Robert
Dos años después…
Hace veinte años atrás tuve que hacer lo inimaginable, enterrar a la mujer que amaba. A pesar de que el dolor era casi insoportable, nunca supe que iba a sufrir algo incluso más inaguantable, ver a mi única hija padecer la misma enfermedad. Como un padre, harías cualquier cosa por tu bebé, pero era imposible darle mi corazón a mi hija. A los dieciocho años, Allison sufría de aneurisma aórtico. Si no hubiera sido por su profesor en aquel entonces, Cooper Perez, ella ni siquiera habría llegado al hospital, mucho menos a la cirugía.
Ese fue también el día que descubrí que el chico que Ali había conocido en la playa durante las vacaciones de verano, Cooper, era uno y el mismo. Después de darle un puñetazo en la cara, mi hermana, Trudy, me explicó todo. No es como si me gustara la situación, pero respeté al chico. Él estaba dispuesto a enfrentarme por lo mucho que amaba a mi hija. No sólo contra mí, sino también renunció a su trabajo para estar a su lado. El chico era un diez en mi libro. Es por eso que pude entender cuando me dijo que quería pedirle a Ali que se casara con él. No podía soportar estar otro minuto sin ella.
Daría cualquier cosa por otro minuto con la mamá de Allison.
Después de que Cooper y yo hablamos sobre eso por casi una hora, tuvo mi bendición.
La vida podría terminar en un abrir y cerrar de ojos, así que tenemos que aprovechar cada segundo que Dios nos da. Fue devastador ver la angustia de Cooper cuando Ali le dijo que no. Entiendo porque ella pensó que estaba haciendo lo correcto, pero también sólo estaba haciéndose daño. Me gustaría decir que me sorprendió cuando cambió de opinión y le pidió a la enfermera que llevara a Cooper a la mesa de operaciones, pero no lo estuve. Él le volvió a preguntar, y dijo que sí.
Luego tuvimos que atravesar una cirugía de siete horas que duró más de once por complicaciones. Nunca olvidaré la expresión en el rostro del doctor cuando hizo el largo camino a la sala de espera.
Su expresión dijo todo incluso antes de que explicara. Recuerdo sus palabras a menudo como si las dijera ayer.
—Sr. Starr —su voz baja y haciéndose eco nuevamente desde mis recuerdos—, este tipo de procedimiento es difícil... —El corazón de Allison se había detenido por completo, y les tomó dos largos minutos antes de ponerse en marcha otra vez. Fue una batalla a partir de ahí. Recuerdo poner mi brazo alrededor de Cooper, pensando que él estaba cerca del desmayo, tan cerca como lo estaba yo.
Las lágrimas corrían salvajemente por nuestras caras mientras escuchábamos el resto. En ese momento, Cooper y yo teníamos un vínculo que nunca podría ser roto.
Dos hombres, dos mujeres, cuatro corazones rotos.
Estoy esperando dentro de una iglesia por Cooper ahora. Es una hermosa tarde de primavera. Le echo un vistazo a mi reloj justo cuando él entra por la puerta. Sonríe, y todo el dolor y la preocupación del pasado se aleja.
—No llego tarde. —Se ríe mientras se me acerca por un abrazo.
—Nunca dije que lo estuvieras, hijo. —Palmeé su espalda y sonreí. Cooper está vestido con un traje negro que hace que sus ojos azules brillen aún más—. ¿Estás listo para esto? —le pregunto.
Él deja salir un largo suspiro y lanza una gran sonrisa.
—Claro que lo estoy.
Su respuesta es tan segura como el amanecer.
—Estaré de vuelta enseguida. —Asiento y le doy unas palmaditas en el hombro—. Espera aquí.
Nunca pensé hace dos años que aquí es donde todos acabaríamos, pero no podría estar más feliz de lo que estoy ahora. Toque suavemente a la puerta en la parte de atrás de la iglesia.