@fxck0pinions - Rehab

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¿Qué canción has elegido?

Rehab

-¿Quién es el artista original?

Amy Winehouse

-¿Qué personajes la cantan en Glee? ¿En qué capítulo?

Vocal Adrenaline, en el primer capítulo de la primera temporada, Pilot.

-¿Por qué has elegido esta canción para ganar?

Pienso que es una canción potente y con mucha materia para escribir sobre ella, porque es fácil y creo que tiene mucho potencial. A parte, es una de mis canciones favoritas últimamente, así que me es muy fácil escribir sobre ella.

-¿Cómo vas a hacer campaña para que te voten?

Bueno, estoy en muchos grupos de whatssap con gente de esta página, así que haré un poco de spam por los grupos, twitter, ask y tengo la suerte de que mis amigos tienen wattpad, así que a ellos también los molestaré :D

* * *

Cuatro paredes. Blancas. Grietas negras apenas visibles.

No se escucha ningún sonido exceptuando el tic tac del reloj que cuelga de la blanca aunque oscura pared de mi derecha. Me sujeto el estómago con las dos manos con fuerza, como si temiera a que saltara de mi tripa de los nervios que sufro. Aunque, no en el exterior. Trato con todas mis fuerzas mantener mi postura, fría y neutral cuando miro en frente, con la mirada inexpresiva. Mi respiración es regular, no como los constantes bombardeos que sufre mi pecho.

Está vestido de negro, mirándome a los ojos sin miedo. Yo no aparto la mirada. Neutral. Siempre neutral. No ha hablado desde que he llegado, simplemente mantiene su cuerpo inclinado ligeramente hacia delante, apoyando sus codos sobre la mesa de madera oscura, con los dedos unidos rozando sus labios levemente. Me muerdo la mejilla y arqueo una ceja.

-¿Por qué crees que estás aquí?

Su voz suena tan potente en comparación con las agujas del reloj que me cuesta no saltar en mi silla del susto. Potencia. Rebota con fuerza sobre las cuatro paredes hasta llegar a mis oídos, y tardan en acostumbrarse a su voz. La registran y la identifican como un teléfono móvil guarda un nuevo contacto. Por mucho que intente evitarlo, siempre es igual.

"¡Sueltala! ¿No ves que te estás haciendo daño?"

Miré hacia mis manos, que sujetaban con fuerza la botella de cristal medio vacía. Parpadeé y subí la mirada hacia mi padre, cuya expresión de preocupación estaba tan clavada en mí y en mis manos que me asustaron. Sacudí la cabeza y mi visión se nubló por unos segundos, me inestabilicé. Unas manos fuertes me sujetaron para evitar que me cayera, pero yo no podía dejar de sujetar la botella con una mano, y mi estómago con la otra. Segundos más tarde, las lágrimas se apoderaron de mis mejillas una vez más.

-No tengo ni idea -digo, sin apartar la mirada de sus analíticos ojos. Desgraciadamente, mi voz no suena tan potente como la suya.

Cierro los ojos, y trato de aniquilar las imágenes que surgen en mi mente, reproduciéndose una y otra vez. Hirientes. Destructivas. Me muerdo la lengua para no romper a llorar de nuevo. No delante de él.

Me derrumbé y mis rodillas chocaron con fuerza contra suelo. No sentí el dolor. Eso era lo mejor de todo. Una vez agarraba la botella entre mis manos, todo el dolor y el sufrimiento que padecía, se quemaba como mi garganta con el paso del líquido.

"Voy a llevarte a rehabilitación"

No podía dejar de llorar.

"No, no, no. Mi bebé. No quiero, por favor, no"

Trago saliva.

-Voy a... voy a perder a mi bebé. Por eso siempre tengo una botella cerca -digo por fin, encogiéndome de hombros y mirando al hombre que me ha sometido a este pequeño interrogatorio que hace que todo lo que había enterrado bajo los cimientos de mi pasividad, salgan de nuevo a probar la luz.

Rompe su mirada con la mía y con brusquedad, separa las manos y se apoya en su silla de cuero, nada comparada con la silla de plástico en la que yo estoy sentada, clavándome la fría y dura superficie en los riñones.

Vuelve a mirarme a los ojos.

-Yo creo que estás deprimida.

No lo niego. Tampoco lo admito. Simplemente le miro con la misma pasividad de siempre, escondiendo mis sentimientos y expresiones del exterior como siempre lo he hecho, con todo el mundo a mi alrededor, hundiéndome así en mi propia miseria y desgracia.

Sujeto con más fuerza mi estómago. La vida y la calurosa sensación que antes viajaba por las yemas de mis dedos cada vez que acariciaba mi vientre ya no está, ha desaparecido como la vida en mis ojos, en mi mirada. Bajo la mirada y veo mi mano huesuda y blanca buscando desesperadamente la sensación que antes de daba tanta alegría, y hacía que todo lo que antes me hacía derrumbarme, me reconstruía de nuevo.

Tal vez tiene razón, y estoy deprimida. Me obligo a mí misma a apartar la mano y a dejar que cuelgue a mi lado.

-Su marido, el señor Hathaway, ha dejado aquí su expediente médico.

Ray.

Continúa hablando, pero su voz se amortigua de nuevo en mis pensamientos.

Arrepentimiento. Ese es uno de los principales pesos que no me deja respirar. Mi garganta se atasca y reprimo una tos.

Todo lo que habíamos construido, todo lo que habíamos soñado, compartido y vivido, lo he destruido todo con mi egoísmo y mi ceguera, mi completa incompetencia sobre la vida y mis grandes dotes para arruinarlo todo con tan solo un simple movimiento de muñeca. Y eso es lo que más me duele. Le quiero, y lo único que he conseguido es estropearlo todo con mis impulsos descuidados y egoístas.

No quiero volver a beber. No quiero volver a estropear todo por lo que he luchado. No quiero volver a matar vidas inocentes que ni siquiera han visto la luz del sol. No quiero volver a pasar por esto, no quiero estar en este lugar, hablando con este hombre que promete mucho pero que nunca consiguen nada. Mi orgullo, mi futuro, mi vida, todo aquello por lo que más me preocupaba hace ta solo unas cortas semanas, ya no están, y todo por culpa de cuatro vasos de cristal contra el suelo y más de dos cajas de botellas, ingeridas en una semana, sin compañía, y sin razón aparente.

Y, sin poder evitarlo, rompo a llorar y como acto reflejo, me coloco una mano en el vientre, de nuevo. La sensación fría y sin vida me recorre por las venas y me dan otra patada al corazón.

Estoy a punto de decir todo lo que pasa por mi mente para tratar de que ese hombre que viste de negro tan sofisticadamente intente ayudarme en algo que ya no tiene arreglo, pero alza un dedo y me calienta con una de las sonrisas más sinceras y cálidas que me habían dedicado en este último periodo de mi vida.

-Vamos a ayudarte, Amy. Te lo prometo.

El Proyecto Glee [Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora