33.

1.6K 125 21
                                    


Escucho algo que me hace quedarme pálida y que las palabras no salgan de mis labios, me siento y me pego más el teléfono al oído como si así pudiera subir el volumen a aquello que había escuchado, intentando prestar más atención cuando lo escucho otra vez, es un sollozo leve que reconozco de inmediato, miro la pantalla de mi teléfono y aparece un número desconocido, mi corazón decide desbocarse y cierro los ojos mientras una lágrima cae por mi mejilla. Entonces intento emitir un sonido para hablar y decir las únicas estúpidas palabras que me salen en ese momento...

- Dime algo por favor...

Nada...sólo escucho ese leve sollozo al otro lado del teléfono, comienzo a caminar desesperada de un lado al otro de la habitación mientras intento quitarme el pelo de la cara, como si así fuera a escuchar algo mejor, la escucho llorar y me desespero, hasta que intento mantener la calma y consigo hablar:

- Dime dónde estás, voy para allá, voy a buscarte enseguida, no voy a dejarte sola...

Ahora escucho su llanto, ya no es un sollozo, se ha roto, se ha roto y yo necesito ir corriendo a su encuentro, abrazarla y protegerla como una vez me prometí que haría, siento como la impotencia recorre todo mi cuerpo pensando que el mayor de mis miedos se ha hecho realidad, y con el nudo en la garganta que intento que no escuche intento hablarle con calma:

- Dime algo por favor.... Dime dónde estás Mimi...

Pero no escucho nada más, miro el teléfono, se ha cortado, se ha cortado o me ha colgado la llamada, me entra el pánico, marco el número del que me ha llamado, apagado, vuelvo a desesperarme. Sin pensármelo dos veces me pongo unas zapatillas y cojo un suéter, son las cuatro y media de la mañana y está diluviando en Madrid pero no me importa, cojo las llaves del coche y salgo a buscarla como si el mundo no fuera lo suficientemente grande, como si no fuera a buscar una aguja en un pajar, esperando tener la suerte que nunca he tenido para encontrarla.

Bajo corriendo las escaleras hasta el portal, sé que he hecho un ruido terrible y que mis vecinos seguramente me están maldiciendo en todos los idiomas posibles, pero nunca he tenido tanta prisa por llegar a la calle, necesito encontrarla con urgencia. Cuando abro la puerta me freno de golpe, me estoy empapando pero no me importa, porque siento que es la primera vez que respiro en toda la semana. La veo apoyada en la escalera, y aunque su estado es lamentable sonrío aliviada al verla. Mi sonrisa se borra en cuanto me acerco a ella con un poco de miedo, está empapada, lo que le queda de ropa está totalmente rasgada y su piel cubierta de marcas, intento levantarle la cara para que me mire, pero evita mi contacto y me fijo en la sangre que corre por su labio y en el tono oscuro de su piel que cubre y provoca una leve hinchazón alrededor de su ojo. Apreto los puños con fuerza mientras la rabia me consume, pero intento respirar para calmarme ya que sé que en estos momentos me necesita entera. Evita mi mirada, con la cabeza gacha, con vergüenza, y yo la envuelvo en mis brazos y la coloco con cuidado en mi pecho mientras le acaricio el pelo empapado, intento tranquilizarla y sólo en ese momento cuando sé que no me ve, me permito derramar un par de lágrimas.

Entramos en mi casa con dificultad, aunque la llevo agarrada por la cintura, le tiemblan las piernas al caminar, lo que nos dificulta el camino. La siento en el sillón y le paso la manta por encima, enciendo la estufa y la abrazo frotando sus brazos con mis manos intentando que entre en calor. Veo como sigue derramando lágrimas mientras evita mi mirada, y se esconde en mi cuello para que no pueda verla. Pasamos un rato allí abrazadas hasta que noto como su cuerpo comienza a temblar, me voy a levantar pero me lo impide, la miro e intento encontrar su mirada mientras se vuelve a esconder en mi cuello

Fix YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora