20 | Querida amante.

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Me había resignado a celebrar mi graduación una noche antes, solo yo y una botella del vino que Lisa y yo tomamos aquella vez en el Crystal Center Rest. Y pude recordar cada palabra y cada sorbo que di en aquel lugar. Había alistado mi uniforme y mi discurso sobre la mesa, me sentía insegura y nerviosa; pensé, esa noche pensé como nunca antes en mi vida lo había hecho, lloré y me desahogué con mi reflejo en el espejo. Tan hermoso, tan pero tan hermoso, ¿Por qué no pudo seguir siendo así? La imaginé estando en la grada sonriéndome orgullosa de mí, pero nada de eso pasa, ni pasará, ni pasó. Estoy ebria y me siento ruidosa, como si hiciera algún escándalo, pero no hacía silencio.

Busqué mi bolso y saqué de él el libro que Lisa me había dado. Su libro. Quizá nuestro pero no encontré mi nombre en la portada. Como si fuese sido una noche lo llamó y me cautivó. No quería pasar mis ojos por sus párrafos, sabía que me sentaría y lo analizaría. Un impulso de sentirme identificada con la narrativa me frenaba. Lo lancé encima de mi cama y pasó lo que no esperé. Un sobre salió de una de sus páginas y se resbaló entre las mismas. Y de nuevo pensaba y pensaba, ¿Estaría bien sostenerla? ¿Estaría bien leerla? No quiero tener nada que ver con Lisa aunque sé perfectamente que no es eso lo que quiero.

La tomé y abrí el sobre. Dentro una carta con mi nombre:

"Querida amante; quise escribirte ésta carta para decirte que lo nuestro no podrá seguir pasando y lo siento si sueno tan dura con mis palabras, la verdad, es que no intento herirte. Soy incapaz de salvar tu corazón de nuevo aunque sé que te alegra saber que no lo romperé otra vez. Fue un hermoso año y de verdad adoro que hayas estado presente en él aunque lamento ese forcejeo de sentimientos que causé en ti.

Te contaré que tengo que partir a Londres nuevamente, sin embargo no quiero recordar el motivo; pero en el fondo sé que te alegras por mí... y en serio, yo lo estoy de ti, solo que no nacimos para estar juntas y esto ya lo hemos hablado.

Te he dejado un ejemplar sobre mis libros favoritos y espero que los leas todos. No te he podido dejar mucho aunque yo quisiera, de todas formas aspiro que haya sido un buen regalo de navidad. Te conozco y te encantará mientras por dentro te dices a ti misma que no los leerás... pero sí, lo harás.

Te pido de muchas ganas y de inmenso corazón que no pierdas el poema que escribí para ti. Recuerdo que dijiste que había sido lo mejor que te habían obsequiado, y créeme, es lo mejor que yo he regalado. Espero que esa hoja de papel sea un portal a las clases de literatura. Que necesitas saber que eres la chica más inteligente que conocí y que tienes mucho potencial para escribir. Recuerda tus anhelos de ser escritora (espero aparecer en uno de tus libros). Lo lograrás pronto.

Quiero finalizar diciendo que estoy muy orgullosa de ti y por lo que ahora has logrado; deseo en este momento que sientas lo mismo por mí.

De verdad ha sido un año maravilloso y lamento terminar con todo, pero debes entender que no todas las personas a quienes amamos son las indicadas, y que no todos los corazones tristes crearán malos recuerdos.

Te amo mucho Jennie, gracias por existir.

Lisa Manoban."

Fue imposible que no empapara mis ojos. Imposible que mi corazón no se haya vuelto pedazos a pesar de que buscara las palabras adecuadas para que eso no sucediera. Cada letra fue una cuchilla que se impactó contra mí al leerlas.

Se va a Londres de nuevo. Se casa. Pero para mí debería estar bien.

—Yo solo vine a dejarte mis ejemplares. —fueron sus palabras al posarse sobre la entrada de mi habitación con sus libros en mano.

Lisa sonreía pero no sabía si lo hacía por mí o para verse sutil. Pero me encantaba que confundiera mi mente. No sé cómo se apareció en frente de mí. Pensé en estar tan borracha que mi única reacción fue estar callada y dejar que mis lágrimas terminaran de caer, solo la miraba a los ojos y ella hacía lo mismo. Pero la vi de nuevo; sabía que no era producto de mi ebriedad.

—Te casas, Lisa.

No dijo nada por un rato. Su silencio me aturdía. Como si no hubiera otra arma más peligrosa que esa.

—Me caso, Jennie. —dijo al fin. —Te lo prometo, me iré pronto. Solo quería pasar y dejarte mis libros. —al mismo tiempo que los dejaba encima del mostrador.

—Pero no quiero que te vayas pronto.

—Lo siento tanto. Te lo juro me siento tan molesta conmigo misma. Perdón por hacerte daño, nunca quise...

—Solo cállate y bésame que es lo único que necesito.

—Jennie...

Y solté mi aliento de decepción. Empecé a llorar tan de repente que ni siquiera podía detenerme y me sentía avergonzada pero no me detenía. No sé cómo la habría hecho sentir. No sé por qué llorar se determinó como mi única acción. Ella estaba en frente de mí sin saber qué hacer. Se arrodilló y empujó el mechón de mi cabello hacia atrás y limpió mis ojos.

—Voy a pretender ser tu héroe solo por esta noche. —me dijo mientras mordía el lóbulo de mi oreja y bajaba de manera sutil por mi cuello.

Me ericé, y se sintió hermoso. Mi corazón latía muy rápido y sentí que la amaba aunque sabía que no hacía lo correcto, de igual manera no podía dejarme llevar, ¿cómo no dejarme llevar si se sentía increíble? Cerré mis ojos y di por acabada ésta batalla de sentimientos confusos dónde no sabía si seguir o detener todo y pensar en nuestros actos, pero Lisa Manoban seguía bajando besando mi torso. Sacó de mí la camisa y ambas nos recostamos en la cama sin dejar de acariciarnos cada parte de la cara.

Rozando nuestros cuerpos desnudos y el sentir de nuestras respiraciones agitadas. El entrelazar de nuestras piernas y un cerrar de ojos cuando el placer se hacía dueño de ambas. Sudando y besándonos sin despegar nuestros labios por un momento. Dejé llevarme tanto que me hice suya al instante.

Esa mañana no despertó a mi lado. Me había dado la noche más perfecta pero incompleta con su ausencia al despertar, aunque ya sabía a donde había ido. La imaginé camino a Londres rumbo a lo que sería el día más feliz de su vida. Y no la culpo, sé que ella ama a Ellie a pesar de todo, y aunque duela, me alegro tanto por ella.

Me levanté y estrujé mis ojos como si eso pudiera aliviar la resaca, y en el mostrador había dejado una última nota, supuse que para explicar su paradero aunque ya lo conocía perfectamente. Aunque me sentía feliz por ella, dentro de mí se encontraba un inmenso vacío, un vacío que se rellenaba con un simple «te amo» que proviniera de sus labios y otra noche como esta para completar lo demás. Pero ya eso no sucedería. Había pasado todo lo que tuvo que pasar desde un principio. Solo una noche.

Cogí la nota en el mostrador y detecté de manera inmediata su perfecta caligrafía y la pulcra ortografía que solo la profesora de literatura tendría. Y lo que supuse resultó ser verdad:

"Espero que estés contenta por mí aunque sea irónico. Quizá ya esté camino a Londres. Gracias por existir, querida amante. Que hoy sea el mejor día de tu vida también."

El regalo se encontraba en la silla enfrente del computador. Había forrado los libros con un hermoso papel de obsequio metálico como si fuese tenido todo el tiempo del mundo en la mañana. Adentro contenía una pequeña hoja que decía: «Léelos y recuerda nuestro poema.» Sonreí, porque sabía que ella la había escrito mientras sonreía también. La extrañaría más que a nadie en la vida, y la amé más que a nadie en la vida. Sus ojos serían el mejor recuerdo de todos y tan solo esperaba verla pronto. Recogí la nota y salí de la habitación.

Dear Lover | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora