Dejé la margarita en el escritorio con la misma nota de siempre, luego me senté y todos empezaron a entrar. Rosé me saludó y se sentó junto a Jason y me sentí mal por no contarle lo de aquella noche. Jisoo sonrió de manera sátira y se sentó. Me sentía sola realmente, creo que Lisa era quien me mantenía ocupada, y ahora la novela, sin embargo en clases ese sentimiento de soledad aumentaba porque Manoban no era mi amiga sino mi profesora de literatura. Rosé ya no era mi mejor amiga sino la novia de Jason, y Jisoo me hace sentir insegura cada vez más. He querido hablar con ella más no lo hecho, y no sé si lo haga.
Lisa entró y guardó la margarita en su bolso. Nos mandó a leer PD: Te amo de Nicholas Sparks nuevamente, y ahí supe que también era su escritor favorito. Ya el libro lo había leído por lo tanto releerlo se me hizo muy fácil. Leeríamos un capítulo por clases, pero mientras los demás iban por el segundo ya yo iba por la mitad de la obra. Me aburría fácil y al cansarme de leer no encontraba qué hacer. Miraba a Lisa y ella me devolvía la mirada; se había convertido en un juego y ambas nos reíamos hasta que se levantó de su asiento.
—Para fin de año posiblemente Alexander no esté.
El griterío de los chicos al festejar invadió el ambiente. Tuve que reírme aunque a Lisa no le demostraba mucha gracia. Es su padre recordé.
—Sin embargo hay que cumplir con una última tarea. Para la semana final traerán una historia de todo lo que les pasó durante éste último año en la prepa. Dirán si fue bueno, o malo, o qué aprendieron y a quienes se llevan en el corazón. —Lisa me guiñó el ojo y tuve que sonreír por ley. —Se pararán aquí y lo leerán en frente de todos. Será muy lindo y espero que cumplan.
Sonó el timbre y todos salieron disparados. Yo esperé a Lisa quien me regaló la margarita.
—Creo que te la mereces hoy.
—Gracias.
Un abrazo cálido acompañó el acto.
No pretendo decir que Lisa Manoban me está gustando cada día más, y que cada clase que da no puedo dejar de pensar en lo linda que es, pero en serio eso es lo que está pasando. Porque realmente es muy hermosa. Si tuviera un diario todo se basaría en ella no lo dudo. Amo que me haya convertido en alguien especial para ella, y lo sé porque me lo dijo.
Salimos hablando de la novela por razón obvia. Me invitó a comer y durante todo el viaje aportábamos más y más ideas. Si te soy sincera, en ese momento quería parar de hablar del libro y conocer más a fondo a Lisa, pero desde aquella vez en su casa metí mucho la pata y no me gustaría hacerlo de nuevo.
—¿Recuerdas que dijimos que en el capítulo dos del libro, la protagonista estaría en una cena romántica con su novio? —me preguntó.
—Sí recuerdo.
—He leído muchas veces que para escribir y hacer que el lector sienta, hay que vivirlo. Por eso te he traído aquí.
Se estacionó en frente de un restaurante con fachada de cristales ahumados y una alfombra que plasmaba un «bienvenidos». Crystal Center Rest. Se llamaba aquel lujoso local de comida francesa.
—¿Qué hacemos aquí, Lisa?
—Vinimos a una cena romántica. —respondió.
Yo no sabía cómo controlar mi sonrisa enamorada. Me dieron nervios por un momento pero pasaron enseguida. Me había traído a este hermoso lugar para que coma junto a ella de manera romántica y no sabía que cara poner. O si decir gracias o solo entrar y hacerme la dura. Jamás me había pasado algo así. Ni menor de manera imprevista.
El restaurante se llenaba de luces y árboles de carpintería sumamente hermosos que decoraban el ambiente. Manteles muy blancos y copas encima de ellos. Me avergoncé porque Lisa llevaba un vestido color coral por encima de las rodillas y se veía muy elegante; yo en cambio llevaba jeans y un suéter con el logo de la prepa estampado a un lado. La odiaba por eso pero la quería tanto al mismo tiempo. Sentía que las miradas de los clientes caían sobre mí y eso me hacía sentir incómoda aunque lo ignoraba por momentos.
—Señoritas. —dijo un mesero. —Por aquí si quieren tomar una mesa.
Lisa me golpeó con el codo.
—Ya ves. —dijo. —Somos señoritas.
Y yo reí aunque no había entendido el chiste.
Nos sentamos en aquella mesa y el mesero volteó las copas para servir un vino oscuro.
—Merci. —le dijo Lisa al hombre.
—De rien. —respondió él.
Yo mientras tanto sonreía. El hombre se marchó.
—No sabía que hablabas francés. Muy romántico. —le comenté mientras subía la copa para brindar.
—Por nosotras. Y por la novela —dijo mientras las chocó.
Mucha de la gente alrededor nos miraba pero eso no importaba porque tenía a una hermosa mujer al frente de mí, ¿Qué más podría interesarme? No dijimos nada durante varios minutos. Una batalla de compartir miradas y sonreír era lo que hacíamos durante ese instante.
—¿Qué me cuentas sobre ti? —dijo al fin mientras daba un sorbo del vino. Un vino sumamente fuerte de sabor pero que no podía dejar de beber.
Me quedé pensando la respuesta varios minutos. Mi mente estaba en blanco. Sólo quería saber sobre ella.
—No lo sé. —le respondí. —Quizá cuando me gradúe estudie psicología y…
—No, no, no. —me interrumpió. —¿Qué me cuentas sobre ti en el amor?
La pregunta cayó de imprevisto. No tuve que pensar la respuesta esta vez, porque simplemente no llevaba una. Sólo me encogí de hombros.
—Dudo que una chica tan linda como tú no tenga pretendientes.
Y aunque caí en una inmensa euforia por haberme llamado linda, surgió en mí hacerle la misma pregunta a ella.
—Sólo háblame de ti y tus pretendientes. —le pedí.
Dio otro sorbo del vino.
—Alguien deja flores o duraznos encima de mi escritorio todo los días con una nota diciendo que soy sexy ¿Eso cuenta?
—Puede ser.
Y ambas reímos.
Conocí a Lisa Manoban a tal punto de saber que sube la ceja izquierda cada vez que pronuncia mi nombre. O que cierra los ojos cada vez que da un sorbo de vino. He detallado cada movimiento de sus labios al hablar y saber que sube un extremo de su boca cuando algo le disgusta. A pesar de que no metí la pata preguntándole sobre su vida personal, supe que tenía una madre difícil y un padre con un doctorado en Harvard —aunque eso ya lo sabía—. Lisa solo ha tenido dos novias y ambas en su adolescencia.
—¿Y tú primer beso? —me indagó.
—No he pensado en darlo aunque quisiera.
—¿Por qué no?
—No quiero desperdiciarlo en alguien a quien años después voy a odiar.
—Buen punto. Aunque supongo ha sido difícil guardarte las ganas de dar uno.
—No mucho.
Noté que ya estaba un poco mareada y quise irme a casa. Subimos al carro y duramos varios minutos en frente del restaurante. Para entonces noté que ya oscurecía.
—Espero que esto sirva para la novela. —dije.
—Y si no, igual no me arrepiento.
La miré y ella hizo lo mismo.
—Estoy ebria. —decía mientras trataba de dejar mi cabeza quieta. Sentía que me resbalaba.
Ella volvió a reír.
—¿Te han dicho que eres hermosa?
—Ajá. —respondió.
No llevaba sentimiento de vergüenza alguno. Sentía que flotaba y que nada traía consecuencias. Quizá eso es lo que se sienta estar ebrio.
Después no sé qué pasó. Sus labios rosaron los míos y cerré mis ojos para saborearlos. No sé cuánto duró el beso, ni tampoco recuerdo haberme separado de ella. Solo recuerdo haberle dicho que era la más sexy profesora de literatura.
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Dear Lover | Jenlisa
FanficJennie Kim nunca pensó que el amor de su vida estaría en la preparatoria, y jamás supuso que llegaría a ser la sustituta de Alexander. Dicen que todo es mejor cuando llega de forma inesperada y para Jennie eso era más que una simple frase. Lisa Mano...