♥Regaños♥(Extra)

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*Guillermo*

Las semanas pasaban y con ellas veía que mi vientre se ponía más redondito, lo que me alegraba, es la primera vez que lo puedo ver de esa forma, con los chicos mi panza se veía toda deforme por como se colocaba cada uno. La verdad se veía horrible.

Además de eso, mi cuñada con los primos de Samuel se fueron de vuelta a Burgos hace unos días, la verdad es que se quedaron casi un mes. Y eso nos alegró a todos, estuvimos hablando muchas cosas y también sufriendo por las locuras de Rubén y Mangel. Al menos noté a Alex más calmado. Ya cuando se fueron la paz volvió a reinar en esta casa. Bueno... En cierra parte, mis hijos se están convirtiendo en una especie de demonio supremo por decirlo así. No hay día en que no hagan alguna travesura y por culpa de ello termine castigandolos junto con Samuel. Pero que se les va a hacer... Son mis demonios y aunque causen algún desastre los quiero por igual.

-¡¡A papi Guille lo rellenaron como pago de navidad!!-. ¿¡¡Qué cojones!!?.

-¡¡Sí... Y papi Samu fue el culpable!!-. ¿Qué les pasa a estos niños?¿De donde sacaron esas palabras?

-¡¡Nico, Anais... Vengan aquí ahora!!-. Ven... Algo le pasó a mis hijos, ellos no eran así.

-¿Qué pasó papi?-. Anais se sentó junto a mi en el sofá y Nico hizo lo mismo pero al lado contrario.

Yo solamente los miraba con una sonrisa algo falsa para ocultar mi ira... Si no fueran mis hijos ya los tendría colgado de un árbol por andar hablando esas cosas a tan corta edad. Perdonenme por esta euforia que ando trayendo, pero mi excusa es el embarazo.

-Pasa es que alguien o ambos-. Los miré rápidamente.- Está hablando cosas de mayores-.

-Fue él-. Mi hija apuntó con su dedito a Nico sin expresión alguna en su cara, él la miró con el seño fruncido.

-Yo no se nada-. Habló Mi pequeño levantando las manos como si le estuvieran disparando.

-A ver... Y si ustedes dicen que no son ¿Entonces quién?-.

-Fue el enano-. Ok retiro lo dicho de que Alex estaba más calmado.- Me dijo que te soplaban el pituto y tu chillabas de alegría-. Madre mía...

-Niño por dios... No digas esas cosas o tendré que lavarte la boca con jabón-. Estoy rojo de vergüenza, quiero matar al depravado de Alex, como se le puede pasar por la cabeza esas cosas y lo peor...¡¡Se lo dice a mis hijos como si fuera apropiado!!.

-Perdón...-. bajó su cabeza.

-No es tu culpa hijo, solo es que alguien te corrompió tu mente sanita. Al menos no sabes lo que significa, aún-. Lo abracé para que no comenzara a llorar. Tengo que hablar sobre esto con Samuel, Alex tiene que tener su merecido.

-Papi... ¿El tío Alex es un idiota?-.

-¿Por qué lo dices hija?-.

-Es que El tito Rubén-. Así comenzó a llamarlo ella.- Decía que era un idiota que le faltaba polla-. ¿¡¡Qué puta mierda pasó en un solo mes!!?. Me corrompieron a mis hijos.

-Em... Bueno... Podríamos decir que lo de idiota es verdad, ya no sé si tiene alguna necesidad además. Pero no digas esa palabra con "P" nuevamente ¿Sí?-.

-¿Cuál...polla?-. Tapé su boca intentando de que no siguiera hablando más sobre eso.

Espero que el pequeño que aún está dentro de mí no haya escuchado tales palabras... Por lo menos que uno se quede sanito.

Escuché unas llaves que se introducían al cerrojo de la puerta. Samuel había estado afuera casi toda la mañana con Sami y ahora que ambos llegaron se me ocurrió la maravillosa idea de preguntarle al más pequeño de ellos si había aprendido algo de sus primos.

Uno en un millón (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora