Zayn

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El frío se notaba mucho más que antes por las calles de Angels. Todos corrían para refugiarse del mismo, pero, yo no. Porque no siento nada simplemente no puedo hacerlo.

No existen motivos para vivir. Mucho menos para sonreír, tenía que aceptar que alguien como yo no merecía ser feliz.

Mis padres siempre me rechazaron, después de confesarles algo tan importante para mí. Dijeron que no podría ser feliz, nadie me querría. Todos me rechazarian y yo siento que sus palabras fueron dichas para que se cumplieran en un futuro cercano.

Tal vez tenían razón.

Después de todo los demás me rechazan como si fuera un monstruo.

Llegó un momento en el que todo mejoró pensé que se quedaría así. No fue así. Encontré a alguien que hacía que sintiera que estaba volando alto y que me acompañaría durante ese vuelo. Sólo bastó que lo encontrará traicionando la confianza que le dí, maldición.

¡Le entregué mi corazón!

Recuerdo esa noche muy bien. Después de todo era la primera vez que rompieron mi corazón.

Llegaba a mi departamento, donde vivía con Mike, feliz porque me habían ascendido en el trabajo. Sentía que las cosas comenzaban a mejorar, la emoción viajando por todo mi cuerpo. Abrí la puerta dejando que entrará en calor realmente hacía frío ahí afuera, deje el vino en la mesa. Quité el abrigo que traía puesto y lo colgué en su lugar, hoy llegue temprano del trabajo. Mike llegaba mucho más temprano que yo así que supuse que ya estaba aquí.

Escuché un extraño sonido en la habitación, tomé una sarten, por si acaso, y fuí hasta donde el sonido provenía. Abrí la puerta y dejé caer la sarten al suelo haciendo que se sobresaltaran. Lágrimas se comenzaron a formar en las comisuras de mis ojos negándose a bajar.

—Esto no es lo que parece, Zee, puedo explicarlo— su voz se sintió muy lejana para mí.

No dejé que viera como me rompía a pedazos frente a él. Lo dejaría para más tarde, cuando estuviera solo.

—Quiero que agarres tus cosas y te vayas de aquí ahora mismo— salí de la habitación sin decir nada más.

A los pocos minutos él salió e intentó agarrar mi mano, me alejé. Porque su toque quema si antes me encantaba que lo hiciera.

—No puedes hacerme esto, ¿a donde iré? 

—Me vale, ahora sólo quiero que te vayas, debiste pensar eso antes.

Mike comenzó a llorar y a rogarme que no lo echara. ¡Que hipocresía, dios!

Pasaron más de dos horas en las que sólo escuché sus sollozos y yo sólo quise morir. Me harté de su escenita y agarré su maleta metí toda su ropa sin importar que estuviera todo revuelto, abrí la puerta la lancé afuera y espere a que se largará de una vez.

—No quiero volverte a ver— saqué el anillo de compromiso y se lo lance a la cara.

No espere a que dijera nada y cerré la puerta. En cuanto lo hice tristes lágrimas salieron y no hice nada para que se detuvieran. Mi corazón se rompió, mi respiración se volvió irregular, me perdí y no hice nada para regresar.

Las decepciones fueron una tras otra hasta que llegue a un punto donde dejé de luchar y construí una barrera inquebrantable. Por fuera parecíera que nada me afecta, que estoy bien. Pero por dentro estoy tratando de sobrevivir de mi mismo.

No me duele.

No suelto lágrimas.

No me deprimo.

Ya no siento nada.

Me acostumbré a la soledad y estoy más o menos tranquilo. Es mi amiga ella no me traiciona, no me lastima. Me consuela, no hay mucho que decir sobre eso.

Dejé que me pisen a su antojo. Es placentero.

No creo que alguien me ame estoy demasiado roto para eso.

Dejé de brillar hace muchos años y creo que el resplandor no volverá nunca.

El momento en el que algo llega para que sonría se desvanece cruelmente unos segundos.

Todo comenzó cuando llegue aquí, a éste mundo tan incierto. Mi infancia fue hermosa, tenía a dos padres que me amaban, hermanos que jugaban y me protegían, habían tardes enteras donde debía dejar de reír por el dolor de estómago.  Todo parecía perfecto, deseaba con todo mi corazón que todo se quedara tal y como estaba.

Mi pesadilla inicio cuando descubrí que tenía gustos diferentes a los demás, no me atraían las mujeres y comencé a pensar que demonios era lo que me gustaba, hasta que un amigo me ayudó. Por supuesto que las inseguridades comenzaron a llegar como marea con altos y bajos. Estaba perdido y confiaba tanto en mis padres que busque su consejo.

Mala idea.

Me dijeron tantas cosas hirientes, había repulsión en su mirada, rechazo, decepción e ira que tal vez por esa razón mi padre me golpeó hasta cansarse, mi madre no se movió no movió un músculo.

Margaret me lastimó tanto cuando me dijo que ya no me amaba, que jamás lo había hecho, que arruine su vida, que a partir de ese momento dejaba de ser su hijo. 

Y para terminar con boche de oro, si es posible, me echaron a la calle. Sin nada, con mi cuerpo todo lesionado y lleno de moretones verduzcos por todo el cuerpo. Lastimado hasta el alma. Vague por las calles buscando donde resguardarme, donde ir, que comer, escondiendome en la oscuridad. Llorando por mi infortunio. Las calles fueron mi “hogar” por un buen tiempo.

Luchando por comida, por refugio, por mi vida. Pero ¿por qué debería de luchar por algo que no vale la pena? No tiene sentido.

Hubo un momento en el que simplemente me aburrí de “la caridad de la gente” y comencé a buscar trabajo. No había mucho que podía hacer un adolescente de dieciocho años pero por suerte sabía leer y escribir. Así que eso hice. Comencé a dar clases a niños pequeños, al principio no fue sencillo tiempo después mi esfuerzo fue dando frutos.

Salí de las calles cuando cumplí veinte, enseño en una escuela a los más pequeños, porque al verlos sonreír me sentía tranquilo, escucharlos me daba tranquilidad y me traían la paz que había perdido hace tanto tiempo.  Haciendo que me preguntará sí algún día me sentiría así cuando tuviera mis propios hijos. Tener a un bebé a quien sostener entre tus brazos, cantarle canciones de cuna, proteger del mundo, sentír sus pataditas en plena noche. Saber que aquella personita en tus brazos la creaste con amor y que traería oleadas de amor y cariño que te dejarían embriagado. Me gustaría mucho pero la realidad es diferente.

Y es todo, es la historia de mi triste existencia.

No es depresión lo que sufro, simplemente soy yo protegiendome para no salir lastimado de nuevo.

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¡Les dije que alistaran un pañuelo!

Bueno pues comenzó está nueva aventura y espero que la disfrutes mucho... ❤

Cambio y fuera 💱

Ale 🐢

Rise and Shine ||Ziam||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora