Ya desde una semana le han enviado regalos a MI LUNA. Tiene un admirador secreto y eso me pone tan celoso.
Aunque ella me vea como su mejor amigo nada más. Yo a ella la quiero y no como mi amiga, yo hace mucho tiempo la miro con ojos de amor.
Y desde que empezó esta persona a darle regalos yo me alejado de ella por miedo a lastimarla con mis palabras, pues suelo desquitarme con las personas que más quiero.
Ella ha tratado de acercarse otra vez a mí pero yo me alejo. Estoy enterado de que le envían regalos cada día es porque su hermano es mi mejor amigo. Él es como mi informante personal.
--Bro la profe dijo que si por favor le puedes buscar unos libros de Matemáticas que esta en el sótano de la escuela-dijo Gastón.
--¿Ahora? Es el descanso-me queje.
--Es la profesora Anita-dijo firmé.
---Ya voy-solté antes de salir volado al sótano. Lo menos que quiero es tener problemas con la profesora más estricta del colegio.
Al llegar al sótano, el cuál estaba muy pero muy sucio y con mucho polvo y tela araña.
Entre sin cerrar la puerta, lo bueno es que había un foco. Busque por los estantes con polvo los libro de matemáticas pero lo único que habían eran revistas y libros de biología, química, ciencias, pero nada de matemáticas.
El sonido de la puerta serrandoce se hizo presente, inmediatamente me giré encontrandome con mi chaparrita de ojos verdes mirándome sonriente.
--¿Vos qué haces aquí?-digo.
--¿Por qué mierda me ignoras?-preguntó acercándose a mí.
--No te lo puedo decir-digo desviando mi mirada a un lado de la pared del lado derecho.
--Nos conocemos desde que tenemos memoria y no eres capas de decirme lo que te pasa. ¿Es neta? ¿No hay suficiente confiansa para contarme lo que te sucede?.-
--Luna...-.
--Callate y dejame terminar-ordenó-¿Acaso hay otra Matteo?-me miro.
Estaba a sólo unos centímetros de mi boca. Prácticamente siento su alienado en mi mentón.
-¿Enserio piensas eso?-la miró confindido.
--Es lo único razonable o ¿hay otra razón?-me mira con el cello fruncido.
--Hay otra razón-.
-¿Cuál es?-pregunta.
Me quedó callado, pensado en sí decirle o no lo que siento por ella.
-No lo soporto. Odio que no me hables y me evites-dice para luego agarrar mi nuca con sus dos pequeñas manos.
No lo podía creer. Me estaba besando. Yo obviamente se lo seguí, no había porque pensarlo.
La agarre de la cintura y la alce para que pueda profundizar más el beso. Ella enredó sus piernas en mi cadera.
Nos separamos y unimos nuestras frentes.
--Te amo y odio ocultar lo que siento por ti-dice derepente.
-Yo también te amo hermosa-.
La beso nuevamente, quería sentirla como siempre quise.
--Gastón me ayudó. Los libros eran una escusa-dice al momento de separarnos.
--Hay que agradecerle a Gastón-digo y la vuelvo a besar.
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