.

4 2 0
                                    

La llama del encendedor tocaba la palma de mi mano, incluso podía oler el leve aroma a quemado, no me detuve, ni siquiera cuando escuché la puerta de mi cuarto abrirse, ni mucho menos cuando mi hermano me gritaba que dejara de hacerlo, no iba a detenerme hasta poder sentir algo, ya no me importaba que fuera, si fuera malo o bueno.

Entendía bien que me estuviera pidiendo una explicación, una razón de mis acciones, pero no se la pude dar, solo podía ver esa zona llena de ampollas, supongo que se dio por vencido al ver que yo sequía en mi trance, aunque pude escuchar la llamada que tuvo con uno de nuestros padres.

Cuando regreso a mi cuarto con el botiquín, me dijo que mis padres intentarían llegar antes del trabajo y que tendríamos una charla familiar, en el momento que termino de curar mi mano me dijo que intentara dormir sin embargo se me hizo imposible.

Fue más tarde que me di cuenta de que estaba nevando y sin darme cuenta ya estaba recostado en mi patio, observando las estrellas, tampoco me di cuenta en el momento que amaneció y mi cuerpo seguía en la misma posición, pero de lo sí me pude dar cuenta fueron de los gritos de mi hermano, pidiéndome que no me quedara dormido.

Sin embargo, ya estaba cansado, cansado de no poder sentir los labios de mi novia sobre los míos, no poder sentir los abrazos de mi madre o de mi hermano, incluso las estrechadas de mano de mi padre que odiaba tanto por su estúpida formalidad, pero, dios, extrañaba todo eso, sentir el tacto de otras personas incluso de propio tacto, así que, por primera vez, desde que comenzó este infierno, se me permitió dormir, soñar.

Escritos XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora