Cooper
La última cosa que Allison dijo fue mi nombre. Parecía como si quisiera decir algo más, pero luego esos estúpidos medicamentos la llevaron directamente a la tierra de los sueños. Al menos parecía tranquila y relajada. Besé sus labios suaves por última vez antes de que se pusiera en marcha. Ahora tengo que sentarme aquí por quién sabe cuánto tiempo, rezando y esperando escuchar el final de su sentencia. Sólo para que pueda verla por última vez, aunque sea para decirme que fuera a patear rocas y la dejara sola. Al menos, si me está diciendo que me pierda, eso significa que lo hizo, que logró atravesar todo y está viva.
Pensé en lo frágil que se sentía bajo mi tacto. ¿Es realmente lo suficientemente fuerte como para atravesar una cirugía complicada?
No, Cooper. No se puede pensar de esa manera, me dice mi cerebro. Cierro los ojos y me deslizo hacia abajo en la silla, apoyando la cabeza en mis manos y los codos sobre las rodillas. Esto no puede ser real. Estoy teniendo una pesadilla, y cuando me despierte, Ali estará bien. Tal vez me quedé dormido en la playa y todavía estamos en San Diego, en la orilla del agua, el sol caliente que cubre nuestros cuerpos y las olas frías deslizándose por la arena a nuestros pies.
—Me voy a la cafetería. ¿Quieres un café? —Miro hacia arriba, y Trudy me está hablando. Espero no estar soñando con Trudy ahora. Ella sacude mi hombro, y me doy cuenta que estoy sólo mirándola-despierto-no soñando.
—Uh, no, gracias —le digo mientras trato de concentrarme en el aquí y ahora.
Se encoge de hombros y toma una respiración profunda.
—Tienes que pensar en positivo, Ryan. Ali va a salir adelante. Sólo sé que lo hará. —Quiero reír y llorar. No he dormido en casi dos días, y creo que estoy empezando a perder contacto con la realidad.
—¿Sabes qué, tienes razón. —Me pongo de pie, y los ojos de Trudy se amplían por mi repentino movimiento—. El café sería bueno también. —Trato de sonreír, pero estoy seguro de que parece una mueca. Saco mi billetera y coloco en su mano el dinero y luego vuelvo a sentarme. Miro mi reloj para ver cuánto tiempo han tenido a Ali allá, parece que hubieran sido horas. Estoy sorprendido de ver que sólo ha sido alrededor de veinte minutos. El Sr. Starr está sentado unas cuantas sillas después de mí, con la cabeza inclinada en silenciosa oración.
Me gustaría poder pensar en algo que decirle, a los dos, para hacer esto más fácil. Nada se puede decir para que esto fuera menos difícil para nosotros. Puse mi cabeza en mis manos y dejé que mis ojos se cerraran. No es que sea capaz de dormir, no hasta que sepa que ella esté bien, mis ojos están tan pesados. Puedo tomar algunas respiraciones lentas y profundas y sé que si no estuviera tan preocupado, podría conciliar el sueño en cuestión de minutos. Puedo oír a alguien caminando hacia mí y miro hacia arriba, esperando a Trudy con mi café.
Se trata de una enfermera vestida toda de azul del quirófano, y se ve alterada. El Sr. Starr y yo saltamos a nuestros pies con sincronización, pensando lo mismo, esto no puede ser una buena noticia. La enfermera mira hacia atrás y adelante entre ambos lados de nosotros luego su mirada recae en mí.
—Cooper —dice ella, sonando frustrada. Su cabello castaño está recogido cuidadosamente en un gorro quirúrgico, y una tarjeta de identificación recortada en el dobladillo de la parte superior, que tiene su foto y el nombre impreso en el plástico, Laura.
—Sí —murmuro.
Ella mueve su mano en un movimiento para que la siga y da un paso.
—Allison, no vamos a empezar con ella hasta que pueda hablar con usted —dice Laura lo suficientemente fuerte como para que Robert pudiera escuchar—. Ella está agitada y molesta, así que tal vez usted pueda ayudar a calmarla. —Asiento con la cabeza y la seguí hasta puerta con la etiqueta Restringido—. Necesito que vengas aquí primero. —Nos paramos delante de una puerta que conduce a una sala llena de lavaderos de acero inoxidable.
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