Capitulo 9

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La Antigua Magia

En los días posteriores al beso, su relación profesional no había flaqueado, al contrario, continuaba siendo de la misma manera que en un principio, con la única diferencia que ahora se comunicaban por correspondencia las peticiones y/o aprobaciones del otro con base a los negocios que ambos mantenía. En las misivas no se hacia mención de lo sucedido en Miami entre ellos, era como si ambos hubiesen hecho algún tipo de pacto silencioso de no hacer mención de ello, ò como si eso no hubiera sucedido más que en un sueño que al despertar se disipó.

Los meses pasaban y Susana trabajaba en la reedición de su novela en la cual sumaba mas contenidos y mas palabras que desbordaba mas sentimiento que la edición anterior, al tiempo que Neal se ocupaba de los múltiples negocios que su padre le habia atribuido.

Lo cierto era, que Neal apenas si tenia tiempo para ocuparse personalmente como quería del proyecto de Susana; desde el dia que se había despedido de la rubia no habia tenido lo que se dice mas que un breve tiempo libre en los que ocupaba para leer y escribirle cartas a la ex actriz y/o escuchar de la boca de la propia Marie Anne los avances del mismo, ni siquiera estaba enterado del todo de cómo iba lo que le habia prometido a Susana: Neal hacia todo de si para que la obra de Susana fueran un éxito aun si èl no estaba dedicado de lleno en ello.

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-¡Listo!-habia dicho una muy emocionada Susana al hacerle entrega de su ya finalizada obra a su editor y columnista que le habían hecho llegar las empresas Leagan a su casa.-Aquí tiene al fin lo que es la edición final de mi parte de mi primera historia... ahora, lo dejo en sus manos-levantando el mentón al tiempo que hacia uso de una voz teatral la cual era acompañada por una radiante sonrisa que dejaba ver en todo su esplendor cuan satisfecha se sentía.

-Gracias por su confianza, señora Grandchester-dijo el editor haciendo una sutil reverencia y tomaba el manuscrito que le era entregado.

-Espero que el joven Leagan le haya dado las instrucciones necesarias.-dijo la rubia con la sola intención de saber si Neal había cumplido su promesa de encargarse èl personalmente.

-Lo siento señora, a mi si me han dado instrucciones, pero no ha sido el joven Leagan; Dios lo mande...-se persignó el joven ignorando la estocada de decepción que le habia dado sin quererlo a la ex actriz.

-¿Quién se las ha dado?-utilizando un tono de voz que denotaba su molestia.
-La asistente del joven que es casi lo mismo-con tal emoción.
-¡Ah!-tan solo dijo una cabizbaja rubia quien solo se dignò en rodar sus sillas sin pedir ayuda alguna y abandonar la salita dejando al columnista con un mal sabor de boca.

Susana sabia que habia hecho mal en haber dejado de aquella manera tan dramática al editor con las palabras en la boca, dejando a media una conversación donde el mismo podría sacar algo para colocarlo en la pagina final, como una breve critica de la autora de la obra que èl en breve editaría; pero simplemente ella era de esa manera: sus sentimientos la manejaban tal cual, como si fuera un mero títere de los mismos.

A ella solo debía de importarle que su obra, incluso, ella misma estaba teniendo la importancia que no se le habia dado la vez anterior; pero no, ahora estaba haciendo justamente lo contrario: le estaba poniendo mas importancia a su patrocinador que a su propia creación, como si èl, en un endemoniado beso, le hubieran dado el derecho que tiene una novia.

-Estupida, estúpida, mil veces estúpida, Susana Marlowe- limpiándose de manera agresiva las copiosas lágrimas que parecían quemarle todo el rostro.-Eres una estúpida-con dientes apretados-. Deja de pensar en ese hombre que tan solo te ve como uno mas de sus billetes...

Colocando sus manos en el pecho que parecía que explotaría en cualquier momento.

Susana quería subir a su alcoba a drenar todas esas malditas sensaciones que fungían como millares de flechas atravesándole su diminuto y flaco cuerpo. Ella, por primera vez en años, tuvo el impulso de levantarse de la silla apoyándose del pasamano de la escalera, pero su estado de desolación apenas si le permitió levantarse para segundo después verse tirada sobre la alfombrada escalera donde su cabeza rebotò cual pelota haciéndose mas que un pequeño moretón en su frente, nada grave.

-Señora Grandchester ¿Qué ha sucedido?-se hizo escuchar la voz del editor quien al salir de la salita donde lo habían dejado solo y ver a la rubia tirada en las escaleras salió auxiliarla.

-¿Qué pasa? ¿Y esos gritos?-preguntó esta vez la señora Marlow quien salia de la cocina secándose las manos con el delantal-¡Hija! ¿Qué ha pasado? ¿Qué le ha dicho? ¿Qué le ha hecho?-desgranaba las palabras una tras otras y le quitaba de los brazos del editor a su pequeña.

-Yo no...-trataba de defenderse el editor pero simplemente la señora no lo dejó.

-¡Cállese! Algo le ha dicho a mi pobre bebita-acariciándole los dorados cabellos a Susana-Ella estaba muy bien cuando la dejé con usted.

-Si, pero...-pero una vez mas fue interrumpido y hasta mandado a callar por la Marlowe mayor.

-Serà mejor que se vaya y le diga a su jefe que venga a remediar personalmente el daño que aquí ha provocado usted.-utilizando una voz severa la cual cambio al volver su rostro al de su hija.

El editor hizo lo que creyó propio y se retiró, dejando sobre la mesa el manuscrito que le habia sido entregado por la ex actriz al tiempo que iba balbuceando palabrejas acerca de la sorpresiva situación en la que se habia encontrado.

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Continuara...

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