Hablando de eso

27 1 0
                                    

María 

Se fue Carlota y pude respirar tranquila. Cuando le dije que podría coger mi guitarra de la casa de mis padres no pensé muy bien lo que conllevaba. En un día corriente, con suerte, solo hubiese tenido que presentarle a mi madre. Al tratarse de un fin de semana, mis hermanas también estaban reunidas para comer todas juntas. No había reflexionado sobre la idea de Carlota conociendo a mi familia, la verdad. El pensamiento apareció ya una vez en la casa. Tenía suerte  de contar con una familia comprensiva, pero siempre era algo incómodo el momento de presentación. Aunque fuesen comprensivas, eran las personas más cotillas del mundo.  Nos sentamos a tomar comer mientras Sofía servía las bebidas. 

- Ya nos ha dicho... ¿Carlota era? -preguntó mi madre curiosa. 

Confirmé el nombre mientras me llevaba la copa de vino a la boca. Quería evitar a toda costa la conversación que venía, aunque con esta familia era imposible e inevitable escapar de un pequeño interrogatorio. 

- Eso, Carlota. Ya nos ha dicho que os conocisteis en un casting -dejó caer la matriarca. 

- Sí, eso es -afirmé. 

Volví a beber en un intento de escape rápido. 

- Y... ¿os conocéis desde hace mucho? -se lanzó Sofía. 

- Bueno, a ver. ¿Qué es mucho tiempo? No sé... Hará unos meses que coincidimos por primera vez. 

Tanto Sofía como Valentina se mostraron interesadas en la información. 

- Ah, bueno, pues muy bien, ¿no?

- Sí, muy bien -dije, empezando a estar algo incómoda-. Pero bueno, no tiene mayor importancia. 

- Y, ¿qué tipo de relación tenéis? -preguntó indiscreta Valentina, que se llevó un codazo de Sofía y una mirada asesina de mi madre. 

Yo me atragante con el sorbo de vino. 

- ¿A qué te refieres? -intenté despistar. 

- Ha dicho que son amigas, Valen -dijo Sofía ayudando. 

- Eso, efectivamente. Somos amigas -aclaré. 

Mi madre me miró. Me estaba leyendo la mente, conocía esa técnica. Cejas levantadas, mirada penetrante, sonrisa relajada... No fallaba. 

- Amigas... ¿íntimas? 

- ¡Mamá, por favor! - exclamé al final-. Que me gusten las mujeres no significa que me gusten todas las mujeres. Además, que Carlota y yo somos amigas -dije, sin ningún convencimiento. Al final la técnica del vino me había hecho confesar indirectamente. No podía, ni sabía disimular. 

- Vamos, que os habéis acostado -saltó Sofía. 

- ¡Oye, por favor, chicas, cómo os pasáis! -fue lo único que pude decir. 

- ¡No lo ha negado! ¡Teníamos razón! -se unió Valentina chocando las manos con Sofía. 

- Ah, ¿es verdad entonces...? -preguntó discreta mi madre. 

Cogí aire. ¿Cómo se podía haber complicado todo tanto en un momento? 

- ¿Estáis juntas? 

- ¿O todavía te da miedo el compromiso? -se complementaron mis dos hermanas en la pregunta. 

Mi madre les lanzó una mirada asesina para que bajaran los humos. 

- Vale, vale, perdón -se disculpó Sofía mientras levantaba las manos en señal de paz-. 

- Bueno, pero cuéntanos. 

Lo que estaba a punto de ocurrir, definitivamente, no era lo que esperaba esa mañana cuando me desperté. 

- Nada, eso. Nos conocimos en un casting, ya os lo he dicho. 

Mis hermanas y mi madre me miraron con cara de no entender. 

- Hija, pero cuenta algo más. 

- Sí, no sé. ¿Estáis juntas? 

Resoplé. Me hice esa misma pregunta. ¿Estábamos juntas? Ni idea. 

- Es un poco complicado... 

Valentina se extrañó. 

- ¿Cómo de complicado? ¿Está con alguien más? 

- No, a ver... -comencé. 

- ¡¿Estás tú con alguien más?! -exclamó Sofía. 

- Que no... 

- Dejadla que se explique -dijo mi madre. 

Se lo agradecí con la mirada. Tanto Valen como Sofi se acercaron a la mesa despegándose de sus asientos, ansiosas. 

- Es complicado porque no sé en qué punto estamos -dije al final, tras mucho titubeo. 

Las dos se volvieron a relajar. 

- ¡Ah, bueno! Creí que me ibas a venir con infidelidades o algo así pero no saber qué quieres no es complicado... Es normal. 

Miré a Valentina desconcertada. 

- A lo que voy -comenzó a explicar- es a que no es raro, ¿no? Sobre todo al principio. Tienes dudas y parece muy complicado, pero no lo es tanto. 

Seguí mirándola intrigada por lo que me estaba contando. 

- No sé, vamos... Yo creo que si te gusta y le gustas no hay mucho más misterio. 

- Claro. No os tenéis que casar, joder. Podéis empezar algo, poco a poco... Ya sabes. El amor aparece pero también hay que construirlo. 

- Ya... -dije finalmente. Tenía la cabeza hecha un lío. 

Miré a mi madre al otro lado de la mesa. Llevaba callada unos minutos y no tenía ni idea de lo que pensaba. 

- ¿Y tú? ¿Qué piensas? -le pregunté directamente a ella. 

Ella resopló y sonrió. 

- ¿Qué voy a pensar? Lo mismo que tus hermanas. Si te hace feliz, nadie tiene que pensar nada. 

Le extendí la mano por encima de la mesa y se la apreté. Le agradecí con la mirada sus palabras. 

- Bueno, ya podemos cerrar este tema entonces -dijo Sofi rompiendo con el silencio instaurado. 

Terminamos de comer y nos fuimos a tomar un café las cuatro. Sobre las 18:30 decidimos volver cada una a nuestra casa. Volví caminando mientras pensaba en las palabras que mi familia había tenido conmigo. Al fin y al cabo, tenían toda la razón. No era tan complicado. Pensé que debía hablar con Carlota cuanto antes. Luego, volviendo a pensar, quizá a ella le parecía un poco pronto. Igual era mejor dejar pasar unos días centradas en otras cosas para centrar los pensamientos. Debía reconocer que quería verla, pero unos días sola me vendrían mucho mejor. 

ArriesgarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora