Capítulo 3

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SOPHIE JONES

—¡Vamos, Reece! —lo sacudi mientras le gritaba. —¡Ya levántate!

—Déjame dormir un poco más, Soph... —murmuró. —Vamos, ven conmigo, acuestate que te abrazo.

—¡Reece, son las tres de la tarde!

—Es muy temprano. —se quejó.

—Eres un tronco, ¡ya levántate! ¡Vamos! —empecé a pegarle con las almohadas.

Habíamos dormido toda la noche y como en los viejos tiempos, nos dormimos muy tarde —por quedarnos hablando, escuchando música, cantando y jugando a algún que otro juego— y nos levantamos muy tarde también.

—Es que me estas haciendo madrugar, Soph...

—Escucha una cosa, me iré al baño y cuando regresé, quiero verte despierto, mejor que agarres tu teléfono para despertarte. —le ordené.

—Ya estoy despierto, tranquila. —me dijo sentándose en la cama.

Me levanté de la cama, salí de la habitación y me dirigí al baño que estaba en el pasillo.

Me inundó el aroma a galletas de limón recién horneadas, las favoritas de Reece y las mías,  además de ser la especialidad de Lyndsey.

Entré al baño e hice mis necesidades y al cabo de unos minutos salí, volviendo a la habitación. Cuando entré, me encontré con Reece dormido, otra vez.

—¡Reece! —grité. —¡Me dijiste que ya estabas despierto!

—Oh, lo siento, lo siento, —abrió sus ojos. —te juro que me levante, es que fue un segundo.

—Eres un caso increíble. —sonreí. —Tu madre esta horneando galletas de limón.

—Vamos, Soph. —se levantó de la cama —Eres un tronco, ya levántate. —bromeó.

Yo sólo le di un golpecito en el hombro.

—Será mejor que te portes lindo conmigo.

—Lo haré, pero primero debes dejar de hacerme madrugar.

Bajamos las escaleras y Betty, la buldog francesa de Reece se acercó a olfatearnos.

—Buen día, preciosa. —le dijo Reece mientras la alzaba encima de él.

—Oh, hola Betty. —le dije acariciando su cabecita.

Nos dirigimos a la cocina, donde Lyndsey estaba horneando las galletas.

—Buenas tardes, pequeños. —nos dijo Lyndsey mientras pasaba las galletas de la bandeja a un plato.

—Buenas tardes, ma. —le dijo Reece mientras se acercaba a darle un beso a su madre.

—Buenas tardes, Lynds. —me acerqué a saludarla.

—¿Cómo durmieron?

—Bien, cómodos. —dijo Reece — Soph es muy abrazable, y en un momento de la noche, se me tiro encima. —rio.

—¿En serio? —pregunté avergonzada. —Dios, que vergüenza.

—No es nada —sonrió. —¿Sabias que hablas dormida? Antes no lo hacías.

—Ay no —chille. —¿Qué cosas digo?

—Te sentaste en la cama y comenzaste a decirme: "Lo amo, lo amo, lo amo"

—¡Ay ya no me cuentes! Que vergüenza. —dije tapandome la cara con mis manos.

—No es nada —repitió. —¿Papá y Lexie?

Limonada para dos (Reece Bibby Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora