Un par de helados.

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Bien, aquí estamos — exclame con felicidad.

Sonreí al ver a Adonis sonriendo por lo bajo, se notaba que era un amante del helado.

Me miro con aquellos bellísimos ojos marros que tanto me gustaban.

Me pregunto si así serán los ojos de mi admirador — pensé y rápidamente, me negué a dejar estacando ese pensamiento en mi cabeza.

Ven, Alessia — dijo Adonis, tomando mi mano con delicadeza.

Un escalofrío recorrió mi ser, centenares de corrientes eléctricas viajaron a través de mi.

Me condujo hasta una mesa algo aislada de las demás; la vista era preciosa.

Bien — dijo mientras nos sentábamos — disculpa — dijo mientras movía mi silla para que me sentara.

Y yo que pensaba que los caballeros se habían extinto hace muchos años, llega Adonis LeBlanc a comprobar que la caballerosidad aún no muere — o bueno, no del todo —.

Le di una cálida sonrisa y él la respondió, achinando sus bonitos ojos color marrón.

Oye, ¿quién es el chico de las notas? — cuestionó.

Sentí mis mejillas arder ante su pregunta.

Un momento, ¿cómo sabe Adonis sobre el estúpido cobarde de las notas que no tiene los suficientes espermatozoides para decirme a la cara dos simples palabras: me gustas?

Cierto, una vez le pregunté a Adonis si había visto quien había dejado una de esas notas en mi casillero.

No lo sé — respondí finalmente — aún no lo sé.

Me miro — que triste.

Asentí.

Quiero saber quien es, de verdad quiero saber — dije decidida.

Se que pronto lo sabrás mientras — dijo — tomando uno de los menús que estaban sobre la mesa — comamos helado y seamos felices — exclamó con una gran sonrisa.

Me reí un poco de el.

Adonis era un niño cuando quería.

Ya sabes, dicen que si comes helado piensas mejor — añadió.

Me reí — te juro que jamás en mis años de vida, había escuchado algo así, te lo puedo jurar — dije.

Negó con la cabeza, haciendo un gesto de desaprobación — ya no se que pensar de ti, te escondes detrás de un libro, tomas café de a mares y no comes helado para pensar mejor, ¿qué clase de mujer eres? — preguntó divertido, mientras me veía como loca; no pude evitar reírme de su cara.

Suspire alzando los hombros — supongo que nunca sabrás que tipo de mujer soy, Adonis; muchos dicen que soy un misterio y prefiero mantenerlo así — guiñe el ojo.

Él sonrió — bien jugando, Higaldo, bien jugando.

Le sonreí mientras posaba una de mis manos en el pecho, en señal de agradecimiento — gracias, gracias, un placer.

Negó divertido — ahora bien, ¿qué pedirás?

Mire el menú, hacía mucho que no visitaba la heladería; últimamente la escuela y el equipo de danza no me dejaban mucho tiempo libre y menos cuando eran las temporadas en las que tenía que beberme por lo menos, tres tazas de café al día para mantenerme despierta.

Decide por mi — dije, él parecía un poco confundido — se ve que tienes un buen gusto así que, lo dejo en tus manos — y deje mi menú en la mesa mientras Adonis leía otra vez el suyo.

Mire el exterior de la heladería, teníamos un bonito jardín en frente de nosotros, lleno de rosas y flores muy bonitas.
Sonreí.

¿En qué piensas? — preguntó Adonis.

Lo mire — nada, solo veía lo bonito que es el jardín.

Él sonrió — si que lo es — dijo — cuando era más pequeño, mi padre y yo solíamos venir aquí todos los días pero con el tiempo, su trabajo le obligó a permanecer tiempo extra en la oficina y perdimos la costumbre — una sonrisa triste se plasmó en sus labios —, esta era nuestra mesa favorita, por eso te traje aquí.

Sonreí.

Me sentía importante, muy importante.

Eres una persona importante en mi vida Alessia, le brindas mucha alegría y me agrada mucho estar contigo — dijo, antes de salir a buscar los helados que había encargado.

Me dejo ahí sin nada que decir y creo que eso era todo lo que necesitaba.

Hay veces en la vida, en las que sólo necesitas saber lo importante que puedes llegar a ser para una persona y esos son algunos de los momentos que más debemos atesorar.

Hey tú, rómpeme el corazón. ©️| Terminada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora