¿Cómo Fue Que Nos Pasó?

Capítulo Ocho

Al terminar nuestro delicioso almuerzo, levanté los platos y los dejé en la cocina dispuesto a lavarlos, pero WooSeok lo impidió.

- Vete, yo lavo los platos - Gritó aproximándose velozmente a la cocina.
- No. Tú cocinaste, así que a mí me toca lavar. Además, te traje a casa para que tengas un lugar donde vivir y para que me hagas compañía, no para que seas mi empleado - Exclamé a la vez que intentaba sacarlo de la cocina, pero era tan alto que se me hizo imposible.
- Ya te he dicho que no, y para que sepas, a mí no me gusta hablar dos veces. Sube inmediatamente a la planta superior y ve a dormir un rato para que luego salgamos a jugar tenis, debido a que no es bueno ir luego del almuerzo sin reposar, ya que te puede provocar un calambre - Aseguró fingiendo estar molesto.
- Ya sé que te puede dar un calambre, se lo dices al experto en deportes - Añadí a tono de broma.
- Uy sí señor presumido, mejor podrías guardar silencio y subir a dormir un rato, ya que esta mañana estuvo un poco alocada - Agregó a la vez que intentaba contener una notoria risa.
- Okay, está bien. Escucha, en la noche yo haré la cena y lavaré los platos, ¿Hecho? - Ordené desanimado.
- Bueno - Respondió mi compañero.

Subí a la planta superior mientras WooSeok permanecía lavando los platos.
Quería dormir al menos una hora antes de irnos al campo de tenis, pero aún no lograba conseguir el sueño suficiente como para quedarme dormido, es así como decidí esperar a que mi joven acompañante subiera a la habitación.
Al cabo de algunos escasos minutos, el chico llegó hasta mi habitación y abrió delicadamente la puerta para no emitir demasiado ruido.
Al verme despierto, se sorprendió un poco, pero trató de disimularlo.

- ¿Qué haces despierto aún? Te dije que te durmieras - Susurró enfadado.
- No tengo sueño... Te estaba esperando, conversamos un rato, y quizás así pueda conseguir sueño - Añadí tímido.
- ¿Y qué quieres que haga? ¿Que te lea un cuento? ¿Que te cante canciones de cuna? Yo también quiero dormir, no me quedaré despierto por alguien como tú, que ni siquiera eres capaz de dormir sin tener a una persona cerca. Me das vergüenza, Adachi Yuto - Exclamó molesto.

Mi ojos se cristalizaron en tan sólo unos segundos. Me levanté de la cama mientras mis lágrimas comenzaban a deslizarse sobre mis mejillas. Jamás me habían dolido tanto unas palabras tan simples como aquellas.

- Hey, no, perdóname... No fue mi intención hacerte daño - Comentó arrepentido.
- No, da igual... Nunca debí confiar en que alguien como tú sería una linda persona... ¿Sabes? Prefiero no ir contigo al campo de tenis esta tarde. Puedes llevar a Kino, tu enamorado, o a Hui, él es un buen chico, y seguro aceptará tu invitación - Agregué con mis ojos inundados en lágrimas.
- Yuto, en verdad lo siento... Jamás quise que sufrieras... Te prometo que hablé sin siquiera pensar... Yo te quiero muchísimo, eres un chico muy amable, además de ser guapísimo - Mencionó a la vez que tomaba uno de mis brazos para impedir mi salida de la habitación.
- No... Ya no te creo - Susurré con el corazón dolido.
- Yuto... Por favor, perdóname... Yo nunca he tenido esa percepción tuya... Tú eres un chico muy lindo, amable y generoso... Eres la mejor persona que he conocido en muchos años... Hasta eres mejor que Kino - Aseguró.

Mi corazón comenzó a acelerarse considerablemente luego de aquellas lindas palabras de WooSeok. No podía negarlo, lo amaba tal como era, y por más que me hayan dolido sus anteriores palabras, no podía resistirme a su dulzura y su arrepentimiento. Además, nos estamos recién conociendo, ¿Para qué vamos a discutir por cosas tan mínimas? Prefería aprovechar cada instancia a su lado, porque nunca se sabe lo que puede pasar en algún futuro, y yo más que nadie soy el indicado para afirmar aquello.

- Bueno... Te voy a disculpar sólo porque tus palabras parecen ser sinceras... Pero me vuelves a tratar de esa manera y te vas inmediatamente de mi casa, ¿Entendido? - Manifesté en tono amenazante.
- Sí mi enanito... - Agregó tiernamente.
- Okay... Sólo falta una cosa. Tienes que prometerme que nunca más me dirás esas cosas, ya que mi corazón se destruye con cada palabra negativa que sale de tu boca - Informé aún un poco lastimado.
- Te lo prometo, Yuto... Por nuestra amistad - Afirmó.