Un beso

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Carlota 

Abrí los ojos y al instante los cerré porque no pude soportar la luz. La cama estaba justo al lado de la ventana. Vi su silueta con una camiseta larga que le tapa hasta el culo pero que a la vez se transparentaba todo, estaba sentada en la mesa con las piernas dobladas hacia el pecho, se había recogido el pelo en un moño desenfadado y fumaba mientras miraba por la ventana un Madrid perezoso. 

-Buenos días -dije sonriente. 

Ella se giró y me miró, sonrió también. Le dio la última calada y lo apagó. Se bajó de la mesa y vino a la cama. Me dio un beso en la frente. Cerré los ojos mientras lo hacía por el contacto. 

- ¿Te quedas a desayunar? -preguntó a la vez que se sentaba en la cama.

- ¿Puedo? 

- Claro. ¿Qué tomas? 

- A ti -dije yo riéndome y ella también lo hizo-. Un Colacao, por fa. 

Se sorprendió más por mi segunda respuesta que por la primera.

- Vale, pues un Colacao para la señorita...¿Vienes o te duermes un poco más y luego te aviso?

- Voy contigo. 

Nos levantamos y yo noté la atenta mirada de María en mi pantalón. Miré hacia abajo y entendí por qué. Mierda. Una mancha roja rodeaba mi zona más íntima y del mismo color se puso mi cara. Ella rió y eso me tranquilizó. 

- No te preocupes. Dúchate si quieres, voy haciendo el desayuno. 

Me metí en el cuarto del baño y nada más entrar apoyé mi espalda en la puerta. "¿No había otro puto día?", pensé. Me desnudé y entré en la ducha, el vapor en seguida llenó todo el espacio. Cuando decidí salir me di cuenta de que no le había pedido una toalla. Mierda. 

-¡María! -grité.

Oí unos pasos acercarse por el pasillo. La puerta se abrió muy poco. 

-¿Sí? -dijo tímidamente.

-Esto... no tengo toalla. 

-Ah, claro, perdona. ¿Te importa si paso? -preguntó desde el marco de la puerta. 

- Como si fuera la primera vez que me ves así... -dije riéndome. 

Ella empujó la puerta y sonrió tímidamente. Fue hacia un mueble blanco de madera, abrió las pequeñas puertas y sacó una toalla blanca. 

-Te la dejo ahí -señaló el inodoro. 

-Gracias. 

-De nada, si necesitas algo más me dices.  

Caminó hacia la puerta y antes de que saliera se giró y me sonrió.

- ¿Tienes tampones? -añadí justo antes de que saliera.

- Claro -abrió un cajón debajo del lavabo y sacó un par de ellos dejándolos sobre el mueble. 

ArriesgarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora