia a frambuesa, tan penetrante que cerré mis ojos para resistir y no dejarme llevar. Lo reconocía y quería no recordarlo.
—Pensé que no volvería a verte. ;—dijo Lisa Manoban acercándose por detrás de mí y deslizando una mano sobre mi hombro.
Yo ciertamente no dije nada. No quería hacerlo. Tantas preguntas pero tanto silencio. Lo haces bien, Jennie no te preocupes.
Lisa se sentó en frente de mí y quiso dejar caer su mano sobre la mía. Pero la retracté y las adentré en mi chaqueta.
Lisa suspiró y tomó una fuerte bocanada de aire. No sabía cómo se sentía, no sabía que pensaba, y aunque me muero por saber, ella jamás pensó en mí en ningún momento.
—No te obligo a que hables. Estás en tu derecho de no hacerlo; sé que estás molesta y de que te hice mal pero solo quiero que me escuches, Jennie. —bajó su mirada. —Sólo eso.
¿Debería hablar? ¿Debería preguntar lo que tanto tormento me hace? Necesito pero no puedo. A tan solo un paso de dejar de ser una mujer estúpida, no voy a arruinarlo. Callaré y dejaré que se exprese. Me iré con sus argumentos y me propondré a olvidarla, nada más.
—Sí te mentí. —empezó a decir. —Te dije que iría a Londres a renovar la visita y no era cierto. Jamás te hablé de Ellie y perdóname en serio lo siento tanto, Jennie. —se tomó un momento, su respiración parecía agitada y eso me lastimaba. De nuevo me hacía daño sin ni siquiera quererlo.
Guardaba silencio.
—Todo fue de imprevisto. Jamás pensé suplantar a mi padre, jamás pensé conocerte. Sí, Ellie estuvo siempre en mi mente y aún así pasó todo. Nada iba bien.
—Tú necesitabas atención y yo necesitaba afecto, eso fue todo. —intervine.
—No lo fue.
Y nos miramos por un rato que pareció ser eterno.
—Mi intención nunca fue enamorarte. Ni enamorarme yo...
—Pero pasó, ¿y ahora qué Lisa? Ya no hay nada que hacer.
—Te amo, Jennie.
—Un te amo no hará que todo se solucione. No podemos estar juntas; vas a casarte y estar conmigo es infidelidad. Perdón no quiero apoyarte en esto, Lisa. —mi voz sonaba ronca.
—A Ellie la conozco desde hace mucho. Ha estado conmigo desde que éramos adolescentes y puedo jurarte que encajamos muy bien a pesar de que creas que...
—¿La amas? —pregunté firme.
—Jennie, no es ese el...
—¿La amas?
Y se quedó en silencio. Solo oía el pasar de los autos y sentía cómo el frío abrazaba mi cuello. La promesa de no hablar la había roto pero era lo que menos me importaba.
—Sí la amo. —respondió.
Y le sonreí a pesar de que por dentro estaba vuelta pedazos. Me levanté de la mesa y le ofrecí la taza de café.
—Perdón. En serio perdóname desde el alma. —le dije. —Te juro que mi corazón se vuelve muy pequeño, pero Lisa... así no funcionan las cosas. Lo siento
Y decidí marcharme pensando que haber dicho eso fue lo mejor que pude hacer en mi vida.
Y escuché que exclamó mi nombre mientras me marchaba, no quería voltear pero lo hice. Si volteé y la miré de nuevo. Y seguía sentada con el libro en sus manos. El libro que había empezado junto a mí, estaba en sus manos.
—Es para ti. El primer ejemplar es tuyo, Jennie. —y lo acercó a mis manos. —Mucha suerte en tu graduación. —y me sonrío.
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Dear Lover | Jenlisa
FanfictionJennie Kim nunca pensó que el amor de su vida estaría en la preparatoria, y jamás supuso que llegaría a ser la sustituta de Alexander. Dicen que todo es mejor cuando llega de forma inesperada y para Jennie eso era más que una simple frase. Lisa Mano...