12.

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Doy manotazos de forma indiscriminada a los setos mientras camino a lo largo de las casas repintadas en las que viven jóvenes profesionales con bebés limpios. De vez en cuando arranco hojas y las tiro a otros setos. Hay luces encendidas en la mayoría de las casas. Luces blancas y suaves de Ikea que iluminan suelos de madera y televisores enormes y cuencos llenos de fruta.

Alguien camina hacia mi.
Esta mirando el teléfono.
Es Gun.

Me paro. No sé qué hacer. Levanta la vista. Mi cuerpo deja de funcionar. No reacciona. Se ha quedado dormido. A menudo mi cuerpo deja de ser una herramienta útil para mi cerebro.

Camina hacia mi, despacio y sin ritmo, se mete el teléfono en el bolsillo de la chaqueta acolchada.

-Bien- dice.

No lo dice como una pregunta. Es una palabra vacía. Como lo siento y vale y adiós.

Una palabra que llena el espacio entre dos personas.
Saludo con la cabeza y me golpea.
Me doy cuenta a tiempo de que va a pegarme, así que me inclino hacia el puñetazo para reducir la posibilidad de que me haga daño. Es una de las cosas que he aprendido del libro de mi padre. Gracias, papá.

Me golpea en el ojo en que no me pego la otra vez. ¿Es un gesto considerado? No estoy seguro. Me tambaleo hacia atrás pero no me caigo. Mi cuerpo ha empezado a funcionar de nuevo. Mi cuerpo se da la vuelta y corre. Corre más allá de las ventanas iluminadas y de la tienda y de la peluquería abrazando la botella de plástico verde de la sidra. Gun me sigue. Sus pies golpean el suelo tan rápido que suenan como su granizada. Me coge del cuello de la ropa y paro. Me lo sacudí de encima. Lo miro.

-Espera -le digo-. Espera. No te metas conmigo. Te daré diez libras.
-No quiero diez libras -. Responde. Esta sin aliento-. Te voy a joder.
- ¿Me vas a dar por culo?
- Pero ¿qué mierda dices?
- Ah, ¿no?
-No.
Otra brecha de silencio se abre entre nosotros.
- ¿Quieres hablar con Dios? -le preguntó-. Vamos a verlo juntos. No tengo nada mejor que hacer.

Y le pego. Me sorprendo de mis manos. Muy bien, pienso. No es un puñetazo fuerte pero sin duda es un puñetazo. Gun no se ha movido y no parece lastimado, solo sorprendido y un poco enfadado.

-Deja de meterte conmigo- repito-. No te metas más conmigo.
-Me has pegado.
-Tu me has pegado primero.
-¿Y qué?
-Espera. Si dejo que me de un puñetazo en la cara, ¿podré irme? O me tumbo y me das patadas, es igual. Tú eliges.
-No.
- ¿Cómo que no?
Me tumbo en el suelo y me hago bola. Miro a la noche que he creado dentro de mis codos. Estoy seguro. Estoy seguro en el útero de mi madre, que ve Escape of the sun tumbada en el sofá tomando té de jengibre.
-Dame una patada. No importa. Beckham.
-No voy a darte ninguna patada. Levántate.
-No, me darás un puñetazo. Dame una patada. Donde quieras.
-Levántate, gilipollas.
-Dame una patada en la cabeza. Venga.
-Deja de hacer el imbécil.
-Dame una patada. Beckham. Dame por culo. Jódeme. Lo que quieras.
-No te voy a dar por culo. Cállate ya.
-Párteme la columna. Siéntate encima de mi. Sáltame encima. Arráncame la oreja de un bocado.
-Levántate ya,joder.
-¿Me darás un puñetazo si me levanto?
-Levántate y dame las diez libras.
-Vale.
Me levanto y le doy las diez libras. Me mira a los ojos. Lo miro a los ojos también. Su cara no da miedo como la de Lee Jooheon. Quizá por qué no me la imagino entre las piernas de Changkyun. ¿Y si se montaron un trío? Una orgía de drogas al estilo Familia Manson. Es broma. Su cara no da miedo porque se parece a Simba.

-Te las puedes quedar- me dice-. No las quiero.
No las cojo. Me doy la vuelta y camino hacia la casa. Camino despacio y cuento los pasos y tengo cuidado de no pisar las alcantarillas por qué Minhyuk dice que da mala suerte y no quiero tener más mala suerte o sí o no importa.

Lolito [ Hyungkyun - 2Won]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora