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1 de Enero. Miré el reloj, las nueve y media de la mañana, teniendo en cuenta que me metí en la cama sobre las cuatro...no he dormido nada, bien, pero es que no dejo de pensar en sus labios, la he besado, durante cinco efímeros segundos, pero la he besado, y ya sé, a falta de que se vuelva a repetir, que han sido los cinco mejores segundos de mi año. No lo tenía previsto, sólo hace una semana que Mimi ha vuelto a mi vida, más bien ha aparecido, porque por más que yo quiera sus recuerdos no quieren volver a mí, y sé que no era el momento para besarla, apenas me conoce, y pude ver en su rostro todas las dudas que le surgieron en aquel momento, pero mi subconsciente me jugó una mala pasada, de la cual no me arrepiento. Hace demasiado tiempo que echo en falta el calor de sus labios junto a los míos, sentir como ambos encajan perfectamente como si fueran la pieza perfecta de un puzle que nunca se ha roto, observar su verde brillar de esa forma tan especial cuando mis labios se separan de los suyos....demasiado tiempo sin ella, y a pesar de ese tiempo mis labios recuerdan perfectamente como besarla.

Es temprano, pero me levanto con la decisión de ir a un lugar al que tuve que haber ido hace una semana, desde que supe que Mimi estaba en Madrid, tal vez desde que supe de su pérdida de memoria. Busco en los cajones algo que ponerme y veo el diario de Mimi entre mi ropa, lo había escondido para que Luna no lo encontrara y no recordaba que estaba allí. Lo cojo entre mis manos y las dudas vienen a mí, nunca pude terminar de leerlo, pero ésta semana me lo he planteado varias veces, al igual que me he planteado entregárselo a ella, pero mis dudas siempre consiguen que lo guarde en aquel cajón. Me gustaría devolverle los recuerdos a Mimi sin todo el dolor que existe en aquella vida que ahora ha dejado atrás, para ser ahora una nueva persona, sin esas sombras de su pasado que tanto la han atormentado, podría vivir sin que me recuerde si eso significa que no va a revivir aquel tormento, pero sé que es una decisión que no me corresponde, y que a la larga me hará daño, nos hará daño a las dos.

Cuando llego a mi destino Noelia me abre la puerta, como siempre sonríe al verme, aunque hace tiempo que su sonrisa está un poco más apagada, al igual que la de la señora Doblas, que ya no es tan risueña y ya no me sigue contando aquellas historias que a veces echo tan en falta. Le hablo de su nieta, le hablo de que ha aparecido en mi vida por casualidad, le cuento la situación y veo el dolor en su mirada cuando le hablo de su falta de recuerdos. Le hablo de mis dudas, de no saber qué hacer ante esa situación, me gustaría llevarla junto a ella, que la abrazara, que Mimi pudiera sentir su calor y esa tranquilidad que su abuela siempre le transmitía, pero sabemos que los casos de amnesia postraumática son complicados y contarle la verdad a Mimi provocaría un shock entre dos realidades, por lo que la señora Doblas con mucho dolor prefiere no interferir en la nueva vida de su nieta con la esperanza de que pronto los recuerdos vuelvan a ella.

La semana pasa tranquila, por las mañanas estudio para los exámenes que comenzaran en unas semanas, las tardes las paso en la floristería y por la noche vuelvo a estudiar, y mientras a todas horas pienso en Mimi, en cómo estará y que estará haciendo. No la he visto desde aquella noche en su portal, desde que la besé, y tuve miedo que volviera a desaparecer como ocurrió el año anterior, después de nuestro primer beso, pero nos hemos mandado mensajes estos días y mi miedo desaparece cuando el viernes por la noche entra en el bar de Miguel, cuando toco una de mis canciones en aquel escenario. Está guapísima, lleva un top negro con una falta, medias de rejillas y unas botas altas con un tacón de infarto, no puedo evitar pararme en sus labios más de un segundo mientras canto y veo como sonríe en ese momento, mi mirada se cruza con la suya, y le hago un guiño a modo de saludo mientras desvío mi mirada hacia otro lado porque siento como mi corazón empieza a latir más rápido de lo normal y dejo de escuchar un segundo la música perdiendo el ritmo de la canción. 

Entre canción y canción veo como habla amigablemente con Miriam, que va por su cuarto cubata, y la abraza, y vuelvo a sentir esos celos sin sentido una vez más. En mi momento de descanso me dirijo hacia ellas, y me encuentro también con un Ricky que ya se está convirtiendo en el alma de ese pequeño grupo que hemos formado, después de unos chupitos y unas risas vuelvo al escenario, en el cual me incomoda la presencia de Miguel mientras pasea sus manos por mi cintura y me da un beso corto antes que comience de nuevo a cantar. Cuando acabo la actuación vuelvo con Mimi, Miriam y Ricky se han marchado y ella ha decidido esperarme, no puedo evitar derretirme un poco frente a ese gesto y la invito a una copa, que se convierten en dos, después en tres y luego pierdo la cuenta. Salgo del bar sostenida por Mimi, que está como si sus copas hubiesen sido de agua mientras las mías llevaban su vodka y el mío, y me acompaña a casa, o eso creo, porque su olor justo en ese hueco de su cuello no me deja pensar más allá. Busca las llaves en mi bolso y abre la puerta de mi piso intentando que no me desplome contra la pared, pero cuando entro casi no puede evitar que me desplome contra el sillón, digo casi porque consigue agarrarme en el último momento por la cintura, llevándome hacia ella, mientras pongo las manos alrededor de su cuello y la siento cerca, muy cerca de mí:

Fix YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora