La casa Guevara/Velázquez estaba anormalmente silenciosa. Con los dos adolescentes del hogar de vacaciones con sus respectivos familiares, el lugar les pertenecía enteramente a los adultos. Y aunque la tranquilidad y privacidad que proporcionaba está soledad era agradecida luego de un primer año de convivencia difícil para la nueva familia ensamblada, Diego y Francisco extrañaban cada vez más a sus hijos.
Por esta razón el Velázquez mayor se encontraba sentado en la sala observando ansiosamente la tablet que tenía entre sus manos. Frente a él, su prometido lo analizaba con la misma intensidad desde detrás de la computadora en la que estaba trabajando.
-si continuas así-dijo el Mexicano con diversión-la vas a romper.
-¿que?
-La tablet. Sí continúas sujetándola con tanta fuerza la vas a romper.
-mmm-el otro no respondió, pero sus manos aflojaron el agarre que tenía sobre el aparato.
-Ok, ¿me vas a decir que es lo que te pasa?
-Zoe no me contesta.
-Debe estar ocupada con su hermano. Se ven una vez al año, déjala. Cuando se desocupe te llamará.
-Puede ser, pero ella sabe que la iba a llamar a esta hora.
Francisco dejo la tablet junto a él y se pasó ambas manos por el cabello con cansancio antes de mirar al hombre sentado frente a él.
Diego podía notar que Francisco carecía de la alegría que solía tener cuando eran jóvenes, especialmente en esta época del año, cuando Zoe se iba con sus abuelos maternos. En los cinco años que transcurrieron desde su reencuentro, tres de ellos como novios y uno conviviendo, se notaba tristeza en los ojos del director técnico. Al principio lo relacionaba con la pronta muerte de su esposa y la desicion de su hijo de irse a vivir con sus abuelos solo un año después de tan terrible pérdida. Pero comenzaba a creer que había algo más de lo que no estaba enterado.
-¿Y vos en qué estás trabajando? Estuviste todo el día con la computadora.
-Estoy revisando el equipo. Necesitamos un nuevo enganche si queremos ganar el campeonato este año.
-¿ya? Pero si falta un mes para que comiencen las clases. Te estás preocupando demasiado.
-Y tú muy poco.
El director técnico puso los ojos en blanco, hay cosas que jamás cambian y sus desacuerdos eran una de ellas. Pero antes de que alguno tuviera la oportunidad de decir nada más, la tablet que había sido olvidada comenzó a sonar. Con una velocidad inesperada, Francisco contesto el vídeollamado.
-Hola, pa-saludo Zoe. Se la veía con un gorro de lana negro, que cubría su cabello rubio, y la nariz cómicamente roja.
-Zoe, ¿cómo estás?, ¿Por qué no respondías?-aunque la pregunta fue un reproche, la sonrisa del hombre era cálida.
-Estamos en el club, Gabo tiene un partido. Te llamo ahora que empezó el entretiempo.
-No sabía que jugaban hoy, ayer no me comentó nada, ¿cómo van?
-Sabes como es de reservado con el fútbol, pero van ganando-la sonrisa del adulto no se movió de su lugar, pero se tornó levemente triste-¿Diego?
-Aca está, saludalo-Francisco colocó la tablet en medio de la mesa, de modo que los enfocará a ambos.
-Hola-la chica agitó la mano frente a la pantalla. Aunque la mudanza la había tomando por sorpresa, se podía decir que tenían una buena relacion con ambos Guevara. Claro que no todo fue color de rosa al principio, pero había llegado a un acuerdo con el arreglo de vivienda.
-Hola Zoe-saludo el otro mayor-¿como la estás pasando?
-Re bien...-la voz de la rubia fue bruscamente interrumpida con una serie de exclamaciones. La chica miro algo a su derecha y sonrió, antes de volver la mirada a la lente-Estan pasando las mejores jugadas, miren.
La cámara fue movida bruscamente hacia una pantalla más grande. Aunque las imágenes estaban algo pixeladas se podía distinguir claramente a los jugadores.
Diego jamás había conocido al hijo de Francisco, pero lo reconocería en cualquier lado, primero porque había fotos de los mellizos Velázquez regadas por la casa, y segundo porque era igual a Francisco cuando eran estudiantes del iad. Pero en este momento lo que más sorprendía era verlo jugar.
Su mente comenzó a trabajar y de repente el campeonato ya no se veía tan imposible.-Ya está empezando el segundo tiempo, ¿hablamos mañana?
-Claro hija, mándale un beso a Gabo y decile que hablamos mañana, ¿si?
-Dale pa, chau-la pantalla se apagó y ambos hombres se miraron.
Francisco frunció las cejas al ver la sonrisa de Diego (la que apodaban sonrisa maniaca) estampada en su rostro.
-¿Estamos pensando en lo mismo?-pregunto el Mexicano emocionado.
-Depende, ¿estás pensando en que Zoe se veía medio engripada?
-¡No!- descartó con un gesto con la mano- encontramos al enganche que necesitábamos.
-¿Estamos buscando un enganche?
-Si.
-Bueno, ¿quien es?
-Pues, Gabo, tu hijo.
La cara de Francisco paso de asombro, a esperanza y finalmente a resignación tan rápido que si Diego no lo conociera tan bien lo habría pasado desapercibido.-No sé... Él tiene su vida allá, con sus abuelos. No me parece justo presionarlo para que venga.
-¿Presionarlo? No lo estás presionando, solo pregúntale, plantea la oferta de jugar para tu equipo y que él decida.
-Si...- la mirada del hombre se tornó distante, como si su mente estuviera en otro lugar, sus recuerdos probablemente. Pero esta distancia y poca convicción terminaron de convencer al Guevara mayor de que algo le estaba ocultando. De repente un pensamiento lo embargo, haciéndolo voltear rápidamente hacia su compañero.
-¿Tu no quieres que vuelva?- pregunto en un tono más bien curioso. Pero que bastó para encrispar de sobremanera a Francisco, quien lo miro con una fiereza casi exagerada. Para ser honesto, Diego no creía que su prometido fuera capaz de lanzar una mirada tan llena de odio e indignación, y eso que pasaron toda su adolescencia peleando.
-Claro que quiero que vuelva, es mi hijo y lo quiero conmigo, con nosotros para formar parte de esta familia.
-Entonces no pierdes nada preguntándole, estoy seguro que el también te extraña, después de todo eres su padre- exclamó con su seguridad característica- además, ¿no te parece que deberíamos conocernos mejor antes de la boda?
-Si- dijo para si mismo antes de levantar la vista para encontrarse con los ojos de Diego.- Sí, es hora de que Gabo vuelva a su hogar.
Después de mucho tiempo una sonrisa real y totalmente contenta se formó en los labios de Francisco y el director deportivo de los halcones dorados no pudo evitar sonreír también, al ver los vestigios del Francisco Velázquez de su juventud.
Gracias por haber leído y llegado hasta acá.
Este es un proyecto que estamos haciendo con mi prima y vamos a ir subiendo un nuevo capítulo cada jueves.
Para los impacientes déjenme decirles que la historia va a comenzar con una trama enteramente familiar y de a poco se va a tornar en lo que estoy segura estaban esperando de esta historia: puro GARENZO
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Él no es mi hermano
FanficFrancisco Velázquez tuvo dos hijos, Gabo y Zoe Velázquez. Pero después de la muerte de su esposa, un mal entendido hace que Gabo decida irse a vivir con sus abuelos. Hoy, ocho años después, Francisco se encuentra viviendo con su hija, su prometido D...