Capítulo 24

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Capítulo 24

-¡Jefe!- llama Raphael, el camarero se acerca- ¿Puede traer la cuenta?

El camarero asintió y fue al mostrador a sacar las cuentas.

-Esta tarde podríamos salir los cuatro juntos.- dijo Les.

-No podemos, tenemos que hacer algunas cosas- dijo Héctor mirándome.

¿Qué cosas tenemos que hacer? No creo que sea el rollo ese de los Dioses y su tribunal, porque no estoy demasiado preparada. Sé un poco de mitología, porque siempre me ha gustado, pero aun así sería capaz de arruinarlo todo y la verdad es que no tengo muchas ganas que unos Dioses me cojan manía.

-¿Qué cosas son esas si se pueden saber?- preguntó Raphael levantando la ceja y la sonrisa de medio lado como su primo.

-Cosas que no son de tu incumbencia- le respondió Les. Creo que le dio una patada, porque el mantel se movió un poco y su cara se endureció de inmediato. Yo solté unas risas y Leslie se unió a las mías. En efecto, la patada la había recibido, no era cosa mía.

-Aquí tienen.- dijo el camarero depositando una bandejita con un papel encima de la mesa.

Cuando vimos el precio el camarero se fue.

-Pago yo- dijo Héctor sacando su cartera.

-Eso ni hablar. Pagamos cada uno lo suyo.- digo de inmediato, no me gustan que me paguen, si es que no me han invitado y yo, poco a poco, lo haya asumido. Soy testaruda, lo sé, pero es como soy y siempre seré.

-Eso será si yo quiero- me mira desafiante Héctor.

-Lo mismo digo- entrecierro los ojos y le miro fijamente. Aun así sacó el teléfono móvil de mi mochila y calculo lo que nos cuesta. Cada uno hizo lo mismo, pusimos el dinero en la bandeja y como si lo supiera, el camarero volvió a recoger el dinero.

-Perdone, nos podría hacer una foto.-dijo Leslie

-¿A dos chicas como vosotras quien se resiste a sus peticiones?-ruedo los ojos.

-No, tenemos que salir los cuatro- dijo con un movimiento de dedo. Él asintió

Les le dio el móvil y este hizo la foto. Nos levantamos y Raphael cogió de a cintura a Leslie, se giró y fulminó con la mirada al camarero.

¡¿Cómo se puede ser tan cínico?! Les, no es así. Ella no se va con el primero que pase. Este chaval no lo entiende.

Tal vez deberías de mostrárselo.

Ya empezamos con la mente de mierda que tengo, solté un bufido, que por desgracia no pasó desapercibido.

-¿En qué piensas?

-Realmente no querrás saberlo.- le dije a Héctor

-Créeme, todo lo que venga de ti o tenga que ver contigo, me interesa. Me importa, más bien.

No pude evitar sonrojarme. Y el siempre con su sonrisa triunfal, que dan ganas de quitársela con un buen puñetazo.

-Vamos parejita, no queríais hacer vuestras cosas.- gritó Raphael en medio de la calle.

-A veces me dan ganas de estrangularlo- dijo con un murmuro malicioso.

-Menos mal, pensaba que solo yo lo pensaba- dije riendo, él se sorprendió supongo que no quería decirlo en voz alta.

-¿Cómo has oído lo que he dicho?- dijo más sorprendido si cabe. Me cogió de la mano y me arrastró hasta la calle.

-Porque lo has dicho. Héctor no eres perfecto-aún, de aquí poco iba a ser un Dios al igual que yo- recuerdas.

-No tiene gracia Dafne. Yo no he dicho nada- sus ojos se abrieron como platos parece que lo haya entendido- Ven, esto está empezando a preocuparme- me cogió de la mano, me llevó a arrastras hasta el coche de su primo.- Nosotros vamos andando, ya os llamaremos si luego salimos.

Y volvió a arrástrame calle arriba. ¿De qué va este tío?

-Para, Héctor, para- este en cambio aceleró el paso.- ¡Héctor, para!- grité y esta vez paró de golpe, tropecé con él.

Me fijé en su cara, estaba más blanca que de normal. Debe de ser grave, lo malo es que yo nunca podré saber la gravedad del problema si él no me lo explica.

-Dafne, tienes que ver a los Dioses ya. No tenemos tiempo.- se pasa la mano por el pelo desesperado, la otra me cogía muy fuerte de la mano.

-¿Pero, por qué? Lo único que quiero es que me expliques porque tengo que verlos ahora, cuando dijiste que aún faltaba tiempo.

-No, yo nunca dije eso. Nunca debí... Nunca lo debí hacer... Aaagh- gritó, la gente de la calle se giró a vernos.

-Héctor, vamos a sentarnos en algún sitió necesitas descansar. Lamento haberte despertado esta mañana.- le puse la mano que tenía libre en el hombro para relajarlo, pero su cuerpo se tensó. No tuve otro remedio que quitarla de inmediato.

-No, Dafne, no podemos. Te tengo que llevar ahora mismo. Cuando antes mejor. Y así te prepararan y todo volverá a la normalidad. Estas adquiriendo más capacidades de lo normal.

-Quieres decir que antes, yo te he leído la mente.- él asintió.

No comprendo nada, pero no entiendo porque le preocupa que yo tenga otro don. A mí me parece divertido. Ahora puedo ver visiones y leer la mente. ¿Quién no ha soñado con algo así?

Sin ningún motivo empecé a gritar, luego entendí porqué lo hacía. Los dolores empezaron otra vez. Eran fuertes y me provocaban nauseas. Héctor me cogió las manos, que las tenía apretando mi cabeza.

-Me duele la cabeza.- le grité

-Vamos, Dafne, corre- y volvió a arrastrarme hasta una casa que había cerca de allí. Empezó a aporrearla con fuerza y a gritar un nombre, pero para mí era inteligible.

El dolor es tan fuerte, que los sonidos no los puedo escuchar, me llevé la mano a la barriga. Esta vez el miedo me invadió, pero luego no sentí nada. Nada, solo un frío estremecimiento que me elevaba del suelo.


Una novata allí arriba (#Wattys2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora