Dingo

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Una vez más en ese gigantesco estudio, organicé mentalmente mis prioridades:

#1: Encontrar a Dino.

#2: Ayudarlo.

No fue realmente difícil cumplir con la primera, de hecho, el chico de cabello ceniza seguía en el estudio. De pié frente a una de las ventanas, la luz del atardecer acariciando sutilmente su silueta de una manera bastante hermosa, digna de una fotografía. Pero algo no estaba bien, estaba cabizbajo, encorvado y triste.

No me partiría la cabeza tratando de adivinar que lo tenía tan decaído, así que puse en práctica el segundo paso.

Me acerqué y recargué mi peso en el marco de la ventana, el no se inmutó, simplemente suspiró profundamente y preguntó en un susurro.

— Jun te dijo que vinieras ¿No es así?

Yo guardé silencio por unos segundos, observando las cálidas coloraciones en el cielo, siendo sutilmente salpicadas con uno que otro hermoso color violeta, anunciando la pronta llegada de la noche.

— Está muy preocupado por ti. Los tres, de hecho. —Una pequeña risa escapó de sus labios y me volteó a ver.

— Acabas de conocerme.

— Eso no quiere decir que me agrade verte triste.

Igualmente, lo volteo a ver con una pequeña sonrisa, la cual fue correspondida por él antes de bajar su cabeza nuevamente. Era un panorama bastante agradable, emitiendo el hecho de que la tristeza del de cabellos cenizas aún no se había ido.

¿Alguna vez te haz enamorado?

Vaya...

Volteé a verlo con los ojos más que abiertos. — Va-vaya... Por supuesto que sí pero... ¿Es eso lo que te tiene tan triste?

— Mmm... Es complicado. —Se encogió de hombros y esbozó una tímida sonrisa.— Los chicos aún no están enterados.

— ¿Tienes miedo de su reacción?

— De hecho, temo que mis acciones los perjudiquen a ellos.

— Dino, amar no es un delito.

— Pero si el blanco de las críticas. —Aclaró.— Si mi felicidad implica ser odiado por los fans, no me interesa, correré el riesgo de todos modos. Pero los chicos, vaya... Me han cuidado siempre, han tomado las mejores decisiones para el bien de todos nosotros, a veces dejando su felicidad de lado. —Cerró sus ojos negando con la cabeza sutilmente.— El punto es que, no solo estoy arriesgando el trato hacia mi, sino hacia los chicos.

El mundo puede estar lleno de muchísimo amor, comprensión y ternura. Pero siempre habrá una ola de odio creciendo a la par de este, y estos chicos me lo han demostrado. Incluso me han hecho ver lo delgada que es la línea entre el amor y el odio en este mundo.

Se que prometí ayudar a Dino, pero me temo que no tengo palabras para hacer eso, más trataré de hacer algo mucho mejor:

Comprenderlo...

— He conocido a muchos chicos en este edificio, algunos algo tímidos, otros explosivos, alegres, sensibles... Incluso extraños.

— ¡Oh! Ese es Vernon Hyung.

— ¡Si! Por cierto, te manda saludos. —Se nos hizo imposible reprimir una risita. Yo carraspeé, poniendo mi mente en el asunto nuevamente.— Volviendo al tema, todos me han hecho comprender a su manera, que lo que más desean es ser felices. —Culminé seguro de mis palabras.— Al final, todos comparten el mismo deseo y si tu felicidad está junto a alguien más, ellos lo entenderán y te brindarán su apoyo sin importar qué.

La dulce mirada del menor no había dejado de detallarme, sumergido en cada palabra dicha, analizando la solución que le daría a su situación.

— ¿Cuál es tu nombre?

El más ardúo trabajo puede convertirse en la más grande felicidad. Pocos logran pensar de esa manera, pocos llegan a conocer el rostro de la felicidad pura y verdadera, pocos logran  encontrar su propia felicidad en la de alguien más y solo los verdaderamente valientes son capaces de ser plenamente felices.

Soy Carat.

"The Door" (SEVENTEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora