𝐯𝐢𝐢𝐢. 𝐮𝐲, 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐨𝐧, 𝐜𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐩𝐬𝐢𝐪𝐮𝐢𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐨

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¡CAPÍTULO OCHO!

【LA CASA DEL ECO】

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Después de todo el viaje en coche en silencio, Halley estaba deseando escuchar a alguien hablar. Y eso era mucho decir teniendo en cuenta que ella nunca callaba, pero la situación lo ameritaba. Nadie en el coche había abierto la boca hasta que todos habían bajado de este y se habían situado frente a la puerta del recinto.

Eichen House.

Era espeluznante y, a pesar de que su vida se había empeñado en demostrarle que no había nada imposible, Halley jamás pensó que se encontraría frente a las puertas de un manicomnio.

Aun a pesar de que el viaje habías sido en silencio, aun a pesar de que estaban a punto de despedirse por un largo tiempo, nadie dijo nada todavía. Tampoco había nada que decir, ya habían tenido una larga y tendida discusión al respecto.

Gracias al, por lo visto, permanente silencio que se había instalado entre ellos, escucharon perfectamente el motor de la moto de Scott aparcar junto a su coche para luego verlo bajar apresurado de la moto y acercarse a ellos.

—¿Por qué no me lo dijisteis?—inquirió ofendido.

—Porque queríamos evitar algo como esto—Noah suspiró.

—Solo serán setenta y dos horas—Stiles intentó tranquilizarlo.

—Sí, setenta y dos hora en un manicomnio lleno de locos como Barrow cuando tú no tienes ningún problema—Halley habló, utilizando el sarcasmo solo para cubrir la tristeza y el dolor que le provocaba el ver a su hermano tan tocado—. Uy, perdón, centro psiquiátrico.

—Halley tiene razón—Scott continuó—. ¿Te recuerdo que Barrow tenía un tumor en su interior lleno de moscas?—Scott se dirigió al sehriff—. Todavía no lo sabes todo.

—Sé lo suficiente. Nogitsunes, kitsunes, oni... O como quiera que se llamen.

—Vaya—Stiles se sorprendió, dejando a un lado la seriedad del asunto—. Es sorprendentemente correcto.

—¿Sabes que sería lo correcto?—Halley replicó—. Volver a casa y encontrar una forma de acabar con esto que no implique un psiquiátrico.

—Chicos, he visto una resonancia magnética que era exactamente igual a la de mi mujer—Noah les recordó, escondiendo el dolor en sus palabras—. Y tengo miedo. Mañana iré a Los Ángeles para hablar con un especialista.

—¿Por qué lo tres aquí?—Scott preguntó, incapaz de creer que alguien en su sano juicio, trajera a su hijo a un lugar como ese voluntariamente.

𝐒𝐔𝐑𝐕𝐈𝐕𝐄, ɪꜱᴀᴀᴄ ʟᴀʜᴇʏ  ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora