Lo que te iba a decir

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María 

Me desperté sin ver a Carlota en la cama. Me extrañó porque siempre fumaba en la ventana o se quedaba mirándome mientras yo dormía. A veces simplemente me abrazaba hasta que luego me despertaba. Pero no, hoy no estaba pasando nada de eso. Supuse que estaría por la cocina o en el baño, aunque había un silencio sepulcral en la casa. Quizá solo leía en el salón. 

Miré el móvil y tenía un mensaje de Valentina. "Hola, peque, ¿te veo el sábado en casa de mamá?" Se me había olvidado completamente, pero reservé el día y no tengo planes. "Hey, me verás. ¿Llevarás a Javi?" Nunca ninguna de nosotras tres habíamos llevado ninguna de nuestras parejas a una comida familiar. Sofía lo intentó también pero se rajaron en el último momento. Menos mal que lo hizo. Tan solo un par de meses después descubrimos que le había estado poniendo los cuernos. 

Éramos tres hermanas. Yo la pequeña, Valentina la mediana y Sofía la mayor. Nos llevábamos muy bien pero últimamente no nos habíamos visto mucho. Pitó el móvil. "Sí, lo voy a intentar. A él le hace mucha ilusión y estamos muy felices. Es un buen momento. Y ¿tú qué?" "Genial. Me alegro un montón por vosotros. ¡Por fin le voy a conocer! Yo nada..." Dejé el móvil encima de la cama y fui a buscar a Carlota por la casa pero no sin pasar antes por el baño. Salí del cuarto de baño y recorrí el pasillo hasta llegar al salón. Justo en ese momento sonaron unas llaves en la cerradura. Entró por la puerta con una bolsa de plástico en la mano. 

- Ah, estás despierta. Qué bien, justo a tiempo-dijo acercándose para darme un beso qua yo recibí con ganas-. Buenos días. 

- Y tan buenos -dije yo separándome. 

- ¿Tienes hambre? Traigo churros -dijo alzando la bolsa que sostenía. 

- ¿Has ido a por churros? -pregunté sorprendida.

- Sí, claro, creí que te gustaría. 

- Pues has acertado. Me encantan los churros para desayunar -dije cogiendo la bolsa y dejando un pico en su boca para dirigirme a la cocina. 

Su boca era una mezcla entre tabaco y azúcar. Me gustaba. Sin duda lo hacía. 


Carlota

Desayunamos en la terraza y el frío de Madrid nos hizo ponernos una sudadera y un manta por las piernas. Encendió un cigarro y a la mitad me lo puso a mí entre los labios. Después recogimos todo y entramos dentro. 

- ¿Te duchas? -pregunté con doble intención clara. 

- ¿Vas mal con las facturas del agua? 

- No, pero no me gusta malgastarla.

- Ah, no, claro. Es una pena desperdiciar el agua, sí. 

Nos desnudamos. La ropa quedó tirada por el suelo, sin orden alguno. Nos metimos en la ducha y el agua caliente recorrió nuestros cuerpos. Agarré su cintura y nos quedamos quietas, solo existíamos nosotras ahora mismo. Me encantaba esa sensación. Después de acabar de ducharnos entre jabón, risas, burbujas y juegos salimos. 

- Toma, tu toalla -dije extendiendo el brazo sujetando la misma. 

- ¿Tengo toalla aquí? Madre mía -añadió sorprendida. 

Yo permanecí en silencio porque no sabía qué decir y ella lo notó. 

- Es broma, eh. Me gusta tener una toalla aquí. 

Sonreí y me sentí muy a gusto de compartir esos momentos con ella.  Nos vestimos y yo le dejé ropa. 

- Un día te traeré toda la ropa que tengo en casa, te lo prometo. 

- No hay prisa, menos para la camiseta del otro día, que me encanta. 

- Recibido, mañana te la traigo. 

- Me pilla fatal, por la mañana tengo que currar que es sábado. 

- Mierda, a mí también, tengo comida familiar. Te la traigo otro día, o si te va bien pásate mañana por la tarde a última hora por mi casa. 

Pensé si tenía que hacer algo pero no me vino nada a la mente así que accedí. Quedamos que a las 20:30 estaría en su casa y ella me aseguró que ella también.
Se fue después de charlar un rato más. Compuse todo el día y me hice una ensalada para comer, el día pasó rápido hasta el siguiente. Me levanté por la mañana, me vestí, cogí todo en una mochila pequeña y la guitarra en la funda. Caminé y cuando llegué subí por el ascensor, tocaba todos los sábados en una terraza conocida de Madrid, era una azotea con vistas, y yo tocaba música en directo. Me pagaban bastante bien para sólo ir las mañanas del sábado y domingo. Cuando acabé, fui a comer a casa porque tenía sopa, y era algo que no me perdonaba.
La tarde la pasé componiendo y me gustó mucho lo que salió. Al poco fui a buscar la ropa a casa de María. Llegué cinco minutos antes pero supuse que podría subir. Justo al llegar al portal salió el chico del otro día en el casting, Rodrigo. Nos saludamos y me dejó pasar sujetándome la puerta. Subí pensando en ello. Dudaba que fuese su novio, habría sido muy descarado por su parte presentarnos. 


María 

Le había pedido a Rodrigo que viniese para hablar. Quería preguntarle qué hacer con Carlota. Al fin y al cabo era una relación un poco extraña. Él me aconsejó que preguntaran qué pensaba ella. Se nos echó el tiempo encima y se tuvo que ir corriendo porque ya iba a llegar Carlota. Y así lo hizo. Tocó el timbre. 

- Hola, guapa -dije yo abriendo la puerta. 

- Hola. 

Me aparté dejando un espacio para que ella pasara pero no lo hizo. Me pareció extraño. 

- ¿Pasas? -pregunté yo intentado aclararlo. 

- Sí, claro, perdona.

Su tono sonó como si le acabara de sacar de sus pensamientos. Entró y yo cerré la puerta detrás de mí. 

- Sé que tú y yo no tenemos nada serio -comenzó diciendo ella- pero ¿qué tienes con ese tal Rodrigo?

Me chocó mucho esa pregunta porque no sabía a qué venía. Me reí. 

- Es mi mejor amigo. ¿Por qué? ¿Estás celosa? -dije divertida.

- ¿Qué? Que va -respondió seca. 

- Vale, vale... -dije levantando las manos en señal de disculpa. 

- María -dijo de repente.

- Dime -contesté rápida. 

Caímos en el sofá sentadas, ambas nos giramos para quedarnos mirando en frente. 

- ¿Qué somos? -soltó como una bomba. No sabía cómo responder a eso, no sabía qué quería ni qué respuesta esperabas y eso me descolocó. Porque tú no sabías pocas cosas. 

- Lo he estado pensando. Yo creo que ... -fui interrumpida como una ola cuando rompe en la orilla del mar. 

- Si me vas a decir que no quieres nada lo entenderé.  

- No iba a decir eso.

- Ah - dijo una Carlota que me pareció muy pequeña. 

- Me gustas. Me gustas de verdad. 


ArriesgarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora