Gleestory 9: Maybe this time

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Esta es la novena Gleestory, que desarrolla la canción número 17, "Maybe this time", original de Liza Minnelli y cantada por April y Rachel en Glee.

Aquí adjunto la historia escrita por @fxck0pinions inspirada en esta canción.

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Sólo hay una cosa que siempre he querido, pero que parece que se escapa de mis manos cada vez que estoy más cerca: ser feliz. Y, además de ser un deseo, también es un secreto. Por fuera, todos mis pocos amigos piensan que yo soy feliz, que vivo la vida y que la opinión del resto me es indiferente. Bueno, se puede decir que soy una buena actriz si nadie se ha dado cuenta de que no lo soy en absoluto.

Me miro al espejo una última vez. Tengo ojeras bajo los ojos, no demasiado oscuras, pero sí presentes, a causa de la mala noche que he pasado. Supongo que estoy nerviosa, es la única explicación que tengo para definir las cosquillas que hacen que quiera vomitar en el vientre. El primer día nunca me ha gustado, y mucho menos en un lugar que apenas conozco. Mejor dicho, que no conozco de nada. 

El abuso en la escuela que recibo casi todos los días no ayuda a centrarme en mi objetivo. Cada día tengo menos ganas de vivir, aunque sí ganas de demostrar que no siempre soy una perdedora.. No me gusta serlo, ¿a quién sí? Además, es sólo uno de esos motes que la gente me ha puesto en mi antíguio colegio, entre muchos otros. No he hecho nada malo para merecer ésto, aunque en algún lado leí que "a alguien le tenía que tocar". Supongo que me ha tocado a mí.

Gracias a mis no siempre amorosos padres, este año tengo la gran oportunidad de empezar de cero, de ser una chica nueva, de hacerme ver, de no ser siempre la secundona, de destacar. Un nuevo curso en una nueva escuela.

Suspiro, igual esos pensamientos tan optimistas lo son demasiado, y sólo estoy siendo demasiado ilusa, como siempre. Porque, auque siempre lo he pasado muy mal en cualquier ámbito social, siempre he sido ilusa y siempre me he imaginado cosas que jamás pasarán. Una imaginación desbordante. Mi psicólogo no se cansa en repetirmelo.

Cuando me dijeron que tenía que usar uniforme me imaginé un traje sin color y que sólo le quitaría lo poco femenino que mi cuerpo tiene de naturaleza, aunque, cuando llegó por correo hace apenas dos semanas, me sorprendí de una manera positiva, algo que no había hecho por lo menos en unos cuantos años. Me lo puse enseguida, y las esperanzas de que igual ésta vez podía lograr algo volvieron a tirar de la comisura de mis labios.

Sólo hace falta que mi padre me llame una vez para que salga disparada de la habitación y que corra hasta el coche. Mi padre sólo se ríe ante mi comportamiento completamente nervioso y se ata el cinturón sin más comentarios.

A medida que vamos avanzando hasta la escuela, las ganas de bajarme del coche empiezan a brotar, y cada vez se hacen más fuertes. Mi mente me grita que me baje, que regrese a mi antígua escuela y que pase de todos los insultos y malas miradas que me persiguen cada vez que atravieso el pasillo para cambiar de clase, que no huya como una cobarde. Pero mi cuerpo no reacciona y se queda exactamente donde está. Y yo, que estoy en medio de la discusión, estoy más a favor de las ideas de mi cuerpo. Prefiero ser una cobarde a tener que aguantar todo lo que me hacen por ser diferente a lo que ellos quieren.

Mi padre me besa la frente y sale del aparcamiento sin dirigirme más miradas. Doy una profunda bocanada de aire y me doy la vuelta para encontrarme a un gran edificio de piedra bañado en la cálida luz del sol. Sujeto las correas de mi mochila y con una mirada curiosa, voy avanzando hasta acercarme más y más al edificio. Los adolescentes que esperan a que suene el timbre están esparcidos por el verdísimo cesped que rodea el edificio, aunque algunos ya se apresurana a entrar y a ver en qué clase les ha tocado éste curso. Yo les sigo. y los pasillos dentro del luminoso espacio está también repleto de personas que ríen y tienen conversaciones agitadas. No me doy cuenta de que estoy sonriendo todo el tiempo hasta que veo mi reflejo en el vidrio de una de las puertas de las aulas. No me molesta. Mi mirada se posa en cada detalle, en el techo, en las paredes llenas de murales coloreadas con colores vivos, en la gente, que es alta y alegre.

Mi concentración se corta cuando me choco con algo no demasiaod duro. Profiro un pequeño grito de sorpresa y me froto la frente por el golpe.

-Wow, ¿estás bien? -escucho una voz masculina decir con preocupación.

Levanto la mirada y me encuentro a dos grandes ojos verdes mirándome.

Sacudo la cabeza.

-Sí, no te preocupes -sonrío.

Él me devuelve la sonrisa y se acomoda la mochila en su espalda.

-Me alegro de haber chocado contigo -dice con una última sonrisa, y pasa a mi lado, dejándome sola con su aroma.

Sonrío.

Y, ¿quién sabe? Igual esta vez también puedo tener suerte en el amor.

El Proyecto Glee [Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora