Una fría noche de diciembre fue cuando nos vimos por primera vez y no éramos más que dos corazones que querían conocerce. Calle abajo fue donde cruzamos miradas, mostrándole al destino que cualquier pequeño encuentro no es una coincidencia.
Y ahora que regresaba de verte como lo hacía de costumbre. El cielo nocturno despejado de cualquier estrella y nube sólo mostraba la luna llena.
Las luces navideñas de las casas iluminaban cada rincón de la calle y de la ciudad, demostrando el espíritu navideño de las personas prosperando en sus espíritus.
Me gustaba ver este escenario, me hacía creer que todo el mal del mundo desaparecía por unos instantes.
Siempre mantenía esa sonrisa, recordando por siempre como decías que te gustaba mientras me dabas un tierno beso, seguido de un fuerte abrazo.
Reí como la primera vez que me dijiste que me querías, cerré mis ojos y los recuerdos de nosotros pasaron como fotografías en mi mente, uno tras otro. Las lágrimas se unieron a esa sonrisa, estaba feliz por esos buenos momentos que pasamos.
Y si tal vez no los volvería a vivir, me ayudaran a sobrellevar esos malos momentos.
Esa noche, una brisa de viento de lo más cálida recorrió mi cuello hasta tocar mis mejillas. Por un momento vi tu figura formada por el viento, logrando ver como movías los labios, no pude escuchar lo que dijiste, pero si sabía que me susurraste un último "te amo"
Pues ese será por siempre mi más grande deseo para navidad..., poder verte una vez más.
