Capitulo 8

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La Antigua Magia

Esa noche Neal no habia dejado de hablar acerca de los planes que tenia por hacer con el libro de Susana, exponiendo, claro esta, los intereses y beneficios que èl y sus hoteles tendrían al patrocinar la obra de la misma, dándole la muy buena noticia de que anulò el contrato que tenia la rubia con la casa editorial "Magic from ediction" diciéndole que ella tendría total libertad de escoger la portada y el editor que era pieza clave para el asunto, ocultándole los miles de dólares que tuvo que darle a esa gente para que no presentaran cargos contra ella por haber violado una de las clausulas principales del contrato que se habia firmado con dicha empresa.

Tampoco perdió la oportunidad en dejar claro que el marido de la rubia tenia nada que ver con la decisión y el apoyo que èl le estaba ofreciendo a ella, dejando entre ver ese desprecio que sentía hacia el actor en cada palabra expuesta acerca del mismo.

Susana, a pesar de la emoción que la embargaba al saber que tendría total libertad para con su obra, no se le escapó las palabras cargadas de reproches que le dedicaba Leagan a su marido. Se hizo una nota mental de que mas tarde, cuando se diera la ocasión, averiguaría el porqué de tanto resentimiento.

La señora Marlow estaba encantada con el señorito Leagan; aun no sabia cuando fue que esos dos tuvieron la oportunidad de conocerse tan profundamente, pero se hacia una idea con el tema que se estaba tratando en medio de la cena.

Se mantenía silenciosa degustando el platillo que habia elegido el joven Leagan para con ellas, mientras que sus no tan envejecidos ojos observaba lo tan feliz que se le veía a su hija platicando de sus sueños con otra persona que no era ella.

Cuanto habia anhelado ver a su hija de esa manera: rebosante de sueños y expectativas que en pocos días se le harian realidad; oh si su estúpido esposo tan solo le diera la importancia que este desconocido le daba a los sueños de su hija en vez de pensar que con su sucio dinero se podría resolver todo.

-Salgamos a la salita que le he mandado a preparar a ustedes en la playa-lo escuchó decir.

Sencillamente ese hombre era maravilloso, era tan perfecto. Si tan solo su hija estuviese completa, se hubiera dado a aquel adonis de piel bronceada que la quitaría de todo problema económico y emocional.

-Yo no...es decir, mi silla y yo no...-escuchando la titubeante voz de su hija quien pretendía desbaratar aquella perfecta noche.
-No se preocupe, Susana-decia un Neal despreocupado quien le mostraba una extensa y radiante sonrisa-. Cualquier cosa, me tiene a mi para apoyarse.

La señora Marlow, quien aun se encontraba comiendo la ultima porción del postre que le fue servido, intuyó las intenciones del joven Leagan y dejó caer el cubierto sobre el plato provocando que todas las miradas de los presentes se posaran en ella por el ruido.

Neal hizo un chasquido con sus dedos y de inmediato apareció un hombre enfundado en un elegante traje de camarero con una enorme caja la cual le fue entregada al moreno y este la colocò sobre las cubiertas piernas de la rubia.

Ella, que no necesitó abrir la caja para saber de lo que se trataba, ya que el tamaño y la forma de la misma hablaba por si sola, sacudió su cabeza en una rotunda negativa.

-Por favor, Susi-con esa media sonrisa que rebosaba malicia y seguridad.-No me diga que pretende que dè un paseo solo por la playa-levantando una ceja.

Ella lo miraba a èl y a la caja sobre sus piernas y viceversa, para a continuación basilar con sus palabras, pero èl no la dejó.

-No acepto un no como respuesta, -insistía el moreno dejando ver una vez más su radiante dentadura.
-Pero yo no...-sus ojos se llenaron de lágrimas ante la felicidad que sentía.
-No me vaya a decir que no puede caminar, porque ambos sabemos que si puede con un poco de ayuda si...asi se lo propone.-posando sus manos sobre la caja que aun no habia sido abierta mientras que su mirada continuaba manteniéndole la de la ex actriz.

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