Hoy como cualquier otro día en mi trabajo de medio tiempo estaba en la pastelería decorando los productos y limpiando una que otra cosa sucia en la cocina, salí por un momento al mostrador para revisar que postres faltaban hasta que me interceptó Alice, la cajera de la tienda, tendría unos 20 años, era universitaria pero había decidido tomarse un tiempo libre para ella misma.
-Melody ¿estás ocupada?.- podía ver la pena y un poco de impaciencia en su mirada.
-No ¿por qué ? ¿Pasa algo?.- la mire muy preocupada.
-Es que me acaba de hablar mi madre que no había podido salir de su turno en el hospital y no a podido pasar por Alex al kínder y mi papá no me contesta y sé que no te gusta pero podrías suplirme 30 minutos, por favor, prometo recompensarte.- me mordí el labio inconscientemente, no soy buena hablando con la gente, pero sería un buen ejercicio para superar aunque sea mi timidez.
-Esta bien, pero corre para que no se te haga tarde.-literalmente la corrí, mientras que yo me mentalizaba para lo que venia, rápidamente me situé en la caja para empezar a despachar a la pequeña fila que se estaba creando en la tienda.
(...)
Todo estaba yendo de maravilla, intentaba hablar un poco alto para que las personas me escucharan y trataba de no tartamudear o trabarme, me estaba sintiendo orgullosa de mi, la tienda tenía algunos clientes sentados en las pequeñas mesitas que teníamos, me gustaba el estilo que tenía la tienda, el cual era muy vintage y acogedor; estaba por meterme a la cocina hasta que oí la campanilla de la puerta sonar, eran dos niños, un niño y una niña acompañados de un chico un poco mayor que ellos.
Me dirigí al mostrador y con mi mejor sonrisa les hable.- buenas tardes, bienvenidos a la pastelería Sugar ¿qué desean?.-fue cuando los tres situaron su vista en mí y wow el mayor de ellos estaba bastante lindo con unos hermosos ojos verdes y unos bonitos oyuelos en sus mejillas.-
-Ammm de echo necesitaré su ayuda para un pastel.- hablo el chico de los ojos bonitos.
-Claro que necesitan.- dije saliendo del mostrador.
-Necesitamos un pastel para el aniversario de nuestros padres, pero no sabemos cuál les gusta así que estamos buscando algo que sepa y se vea bien.- termino de hablar y yo ya estaba pensando en todas las posibilidades para el pastel.
-Umm ¿creen que le guste uno de vainilla con fresas?.- pregunté algo insegura.
-Siiiii.- dijeron los menores al mismo tiempo, logrando derretirme de ternura, aunque en este punto empezaba a ponerme nerviosa estar interactúando con tanta gente al mismo tiempo
-¿Te gusta la idea o pensabas en otro tipo de pastel?.- le pregunte al chico que no había dicho palabra en un rato.
-Si a ellos les gusta pues ese será.- finalizó dándome una sonrisa en donde se le marcaron sus hoyuelos, algo que me puso más nerviosa.
-O-okay entonces en un momento les entregó su pedido.- dije para volver al mostrador y cobrarle, después me dispuse a agarrar el pastel y ponerle una tapa para que no se arruine y colocarlo con cuidado en una bolsa.
-Aquí tienen, muchas gracias por su compra, espero que vuelvan pronto.
-Créenos, si el pastel está bueno estaremos aquí cada semana.- dijo el menor de los tres con una mirada sería.
-Entonces aquí los espero.-finalizó con una sonrisa.
Ellos asintieron con una sonrisa para posteriormente salir de la tienda, realmente me cayeron muy bien y me causa un poco de intriga el mayor de ellos.
Baje mi vista y encontré una pequeña nota, la cual desdoble con sumo cuidado y lo que decía me dejo sonriendo por un rato.
Nota:
Hola chica azúcar.
Me pregunto cómo no me ha dado diabetes de solo verte, eres realmente dulce y lo único que no sé de ti es tu nombre, aunque sé que pronto eso ya no será desconocido para mí, no te preocupes, cumpliré la promesa de mis hermanos y vendremos cada semana ;) .
Tu admirador
Pd: se lo que escribí arriba pero prefiero que sepas mi nombre. Me llamo Asher <3.Al rato regreso Alice contándome las travesuras que Alex le hacía y yo le comentaba de mi experiencia en la caja, que a decir verdad no fue tan mala.
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La Chica Azúcar |Asher A.
Short StorySe conocen por un pastel aunque no se imaginan que sus vidas se volverán más dulces que cualquier postre.