Capítulo 8

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Estoy agitada, sudorosa y un poco pálida por el trayecto, al entrar a mí antiguo hogar visualizo la cama perfectamente acomodada.

No debí haber salido nunca de aquí. Me acuesto en la cama, volviendo a sentir lo duro he incomodo que es; tomo la posición fetal para poder acomodarme. El cochón es viejo y con algunos alambres suelto pero no me importa, las lágrimas se me salen quemándome la garganta.

- ¡Soy una estúpida!- sollozo.

Unas manos me zarandean bruscamente y me despierto desorientada.

- ¿Qué haces en mi habitación?- indica una chica morena de cabello muy rizado, parece un nido de ave de lo rizado que lo tiene.

- ¿Tu habitación? – pregunto confusa.

- Si mío, lo alquile el viernes- responde a la defensiva.

¿Cómo que de ella?, me está empezando a dar, respira Marion, respira.

- ¿Tú qué haces aquí?- me da con la palma de su mano en mi hombro y caído de culo en la cama.

¡Wow! se atrevió a empujarme, me ha tocado.

- Es mío- le digo desafiante.

- ¡No!..., no lo es, aquí vivo ahora- grita con fuerza como si estuviera sorda.

Maldito hijo de puta, con qué derecho vendió lo que era mío, ¡bueno no lo era! pero aquí dormía. Si no es porque todos mis insultos mentales van dirigidos a Alex a esta le saco los ojos y se lo lanzo a las palomas.

- Disculpa, es que tengo problemas mentales, ¿conoces a un esquizofrénico? – ella niega con la cabeza rápidamente y abre tantos los ojos que parece que se le fueran a salir, mientras retrocede un poco, ¡¿ahora si me tienes miedo perra?! - tengo el deseo de matar a alguien, sacarle el corazón y comérmelo – le expreso con mi peor cara de loca, me levanto de la cama que hace una semana era mía, ella da otro paso atrás – pero tranquila estoy medicada – ella suspira y me deja pasar, visualizo el bote de medicamento que está en la mesita y le digo – esto es mío.

Ella asiente con la cabeza se ha quedado muda me mira como un bicho raro pero no me importa, con el bote de medicamento en las mano salgo a la calle. No sé qué voy hacer, volver a dormir en las calles, volver a esos lugares fríos y apestoso, antes me podía esconder, de los borrachos, delincuente y violadores pero ahora no sé cómo hacerlo y para mi desgracia para prostituta no sirvo...

Alzo la vista y ahí está la calabaza y un BMW i8 negro con la puerta del conductor abierta, parece un ave desplegando sus alas. Observo a Alex apoyado al auto, no es que sepa mucho de autos, J me ha dado la información esta mañana y me comento que así se llamaba el de Alex, le echo un rápido vistazo a Alejandro y visualizo que tiene las manos metida en los bolsillos, aun esta pulcro como si se acabara de duchar, más adelante esta Scott en otro auto parecido a mi calabaza pero en negro. El sapo debió de ser J seguramente me persiguió, Con paso decidido y sin déjame amedrentar por esos tres hombres paso de largo.

No quiero la lastima de Alejandro él me ha despreciado.

- ¿A dónde crees que vas? – me gruñe, lo ignoro como lo hizo conmigo.

No siempre voy hacer lo que él me diga me tiene cansada, no voy a poder controlarme por mucho tiempo, mis ataques volverán y él va ser el único culpable.

- Te estoy hablando Marion – como no me puede detenerme con sus palabra me sigue, obviamente con solo dos paso de él ya lo tengo a mi espalda– respóndeme – me grita - Rojo - y como si una corriente fluyera por mi cuerpo me volteo para enfrentarlo.

- No vengas a usar esos malditos colores conmigo – le grito – me voy a una parte donde no pueda ver tu asquerosa cara.

Me toma de la mano y me pega a su cuerpo.

- Señor llame a la policía es una loca esquizofrénica – le grita la chica que estaba en la habitación. Alex me mira con cara de confundido - Aunque tenga sus pastillas, no se confié - será boca suelta esa perra.

- Cállate zorra, ya verás lo loca que puedo ser – le grito amenazándola, veo como cierra la ventana y se esconde - muy valiente heeee...

Alex Mira mi mano y nota el bote de pastilla, automáticamente cambia de color esta pálido y un tanto nervioso, con brusquedad me arranca el bote de medicamento.

- ¿Qué pretendes hacer con esto?- me zarandea un poco – ¿que ibas hacer con esto? - sus gritos son insoportable, debo admitir que me da miedo.

- Me estas lastimando – aulló del dolor, pero no me suelta- tira de mi con fuerza.

- ¡No!, suéltame Bestia... - Mi voz es aguada por el llanto, me duele y me está lastimando.

Me levanta y me coloca en sus hombros, ¡maldito!, ¡maldito!... me coloca en el asiento del copiloto y me ajusta el cinturón, con delicadeza me toma la barbilla y yo le volteo mi rostro estoy molesta con él. Se sienta tras el volante y el motor ruge como un león hambriento, se inclina un poco en mi asiento y me habla en el oído.

- Por tu bien Marion espero que no estuviera pensando en tomártela –dicho eso, las ruedas chillan por la velocidad que ha tomado. No me atrevo ni a mirarlo.

Llegamos su casa, pero estoy decidida a darle batalla, no salgo del auto, pero como si le importara una mierda lo que piense me saca de ahí, me zafo y lo miro con desprecio.

- No te ha quedado claro que este es tu hogar, No te confundas Marion.

- ¡¿Que no me confunda?! – protesto, ahogando un sollozo y apretando los dientes para no llorar.- ¿por qué en tu casa me tratas bien? y en... - trago el nudo que tengo en la garganta que amenaza con quebrar mi voz- en la oficina de otra, ¡me tienes aquí en contra de mi voluntad!, a veces eres amable y otra veces eres el peor de todos.

- Así soy y esto es lo que te ofrezco.

- Perfecto

Lo dejo plantado al pie de las escaleras mientras subo a toda prisa, entro en una de las habitaciones vacía y cierro con llave. Me apoyo en la puerta y me dejo caer, dejo que mis las lágrimas caigan sin cesar por mi rostros y empape mis mejillas, mis sollozos son más fuertes y mi cuerpo se convulsiona sin poder controlarlo.

- Marion.- me llama suave, me va a volver loca yo no sé qué quiere, no lo sé.

- Hip... ni Mari hip... ni nada, hip... vete hip... - no puedo ni hablar.

- No llores princesa - escuchar esas palabras hacen que mi conductos lagrimales se desborden más.

Escucho el maldito sonido de la puerta que sede antes él, suavemente la abre sin lastimarme. Entra como puede, yo estoy sentada en el piso con mi cabeza entre las piernas.

- Por... ¿por qué? , hip... me hip..., tie... hip... tienes hip... a... a... aquí hip...

El me rodea con sus brazos fuertes, me mira a los ojos, me limpia las lágrimas, pero salen y salen y ni hablar de los mocos que son incontrolables, me limpio con el torso de la mano, estoy enrojecida como un tomate.

- Porque te necesito – escuchar esas palabras más que satisfacerme me duelen.

- Te escuche hip... – ya mis hip fueron calmándose. me mira sin entender- Quieres – respiro para no empezar a llorar de nuevo – utilizarme para darle- hago una pausa, para limpiar mi nariz con el dorso de mi mano nuevamente –celos a tu ex Madison.

- Eso no es tu problema - se levanta bruscamente sin entender nada, me deja sola en la habitación, mientras da un portazo, que me hace temblar y empezar a llorar de nuevo.

Príncipe oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora