Capítulo 2

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Abrí los ojos lentamente por culpa de los rayos de sol. No sabia donde estaba pero por el ambiente diría que estaba en un hospital. En la silla de al lado de la cama había una mujer mirándome fijamente, en el fondo me daba mucho miedo pero sentía esa curiosidad de saber quien era.

- Quién es usted y dónde está mi mami- dije mirándola con mala cara.

-Oh cariño, pronto me conocerás, y creo que no soy la persona indicada para contarte lo que ha pasado- dijo con una sonrisa tan diabólica, que hasta se me erizaron los cabellos de la nuca.

En ese momento entró un doctor acompañado de una enfermera que me cambió el suero que tenía inyectado en el brazo.

-Señorita Davies , los bomberos la encontraron inconsciente en un dormitorio por culpa del exceso de humo en tus pulmones, lamentablemente tus padres no han podido salvarse ya que  las quemaduras fueron muy grabes, lo siento- dijo el doctor mirándome con pena.

Yo estaba en estado de shock y empecé a llorar como nunca lo hice. Porque a mi madre, ella no tenía la culpa de nada, era la mejor persona del mundo y dio su vida por mi.

-Bueno, ahora ya sabes que ha pasado-dijo la mujer de antes - Ah y una cosa más, ahora me encargaré de ti, no tienes de que preocuparte- dijo con una sonrisa. Esa mujer no tenía corazón o que le pasaba.

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Me trasladaron al orfanato de esa mujer donde las niñas se creían mejor que yo, donde me obligaban cada domingo lavar todos los baños del centro, a demás de que la comida era lo peor y se veía que ahí la gente no era para nada feliz.

A mi en el fondo me daban pena, pero me daba más pena yo. Echaba muchísimo de menos a mi madre y ni siquiera me dejaron ir a su funeral.

 Una cocinera del lugar me regaló una libreta porque decía que yo tenía muchas cosas en la cabeza y como no hablaba con nadie las tenía que sacar de algún modo, por eso me recomendó anotar lo que pensaba. A pesar de todo, yo cuando vivia con mi madre si iba al colegio del pueblo, pero aun así decidí que en vez de escribir dibujaría.

Dibujo todo lo se me viene a la cabeza. A veces dibujo mi pasado, o simplemente sueños muy bonitos, pero lo que siempre dibujo son dibujos abstractos que significan mucho para mi.

6 años más tarde.

-Aida, tengo una bueno noticia para ti- dijo Ana, la dueña del orfanato.

-Si?-

-Felicidades, a has cumplido tu mayoría de edad por eso mismo mi regalo serà que te vayas de aquí. Lo único que te pido es que te vayas a independizarte, ¿no es una magnífica noticia?- dijo con la típica sonrisa de siempre, que daba escalofríos.

- Como? Así de la nada?, no tengo donde ir- respondí muy obvio.

- Lo siento querida pero no puedo hacer mas por ti, bueno recoge tus cosas- dijo y salió de la habitación dejándome sola. Cerré la puerta de un portazo y me puse a pensar en que haría. No conocía a nadie fuera de este lugar y mucho menos tenia dinero para pasar la noche en algún lugar.  ¿Que iba a pasar ahora conmigo? 

Me levanté decidida a salir allí fuera y afrontar todo lo que venía. Cogí una pequeña maleta y la llene de las pocas pertenencias que tenía, cogí el anillo de mi madre y salí de ese orfanato con la intención de no volver nunca más.

Camine tanto que no supe ni dónde estaba ni donde ir, el miedo empezó a aumentar con cada paso que daba pero no me detenía. Llegue a un callejón oscuro donde decidí pasar allí la noche, sin molestar a nadie. Pegué mi espalda a la pared y me deslice hasta quedar sentada hasta quedarme  dormida. Me levante sobresaltada por el ruido que hizo una botella de cristal. Me levante asustada y cogí mi pequeña maleta en una mano y eche a correr lo más rápido que pude hacia una carretera donde casi me atropella un hombre.

Vendida A Un PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora