Los siguientes días trascurrieron como otro cualquiera, los clientes abarrotaban la sala de Shiki, las delicias de Hideki salían de la cocina sin descanso. Todo había vuelto a la normalidad, solo que mis pensamientos no paraban de azotarme con la extraña sensación que había sentido en aquel callejón. El hombre que me había salvado del acosador no parecía como los demás, había algo en él que no llegaba a cuadrar, Me había tratado con una amabilidad que nunca antes me habían enseñado los hombres de este país.
La mayoría de los hombres que venían a Shiki ya se habían acostumbrado a ver a una mujer con el pelo rubio y ojos azules, aunque es verdad, que al principio las críticas eran muy negativas. Cuando Hideki se hizo cargo de mí, al principio intentó esconderme, pues sabía que no sería aceptada como uno de ellos a pesar de que Yuriko, su mejor amiga, siempre me quiso como su propia hija.
-Hikaru. ¡Hikaru!
Me sorprendí a darme cuenta de que estaba ensimismada mirando por la ventana de la concina, hacía un rato que los platos habían dejado de salir y la mayoría de los clientes ya se habían ido con los estómagos llenos y los que quedaban bebían sake mientras hablaban entre ellos.
-¿Sí?
-¿No dijiste que querías ver las flores de cerezo? Puede que hoy sea el último día en que puedas verlos.
Entonces recordé que el día que tuve la pequeña conmoción en el callejón iba a ver los árboles florecidos, pero tras el incidente me dirigí corriendo hacia casa. Me aterrorizaba pensar que podía haber perdido la oportunidad de haber visto aquel espectáculo que solo ocurría unos días señalados al año. Por eso mismo salí corriendo del restaurante sin pensarlo dos veces en busca del árbol que estaba próximo a las afueras del barrio donde vivía. Por el camino tropecé con varias personas que me insultaron grotescamente, aunque poco me importaba. Mi meta era llegar a tiempo a aquel lugar donde me aguardaban los pétalos rosáceos.
Hiperventilando llegué hasta el lugar indicado. Me doble sobre mí misma y apoyé mis manos en mis muslos buscando el apoyo que necesitaba para recuperar el aliento.
-Ha merecido la pena._ dije recobrando la respiración.Alcé la vista y observé con detenimiento la belleza que se alzaba delante de mí. El diámetro del tronco del árbol revelaba los muchos años de vida que tenía, y cada una de sus numerosas ramas estaban todavía cubiertas de pétalos, ofreciendo una captura panorámica maravillosa de aquel atardecer.
Se decía que si uno era capaz de coger un pétalo de cerezo en el aire con los dedos su deseo se cumpliría. Pensé detenidamente en la mínima posibilidad que tenía de coger el pétalo con mis propias manos, sin embargo, mi deseo estaba más que claro. Lo único que había deseado durante mucho tiempo era vivir una experiencia inolvidable junto a alguien que me aceptara tal y como era. Ese era mi deseo.
Abrí los ojos en busca de algún pétalo que se hubiera desprendido de la rama. Alcé la mano y fui en busca de uno que acababa de caer delante de mí, rozó las yemas de mis dedos cuando de repente una brisa azotó el lugar con fuerza haciendo que una gran cantidad de pétalos se desprendieran de las ramas. Me llevé las manos al flequillo para apartarlo de mi cara, cuando me percaté de que no era la única que miraba el cerezo.
-¿Haru?
Me miró fijamente con un pequeña sonrisa. La figura extendió su brazo bajo la capa y cogió un pétalo con sus dedos, se lo llevó a los labios.
-Recuerdas mi nombre._ dijo sonriendo._ Te dije que no tenías que hacerlo.
Al hacerlo dejó al descubierto una pequeña katana atada junto con su obi. Inmediatamente se dio cuenta de que no podía apartar mis ojos del arma.
-¿La has utilizado alguna vez para...? ¿Matar?
Bajó el brazo ocultando de nuevo bajo su capa la katana. Sin dejar de mirarme, caminó lentamente hacia mí mientras sus labios se movían formando palabras.
-Hay gente que se gana la vida recolectando arroz._ se paró justo delante de mí._ Yo me gano la vida recolectando vidas.
Se quedó mirando al árbol de cerezo.
Vi unas manchas rojas en su ropa.
-¿Estás herido? ¡Deja que te ayude!.
Sonrió al ver lo que pensaba.
-No, estoy bien. No es mi sangre, gracias de todas maneras.
Me quedé en mi sitio.
-¿Te ha atacado alguien?
-No. Fui yo el que atacó, esta noche era la oportunidad perfecta. Aunque fue más difícil de lo que había esperado.
El hecho de que afirmara eso en la manera tan abierta y tranquila hizo que se me erizaran los pelos del cuerpo y me quedase perpleja. Otra persona en mu lugar hubiera echado a correr sin mirar atrás buscando refugio, sin embargo, allí estaba yo delante de alguien que aseguraba ser un asesino.
-¿Por qué no paras de mirarme? ¿Tienes miedo de mí?
Había algo en su rostro que le delataba. No parecía ser un monstruo. Me había salvado aquel día en el callejón. No podía ser cierto lo que decía.
-Es porque estás asustada de estar en frente de un asesino o...
Entonces las palabras se escaparon de mis labios.
-Te pareces a alguien que conozco.
Haru se puso más serio.
-¿Y quién podría ser?.
Dio unos pasos hacia mí.
-No necesitas ver nada más relacionado con esto. Debes permanecer tal como eres.
Volvió a mirar el sakura.
-Sabes, hay una cosa que se me da bien hacer. Sé cómo mantener callado a alguien.
Instintivamente pensé en la katana que portaba. ¿De verdad iba a matarme?.
De pronto sentí sus labios sobre los míos. Cuando mi cuerpo reaccionó le empujé hacia atrás.
-Ahora que he sellado tus labios. No puedes decirle a nadie ni una sola palabra sobre lo que has visto hoy.
Cogió mi mano y me hizo cerrar los dedos.
-Será nuestro secreto.
Mi cuerpo estaba petrificado, no era capaz de moverme ni de articular palabra alguna. Había sentido tal conmoción tanto de sus palabras como de aquel primer beso inesperado que no podía reaccionar de ninguna manera al verle marchar y desaparecer en la oscuridad. Tan solo llevé mi mano delante de mis ojos y la abrí. En la palma de mi mano reposaba el pétalo de sakura que Haru había conseguido coger. Lo llevé a mi pecho y pensé en sus labios. ¿Era esto una señal?.
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Kirisato x OC Completo (Destined to love Otome)
FanfictionUn fanfic basado en el otome Destined to love, donde la protagonista se enamora de una cortesana llamada Kirisato, quien esconde un secreto debajo de sus coloridas prendas. Amor, odio, traición y secretismo. Un amor que va más allá.