8 Su pasado

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Esa noche intenté conciliar el sueño en vano. Por la mañana me recosté al lado de la ventana mirando a la gente mientras paseaba tranquilamente por la calle. No me encontraba en buenas condiciones para trabajar en el restaurante así que Hideki encargó a un amigo que me supliera por hoy.

Mi mente luchaba con la idea de que me había enamorado de una cortesana que en realidad era un asesino. No podía creer cómo había llegado a esa situación tan inesperada. Entonces, me percaté de una pareja que caminaba cogida de la mano, me llevé los dedos a mis labios y recordé el beso con el que selló su secreto debajo del sakura. ¿Sería posible ir con él algún día en plena luz del día como aquella pareja?. Sacudí la cabeza. No éramos pareja. A penas sabía nada de él. ¿Por qué estaba pensando en eso?.

De pronto una figura destacó sobre las otras. Era Haru, vestido con un yukata azul oscuro, nuestras miradas se cruzaron y su respuesta fue una pequeña sonrisa mientras ondeaba la mano para saludarme. Bajé corriendo las escaleras y le esperé en la puerta del restaurante, esperé a que nadie más nos viese y le guié hasta mi habitación. Donde los dos nos quedamos mirándonos unos segundos sin mediar palabra. Sin embargo, yo era la única que parecía estar nerviosa con aquel encuentro. Su rostro pareció ensombrecerse.

-Siento mucho lo que ocurrió el otro día. ¿Has podido descansar?.

Mentí y asentí con la cabeza. Pero al ver su expresión cambié de parecer.

-A decir la verdad... no he podido parar de pensar en todo lo que ocurrió.

Sus manos se cerraron en puños.

-Fue todo por mi culpa. Si hubiera llegado más tarde... Nunca podría haberme perdonado que te hubiera hecho algo.

Tras un momento de duda, decidí que era demasiado tarde para echarme atrás. Había entrado en un mundo lleno de peligros, pero estaba dispuesta a correr el riesgo.

-¿Me contarás quién eres realmente?

Se echó el flequillo hacia un lado y me dejó ver con más claridad sus ojos grises.

-¿Estás segura de que quieres saberlo? No habrá marcha atrás una vez que sepas todo. Para bien o para mal.

El calor de la fiebre volvía a azotarme con fuerza.

-Confío en ti.

Sonrió y comenzó a contarme su historia.

-Hace unos años, un niño nació en un pequeño pueblo donde los árboles de cerezo florecían como en ningún otro lugar. Fue tomado como rehén por otra familia que le inculcó unos valores poco comunes para un niño de su edad.

Retrajo su pierna y apoyó su brazo sobre la rodilla.

-Finalmente eso fue lo que llevó a esa familia a la desaparición casi por completo._ dijo con sin ningún tipo de remordimientos._ Mi trabajo consistía en deshacerme de gente, simplemente debía obedecer a quien pagaba por mis servicios. Hasta que aún siendo muy joven me contrataron para mantener a raya a distintos clientes del Distrito Rojo.

Su cara cambió por completo, como si al pensar en el Distrito Rojo le supusiese un periodo más feliz de su vida que cuando era niño.

-Las cortesanas siempre me dotaban por mis facciones y mi belleza, me vestían como una de ellas y me dejaban con los clientes para hacerme pasar por una mujer. Así que finalmente, sin quererlo me convertí en una cortesana que era contratada como una espía, de esta manera podía ganar más dinero y tenía un techo sobre el que dormir.

Hizo una pausa y me miró con regocijo.

-¿Has aceptado todo eso?._ susurré.

-Era la única forma de ganarme la vida.

Respondió sin ninguna duda, como si fuera la única respuesta obvia. Entonces su mirada se quedó fija en el futón.

-Ese lugar es más complejo de lo que aparenta. A los ojos de los clientes está lleno de bellezas pero siempre hay gente que corrupta que intenta sacar partido de otros.

Me miró con sus ojos entrecerrados y una pequeña sonrisa.

-Hubiera sido mejor que te hubieras mantenido alejada del Distrito Rojo.

Sentía el calor de la fiebre en las mejillas.

-¿Por qué me cuentas todo esto? ¿Por qué ibas a exponer tus secretos?

-¿Por qué será?._ me miró con sus ojos grises.

Abrió ambas manos y cogió las mías en ellas.

-Estoy sucio, manchado. Supongo que pensé que solo alguien como tú podía aceptarme tal y como soy, a pesar de todo. La primera vez que te vi, quería que permanecieras así para siempre. No quería contaminar tu pureza. Sin embargo, al mismo tiempo quería rebajarte a mi nivel.

Rió.

-Siento haber compartido todo esto contigo. Debe ser demasiado para ti.

Su rostro se acercó al mío.

-Es difícil retenerme cuando estoy a solas contigo. He estado esperando a alguien como tú tanto tiempo que no puedo recordarlo.

Deseaba estar con él, abrazarle, besarle. Su mano me palpó la frente.

-Besar a alguien es una forma de intercambiar calor con otra persona._ dijo acercando sus labios a mi cara.

Mi pecho iba a estallar.

-Pero si lo hiciera ahora mismo, me temo que arderías.

Sus labios se posaron en mi frente. Al separarse de m, suspiré intentando recomponerme de todo lo que había escuchado.

-No es necesario que vuelvas al Distrito Rojo._ dijo frunciendo el ceño.

Negué con la cabeza.

-Seguiré yendo.

"No puedo sacarte de mi cabeza", pensé.

-Me alegra oír eso._ sonrió mientras me cogía la mejilla en sus manos.

El aire de la ventana hizo que unos papeles cayeran de la pequeña mesa al suelo. Eran las cartas que había recibido, últimamente los mensajes eran más cortos y extraños.

-¿Una carta de amor?_ sonrió al leer una de ellas.

-Alguien las deja en Shiki... No sé quién puede ser.

-Yo podría escribirte una carta de amor mucho mejor que esta.

Kirisato x OC Completo (Destined to love Otome)Where stories live. Discover now