La miel de la más hermosa flor II.

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No me mal interpreten, para mí era esa flor silvestre tan delicada que parecía que si la tocabas se desmoronaría, tenía la necesidad de protegerla, de cuidarla, de no hacerle daño y mucho menos dejar que le hicieran daño

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No me mal interpreten, para mí era esa flor silvestre tan delicada que parecía que si la tocabas se desmoronaría, tenía la necesidad de protegerla, de cuidarla, de no hacerle daño y mucho menos dejar que le hicieran daño.

La siguiente tarde volví al parque a duras penas, ya que tenía aun en mi cabeza esas horribles imágenes, me asqueaba recordar, como siempre ella llego a la misma hora y se sentó donde mismo, él llegó y se sentó, la beso casi vomito pero no lo hice para que no sospecharan, ella se fue a la misma hora de siempre y el chico se quedó ahí sentado, decidí ir y hablar con él, después de un rato de charla le invito un trago en una taberna que quedaba a la vuelta de la esquina, acepto lo único que pude pensar en ese momento fue pobre iluso, no sabes lo que te espera.

Pasamos unas tres horas en la taberna bebiendo y jugando al póker, cuando ya estaba lo suficientemente ebrio decidí ofrecerme a llevarlo a casa y él acepto, estaba tan ebrio que ni cuenta se dio que no estábamos yendo a su casa, si no a la mía. Estando ya en casa lo lleve a la habitación más sola de la casa lo ate a una silla y le deje que pasará ahí sentado su ebriedad, en la mañana cuando despertó aún seguía un poco ebrio, pero ahora era capaz de pensar y darse cuenta que esa por obvias razones no era su casa, solo tome una silla y me senté al frente de él, recuerdo como se retorcía de dolor con tan sólo ver mis ojos llenos de ira, lo que él no sabía es que no era ira lo que reflejaban mis ojos si no dolor, al ver como tocaba de manera tan descuidada a esa flor tan delicada.

Ala misma hora de siempre volví al parque, debo admitir que vi su descontento en sus ojos cuando llego al lugar y ese idiota no estaba ahí, pero su rostro cambio al ver una pequeña nota que deje en el puesto donde el idiota se sentaba junto a ella.

"Oh mi pequeña flor silvestre, delicada y frágil, no dejare que nadie te haga daño, te lo aseguro, aunque para eso deba terminar con la vida de ese idiota que te quiere hacer daño, él no sabe cómo tratar a una flor tan hermosa como tú y te aseguro que yo si te puedo tratar y cuidar como tal, pero debes confiar en mí, eres esa flor que debe estar dentro de una caja de cristal, esa flor que sólo puede ser vista y no tocada. Yo me aseguraré de que estés a salvo en esa caja de cristal mi hermosa flor. Att: El cuidador de flores".

Esa tarde se fue mucho antes que todos esos días, ¿Qué le habrá pasado a mi flor?, ¿No le habrá gustado la hermosa carta que le escribí?, ¿Acaso quería ir y pensar en esas palabras?, solo sé que te vi correr y correr y no parar. Al día siguiente volví al parque y vi que esta vez no estabas ahí, ¿Qué le habrá pasado? En eso fue lo único que pensé, con curiosidad me acerqué al lugar donde se sentaba todos los días y ahí pude ver una hoja de papel que parecía una carta. "No sé quién demonios eres, pero te ruego que me dejes en paz, no quiero ser cuidada, quiero estar con el chico que crees que me hará daño, él es bueno para mí y tú no, así que si de verdad quieres protegerme entonces déjame que este con él "Oh mi pequeña esas palabras me dolieron hasta el fondo, no tienes ni idea de cuánto, al leer eso les aseguro que me volví loco, en ese momento me volví un ser desquiciado con sed de amor.

Volvía casa, fui a la cocina, tome un cuchillo y fui a la habitación donde estaba ese idiota, el intentaba gritar pero nadie lo escucharía, recuerdo como el cuchillo primero atravesó su brazo y luego se iba deslizando poco a poco hasta llegar a su mano, estando ahí decidí hacer que sufriera más, así que le corte los dedos, uno por cada beso que se dieron y que yo pude apreciar, siete dedos desaparecieron por arte de magia, el seguía gritando, llorando, luchando contra el dolor pero todo eso era en vano, admito que en ese momento me sentí más vivo que nunca, lo deje toda la noche ahí tirado, retorciéndose de dolor, eso se lo buco pensé.

En la mañana ya me tenía arto así que decidí tener un poco de piedad así que lo mate, un solo corte limpio por su tráquea y ya, todo era así de fácil.

En la tarde volví a la hora de siempre al parque de siempre, ella estaba ahí sentada con miedo en sus ojos, la pobre le temía a quien trataba de protegerla, esa tarde no me fui a casa cuando ella se fue, decidí seguirla, ver en donde habitaba, llegue hasta la puerta de su casa y decidí porque no conocer su casa por dentro así que tome una piedra y la lance contra una ventana y entre, recuerdo ese hermoso miedo que tenía en los ojos, amaba ese sentimiento. ¿Qué hice al estar dentro de su casa? Fácil, lance el cuerpo del chico a un lado de ella, mi flor no podía creer que realmente ese era el chico con el cual estaba saliendo, lo que le dije fue que por cada beso que se dieron al frente de mi le había cortado un dedo, ella empezó a llorar, yo le dije que se calmara que de ahora en adelante nadie le volvería a hacer daño y en ese momento ella no volvió a sentir más dolor.

¿Qué quieren que les diga? Pues sí, si yo la mate, no soy un asesino, los asesinos matan por rencor, yo mate por pasión, la mate para que nadie volviera a hacerle daño, yo no la odiaba yo la amaba y el amor nos hace cometer cosas locas por la persona a la cual amamos, si me quieren culpar o tratar de loco por el simple hecho de hacer que ella no volviera a sufrir, pues me declaro culpable de haber amado esos ojos miel y ese cabello que bailada con el viento. Yo mate por amor, no por odio, solo por amor y por eso no estoy loco simplemente estoy enamorado.

 Yo mate por amor, no por odio, solo por amor y por eso no estoy loco simplemente estoy enamorado

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