Capítulo 3

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Allison

No quiero que te sientas como que tienes que ir a esta fogata —me

dijo Cooper cuando regresamos a su camión. En este punto, me habría ido a cualquier lado con él.

—Tu amigo dijo que era tradición. —Me encogí de hombros—. Y las tradiciones no deben ser rotas. —Me sentía nerviosa, pero en conflicto. Era tranquilo estar con Cooper. Él se giró hacia mí mientras nos acercábamos al semáforo y estudió mi rostro por un momento.

—No nos quedaremos mucho tiempo, lo prometo —me dijo tranquilamente, luciendo como que estaba perdido en un pensamiento diferente. Le sonreí. El aire se había vuelto frío con el sol poniente, y froté mis brazos para calentarme.

Cooper estacionó y se giró para buscar algo detrás del asiento. Un minuto después, sostenía una sudadera para mí.

—Gracias —dije, tomándola de él. Estaba agradecida que en la oscuridad, no podía ver el rubor de mis mejillas.

—Hey —dijo Cooper, alcanzando a través del asiento y tomando mi mano en la suya—. No estés nerviosa —dijo mientras apretaba mis dedos—. No me iré de tu lado. —Sonreí débilmente ante su consuelo. Giró para enfrentarme, su expresión, un cruce entre serio y nervioso.

—¿Estás bien? —pregunté, cubriendo su mano con mi mano libre. Él asintió lentamente pero no habló por lo que pareció como un minuto entero. Mi corazón y cabeza fueron a sobre marcha, tratando de procesar lo que podía posiblemente estar pensando.

—Me estás poniendo nerviosa —espeté finalmente.

—Esa no es mi intención —dijo—. Sólo estaba pensando cuán surrealista es todo esto. —Él se desplazó y estaba ahora literalmente sentado al borde de su asiento—. Quiero decir, cuando te vi por primera vez en la playa, mi primer pensamiento fue que linda eras. —Tuve que mirar abajo mientras dijo eso—. Y entonces mientras más te veía, más tenía que conocerte. Eran pequeñas cosas como, cómo te sientas en la sombra en la playa o la manera que sostienes tu botella de agua y tratas de balancear tu libro. —Su voz cayó—. Luego cuando finalmente me hablaste, supe que sólo necesitaba más, y entonces esta noche… —Vuelvo a mirar hacia él mientras su voz se apaga.

—Está noche fue surrealista —ofrecí. Cooper dejó salir una corta risa.

—Por decir lo menos. —Su mano libre se movió a mi rostro, y mi visión se hizo borrosa. Los pulgares de Cooper trazaron mi mejilla, y mi aliento se atrapó en mi garganta—. No sé tú, pero nunca he estado tan cómodo con otra persona, y mucho menos en una primera cita. —Su mano era cálida sobre mi piel, y traté de regular la velocidad de mi corazón así podría hablar.

—Sé lo que quieres decir —dije lentamente. No que tuviera mucha experiencia saliendo, pero sabía que nunca he tenido tanta diversión con nadie antes o sentirme tan cómoda. Se sentía increíblemente natural. Quería decirle esto, pero al contrario, todo lo que salió de mi boca fue—: Natural.

—Exactamente —estuvo de acuerdo, moviéndose más cerca. Podía casi sentir sus labios sobre los míos. Nunca he deseado nada más.

De repente, la camioneta comenzó a sacudirse, y ambos saltamos.

Terremoto, fue mi primer pensamiento. No entendí que el sacudir estaba vinculado con gritos fuertes fuera de la cabina. Una pareja de chicos estaba golpeando la camioneta atrás y adelante y gritando el nombre de Cooper. No se dieron cuenta de que había alguien más dentro de la camioneta con él hasta que mi espalda se presionó contra la ventana del lado del pasajero.

Cooper suspiró.

—Lo siento por ellos —dijo, sonando frustrado y un poco avergonzado—. No tenemos que hacer esto —agregó, casi con ilusión. Asintió hacia la playa, y miré sobre su hombro. Estaba sorprendida de ver cuarenta o cincuenta personas alrededor de un fuego enorme.

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