Capitulo 4

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La Antigua Magia

Como Susana se habia imaginado, el articulo que le habían dedicado al evento que se suponía era por su causa, se hablaba de todo, incluso de su esposo, menos de ella como persona si no como la escritora; y lo mas que se podía leer de eso eran dos o tres oraciones que no decían nada, solo que dejaba claro que había asistido y ya.

No tardò en dejar ver su enojo al romper en dos pedazos el periódico mientras que por su cara sonrojada por las emociones que le infringía hacer algo mas, rodaban lagrimas solitarias.

Negaba continuamente con la cabeza al tiempo que intentaba amarrarse la lengua para no emitir sonido alguno; no quería que su madre fuera testigo de su sufrimiento, menos después de haberle mentido al decirle que todo lo que se imaginò que seria la fiesta se habia hecho realidad y mucho mas.

Hasta esa mañana, ella se habia estado recriminando por su actitud de la noche anterior porque a lo mejor esos momentos de tortura se lo habia auto-impuesto asi misma porque nadie le habia puesto la importancia que ella esperaba.

"Por Dios, Susana, estas demasiado mimada. Bien pudiste disfrutar de un buen momento con los de la editorial y al lado de tu marido, pero no ¡Preferiste irte por la salida fácil"

Se habia dicho muchas veces anoche antes de irse a dormir y esta mañana ya que estaba muy convencida de que en el articulo le dedicarían un pequeño párrafo o al menos a su historia, que venia siendo prácticamente lo mismo. Pero no. Sus ilusiones se hicieron nuevamente trizas al no ver nada relevante de si ahí.

-Terry, Terry-comezò a llamar a su pareja como si este pudiera salvaguardarla y hacerla olvidar.-¡Terry!

El corazón le latia presurosamente, tanto, que le dolía al creer que este, como siempre, se habia ido temprano a su trabajo o a su departamento; ese donde el mismo osaba en trancarse solo o...

-¿Qué sucede?-entraba el susodicho a medio vestir, con uno de sus fuerte pero delgados brazos metido en la camisa y el otro desnudo. Su pelo castaño, estaba desarreglado al mismo cercárselo con la toalla luego de su baño.

-Terry, al fin estas para mi-muy dolida y sorprendida por verlo ahí, acudiendo a su llamado.-Ven, abrázame, cariño, no me suertes-aferrándose a la desnuda cintura del hombre-No me dejes, quédate ahí, aquí, asi tal cual.

Terry no estaba para esos ataques de la rubia. Le enfadaba de sobremanera cuando la misma se ponía en ese plan. Por eso prefería estar en cualquier parte menos ahí, con esas dos mujeres que pretendían volverlo loco.

Pero últimamente esos ataques de su esposa no eran tan frecuente como antes, luego de que la misma se emprendió al mundo de ser un autor de libros, sus ansiedades habían disminuido. Por ello habia decidido apoyarla en todo lo que pudiera; pero ahora...

-Oh, Terry, te necesito...-alejando su rostro de la cálida piel masculina-.Bésame, cariño, quiero que me beses.-pero como debía de esperarse, èl no lo hizo; en cambio descendió para ponerse a su nivel para mirarla a los ojos-Terry-con tono de suplica.

-No, Susana, sabes que nunca será.-diciendo eso se puso en pie y salió de la habitación, dejando mas dolida a la rubia.

Terry sabia que su actitud para con su esposa no habia sido la mejor, pero era necesario. No seria justo para èl ni para Susana que este le cumpliese cada berrinche a la misma.

Pagarle todos los gatos de su reciente carrera era una cosa, pero otra muy diferente era sucumbir a los deseos carnales de una mujer que no le atraía en lo mas mínimo.

Ella bien sabia que lo único que los unia era un cruel compromiso de agradecimiento, uno que le hacia tanto daño a ella como a èl; entonces, no sabia porque la rubia insistía tanto en esas cosas, si tanto quería estar con un hombre, si tanto lo necesitaba, bien podría ella buscarse un amante y èl hacer el de la vista gorda.

Ya terminado de vestirse, salió de sus aposentos para luego dirigirse a la planta baja y salir de aquella casa sin hacer el menor ruido posible, ya que lo que menos quería era entablar una conversación de aquellas que solían subir de tono con su suegra por disque ser tan cruel con la dramática de su hija.

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Marie Anne se hallaba recogiendo su escritorio para dejar su puesto como la secretaria del gerente general , ya que era mas que obvio que el joven Leagan asi los dispondría . Ambos, desde el principio, habían tenido varios encuentros no tan gratos, asi que no tendría sentido rogar por su puesto.

Solo esperaba que no la despidieran, que la pusieran en un cargo mas bajo porque no era justo que luego de haber dedicado mas de quince largos años a esas empresas vinieran y la despidiesen por el capricho de un niño mimado.

Limpiando rápidamente las huellas salada de su tristeza al percibir que alguien se acercaba, continuó con su labor de empacar sus cosas antes de que se le dijera.

-Marie Anne, sígame.-dijo el moreno sin siquiera detener sus pasos.

Marie Anne tan solo hizo un movimiento afirmativo con su cabeza para al instante pisarle los talones a su ahora jefe no antes de tomar su libreta y el lápiz que siempre tenia al alcance.

-Usted dirà joven-hablò sin mas, tratando de ocultar los nervios que la embargaban.

-Necesito que investigue todo acerca de la autora de este libro-colocando el ejemplar sobre su escritorio-; que lo lea, redacte una reseña y que lo envíe a cada una de los medios mas transitables...no, espere, mejor házmelo llegar.

-Pero joven yo no...-iba a decir que ella no se dedicaba a esos tipos de cosas, que si lo hiciese no trabajaría para ellos; pero Neal frenó su lengua al continuar.

-...Tambien quiero que le envíe una invitación con un solo acompañante a la sede principal de los hoteles Leagan-decia muy despreocupado, mientras revisaba los papeles que tenia sobre el escritorio-Por el momento eso es todo.

-Si, joven...-con una reverencia.

-Ah, que todo esto se maneje con absoluta discreción.-ella asintió y se retiró del despacho donde dejó a un jefe que dejó todo los documentos que habia estado fingiendo revisar, para a continuación recostarse y balancearse de un lado a otro en su sillón al tiempo que unía los dedos de ambas manos y recordaba el rostro melancólico de la Marlow.

Continuarà...

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