3 | Regalos anónimos

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Quizá no me creerías si te digo que duré toda la noche pensando en mi suplente de literatura. Pensaba una y otra vez en sus ojos, y deseaba mucho que la fractura de Alex fuera lo suficientemente grave como para que Lisa se quedara por un tiempo en el instituto. Aunque eso al mismo tiempo me hacía sentir muy mal. A pesar de lo sangrón que fuera Alexander sería incapaz de desearle algo así a alguien.

Ese segundo día fue algo fuera de lo común porque me atreví a ser un poco más expresiva con Manoban, aunque ella no supiera que fuera yo. Seguramente se esperaba esas cosas de algún chico de la clase, aunque nunca lo demostró. Lo que pasó fue que quise dejarle un durazno en su escritorio con una nota que decía: «Para la más sexy profesora de literatura.»

Si soy sincera —muy sincera— no me creí capaz de esto en ningún momento. Todo sucedió anoche cuando llamé a Rosé alrededor de las dos de la madrugada y me incitó en hacerlo. Bueno está bien, yo tampoco me opuse demasiado porque me pareció buena idea a pesar de que jamás ideamos un plan B, en caso de que Manoban me descubriera poniendo el durazno o la nota; de igual modo no sucedió.

—Deberías hacerlo a diario. Quizá y así cuando te descubra sea muy tipo ¡Ay "Geny" Kim! ¿En serio me diste todas esas cosas? —a pesar de que no podía ver a Rosé, sabía perfectamente las muecas que hacía con su boca tratando de imitar a Manoban. Y sí, Lisa pronuncia mi nombre como "Geny". Yo solo reía desde el otro lado de la línea. —Siendo sincera Jennie, no sé si esa mujer te de besitos algún día. Digo, empezando por el hecho de que ni siquiera sabemos si le gustan las mujeres.

Ahí callé y pensé en que todo lo que decía era verdad.

—Además, ¡estás en la prepa! ¿Estaría bien si sales con una mujer que podría ser tu hermana mayor?

—Al menos mi hermana mayor y no mi madre.

—Bueno eso sí. —respondió. —Igual haz lo que te dije a ver si funciona.

-Lo haré Rosie, nos vemos mañana.

-Adiós cariño.

Y ambas colgamos aunque yo me quedara con el teléfono pegado a la oreja como si la llamada siguiera.

Lo que pasó después es que no solo hubo un durazno, hubo golosinas e incluso algunas rosas que recogía del jardín de la señora Billings aunque ella jamás se diera cuenta —y menos mal eso no sucedió—. Siempre dejaba esos regalos encima del escritorio de Lisa antes de que cualquier otra persona se diera cuenta, junto con la misma nota de siempre. Por suerte la suplencia de Lisa se extendió por algunos meses hasta que Alexander se sintiera totalmente bien y eso tomaría un tiempo porque aún necesita medicamentos y le recomendaron hacer ejercicios. Sé todo eso por Lisa. Si algo no he contado es que Lisa admitió ser sobrina de Alex, algo que no me cayó tan de sorpresa debido a que ambos son muy apasionados por la literatura y eso era mucha coincidencia. Además de que Lisa siempre decía cosas como: «Ha sido un día muy tedioso», «creo que estoy exhausta» o «hay mucho bullicio a mí alrededor», cosas que sólo Alexander solía decir. Creo que se ha notado lo tanto que he pensado en la profesora de literatura ésta semana.

Lisa nos ha mandado a leer el poema que Alex nos había encargado semanas atrás y la verdad es que morí de miedo cuando dijo que le encantaría escucharlos. No me tomé el tiempo para hacerlo, además pensé que con todo esto de una nueva profesora las viejas tareas quedarían olvidadas.

—Kim. —dijo Lisa. —Tu turno.

Yo en ese momento me paralicé aunque di por expresión una sonrisa sátira. Todas las miradas caían en mí debido a que me llamaban una y otra vez y no me levantaba de mi asiento. Rosie desde una esquina me daba una seña donde pasaba su índice por su cuello y luego reía. Maldición, me decía a mí misma.

—¿No lo harás? —preguntó.

—Sí, sí. —y ahí me acerqué a ella. La verdad estar muy cerca de Lisa me ponía el doble de nerviosa. Vi por el estrecho del ojo como la flor y la nota seguía en su escritorio. Quizá guardaba las notas y ponía la flor en un tarro con agua. O las botaba al salir. Me pregunté si sospechaba de alguien o si los demás se preguntaban por qué al entrar al salón siempre encontraban una nota con una flor o una fruta encima del escritorio de Lisa. Me pregunto si pasé por su mente en algún momento aunque no supiera si realmente ella ha estado con una mujer. Me pregunté también si Jisoo de verdad no sabía que me gustaban las mujeres y temía al mismo tiempo de que todo cambiara solo por eso; pasó de repente por mi mente cuando la vi escribiendo en su cuaderno y luego pasándole el arranque de su hoja a Jessica que estaba sentada detrás de ella. Me pregunto qué dirá esa nota y me pregunto también si todos de verdad esperan el poema que jamás hice, y me pregunto a mí misma por qué esperé estar aquí parada y no haber dicho desde mi asiento que no lo había escrito. Me pregunto qué estará pensando Lisa mientras me mira o lo que piensas cuando entras en un momento incómodo e imaginas como sería tu vida si nunca fueses llegado a ese instante.

En ese segundo respiré al oír la campana. Aunque Lisa no dejó que me fuera.

—Buen poema "Geny". —bufó Rosé al salir.

Lisa acomodaba sus cosas en el escritorio y vi como guardó la flor y la nota que le dejé en su cartera. Sonreí sin que se diera cuenta.

—Lo siento, Jennie. —empezó a decir. —Estaré aquí algunos meses, y aunque tenga un admirador secreto no conozco nada de éste instituto. ¿Te importaría?

Me sentí la mujer más afortunada al saber que Lisa me había elegido como su guía turística de la prepa aunque eso no fuera nada romántico ni nada divertido. Igual le dije que no me importaba.

—Me fuese gustado mucho oír tu poema. He notado que te gusta la literatura.

—Ajá.

—¿Te gusta?

—Ajá.

—La verdad creo que mi admirador es Chad.

—Ajá.

Me odio con toda mi maldita vida. Aunque el lado bueno de esa conversación fue que no sospecha de mí. Igual sigo odiándome por ser tan seca, pero no lo controlé. ¿Esto cuenta cómo pecado?

Lisa me contó que ha querido con ansias escribir su primer libro pero que aún no sabe qué tratar en él. La verdad cuando vi a Lisa por primera vez me imaginé a una señora muy madura o alguien muy ególatra con un léxico perfecto —aunque lo del léxico es cierto—, pero la realidad es que Lisa es solo un año mayor que yo aunque no lo parezca, y con algunos problemas de confianza hacia sí misma y hacia su talento como escritora, porque realmente los tiene.

Estando en la cafetería me leyó algunas de sus cortas redacciones y la verdad me parecen excelentes. Usaba palabras como «excéntrico» o «indómito» y es genial, aunque suenen extrañas o difíciles de encontrar en algún texto, sonaban muy bien.

También le confesé a Lisa que no había escrito ningún poema y por eso estaba muy nerviosa cuando me llamó para que lo leyera, ella dijo que lo notó porque ni siquiera llevaba algo para leerlo y ambas reímos.

—Podríamos escribir un libro juntas. —dijo mientras seguíamos riendo. —Tienes un lindo potencial.

—Estaría encantada de hacerlo.

Dear Lover | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora