Capítulo 6

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Llevo casi cinco horas esperando a Alejandro en este sofá no es incómodo. Pero estoy ansiosa de verlo. Miro insistentemente la entrada pero no da señal de vida no ha llamado, no ha venido a comer, no a echo nada. Le he peguntado mucho a Carlota. Pero no me da respuesta, Scott no está y tampoco ha llamado.

Decidí subir a la habitación, para esperarlo y no verme tan ansiosa.

¿Que estará haciendo? Son ya las diez de la noche porque no ha llegado.

En realidad no lo conocía, no sabía si llegaba temprano o tarde, que le gustaba comer y que no.

Rebusque en mis cosas mis libros de Anatomía, debía entretenerme en algo. Después de leer todo lo referente al esófago, tráquea y mil cosas más, mire el reloj. Solté un bufido y enterré mi cabeza en el libro.

¡Vaya! Son la una de la mañana, como pasa el tiempo cuando uno está leyendo lo que le gusta, serán de divertida esas novelas eróticas románticas que todos comenta, si yo me entretengo con partes de hígado, riñones hasta excremento, que si es verde, o amarillo o si es marroncito - reprimo una risita por mis pensamientos.

Estás loca Marion – me dije- deje el libro en la mesa de noche mientras contemplaba el techo, me moví, estire las pierna, jugué con el cabello. Dos de la mañana, di vuelta en la cama ya estaba agotada, cuando por fin decido dormir. Escucho su voz en la planta de abajo, seguidamente lo escucho más cerca, debe estar en el pasillo. De un brinco me paro corro a la puerta y lentamente la abro.

- Ya llego - me dije - mi corazón late con fuerza y mis piernas me flaquean, me coloco la mano en el pecho y lo siento como palpita fuerte- si estas travieso, solo haces escucharlo y pareces un loco maniático, te recuerdo que te debes quedar allí adentro si no querido mío moriremos los dos así que contrólate por favor.- le hable a mi pecho y a mi loco corazón.

Lo escucho hablar fuerte, y dar órdenes. Ese hombre no se cansa de trabajar. Abro la puerta un poquito y lo veo parado frente al cuadro de acuarela.

- Que estás trabajando en eso –ruge. Aprieta la mano izquierda y toca el cuadro lentamente, luego la aparta como si le quemara o le diera corriente el hecho de tocarla, se aleja unos cuantos pasos y se pasa la mano por la nuca y tira de su cabello, camina de un lado a otro como un león enjaulado escuchando lo que tiene que decir el que está del otro lado de la línea- tengo que hacer tu trabajo también, quiero que esté resuelto ese contrato a primera hora, si no date por despedid.

Corta la llamada. Se agarra la nuca con ambas manos y suelta un bufido, esta estresado. Está inquieto, algo le preocupa. Maldice entre diente, y fija su mirada de nuevo al cuadro.

Si yo fuera la persona que estaba al otro lado del teléfono la palabra cagado ya tuviera otro significado.

Marca en el móvil de nuevo y se lo lleva a la oreja.

- Dime Adrián - está nervioso lo sé porque mete sus manos en los bolsillos, camina inquieto de un lado a otro - gracias hermano - suelta todo el aire que tenía contenido- ¿estás seguro? – pregunta – me lo puedo volver a repetir, si, si ya sé que me lo he hecho tres veces – se coloca la mano en la cintura mientras echa la cabeza hacia atrás – no la quiero joder, entiéndeme, serás carbón - dice sonriendo- hasta mañana.

Corta la llamada lo veo como gira su cuerpo en dirección de la habitación.

¡Ay!, ahí viene corro y salto por encima de la cama tratando de llegar si hacer el menor ruido posible y el impulso fue tan grande que ¡zaz! Que el pie se me enreda en la sabana y caigo de culo en la otra parte, ¡que dolor! , ¡Que dolor!, me paro y me acuesto en la cama, casi al mismo tiempo que el abre la puerta, cierro los ojos y trato de cubrirme con las sabanas traicionera, siento el tintineo de la correa, y escucho como se va desvistiendo, abre unas de las puertas y aprovecho para cubrirme mejor minutos después, siento el colchón hundirse no se coloca la manta para no despertarme.

Príncipe oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora