La verdad

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Pasado.
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Una chica de silueta esbelta, ojos bicolor y cabello plateado, caminaba lentamente con cierto aire melancólico a las orillas de un pequeño riachuelo, viendo como el agua corría sin parar en la pequeña corriente, deseando que esta pudiera llevarse su tristeza. Derrotada se dejó caer de rodillas con las manos en el rostro, tenía el aspecto de una joven de unos 16 talvez 17 años, pero en realidad era muchos años mayor que eso ¿El motivo de su tristeza?

Su misma raza.

Era una Diosa, su madre la suprema goberante de este clan, una deidad. Su propósito era simple, asesinar demonios. Criaturas viles, sin sentimientos, crueles, carentes de emoción alguna, o eso creían todos, hasta que ella vió en carne propia como un pequeño niño rogaba por piedad a un grupo de purificadores, trató de detenerlos, lo hizo. Pero aún así vió con horror los gritos desgarradores del pequeño llegaban a lo mas profundo de sus entrañas.

Ese era su trabajo, era para lo que vivía. Pero era solo un niño, que no había dañado a nadie, lo único de lo que era culpable era de pertenecer al clan de los demonios. Merecía una oportunidad.

-¿Que tenemos aquí?-su cuerpo se paralizó, poniendose en guardia, una burlona voz habló a su espalda, con temor se volteó y lo vió.

Con un conjunto blanco y su marca demoníaca cubriendo su frente, sentado sobre el arbol detrás de ella, mirándola con aire burlesco. Ella desconocía su identidad por lo que fue algo atrevida en su elección de palabras, muchas veces algunos demonios le gastaban bromas y esta no sería la primera vez.

-Dejame sola...-pidio sorbiendo su nariz, el río ligeramente.

-¿Dejarte sola? Pero acabo de llegar-dijo balanceando su pierna de la rama.

Resignada al hecho de que el chico no se iría, se sentó al lado del arroyo. El bajó silenciosamente, con oscuras intenciones, al verla con la guardia baja. Con su mano al aire dispuesto a propinarle el golpe final.

-Oye....-hablo ella sin mirarlo.

-¿Alguna vez te has arrepentido de asesinar a tus enemigos?- preguntó deteniendolo de su cometido, bajó la mano repentinamente interesado en la chica.

-¿Arrepentirme?-pregunto el, ella dió un respingo al verlo a su lado, asintió.

-Soy una Diosa....se supone que mi deber es asesinarlos.....sin dudar....pero yo no puedo evitar sentirme culpable cuando asesinan a alguien que no lo merece- dice ella viendo a la lejanía.

-¿A que te refieres?-pregunto el confundído sentado a su lado.

-Los arcángeles....ellos creen que tienen poder sobre todo, que son perfectos....pero la verdad es que...somos tan pecadores como ustedes...si nosotros merecemos una oportunidad ¿Por qué ustedes no?-susurro ella perdida en sus pensamientos.

-¿Eres una arcángel?-pregunta el y ella asintió lentamente.

-Mi madre....es la deidad....-admitio. Una sonrisa maliciosa se pintó en los labios del chico.

-¿Enserio? Entonces tu eres la pequeña princesa...¿Cual era tu nombre?-pregunto el acercándose mas a ella, que no pudo evitar fijarse en el atractivo rostro del chico, pero al mismo tiempo se sintió intimidada.

-Eli... Elizabeth-respondio y el sonrió abiertamente hacía ella.

-Tu cabeza es preciada entre nosotros ¿Sabías?....Matarte es como llevarse el premio mayor..- algo asustada, empezó a retroceder con sus manos y sus pies.

-Tu....tu...-

-¿Yo?..-Dijo divertido acercándose a gatas a ella que seguía retrocediendo.

-¿Quién eres tú?-preguntó la peliplata retrocediendo al tiempo que el seguía acercándose.

Tu sangre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora