PRÓLOGO

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El ruido de la puerta al abrirse la sobresaltó, a pesar de estar bien cerrada. No supo cómo hizo él para abrirla. Sabía que era él. Baltazar, el hijo del actual Alfa. Ese día la había observado con tanta depravación que le erizó los vellos de la piel. Lo vio asomarse y se cubrió con sus sábanas como si con ellas pudiera volverse invisible.
Él tiró de sus sábanas haciendo que lanzara un grito ahogado. —Hola chicuela hermosa —dijo el hombre acariciando su mejilla con su áspera mano.
Ella apartó bruscamente su rostro. —Aléjate de mí maldito. O juro que gritaré tan alto que te vas a arrepentir.
Baltazar. Un chico alto, blanco, rubio de ojos azul oscuros y muy influenciado por su padre, la miraba con burla y relamiéndose los labios como si ella fuera un ponqué de chocolate. —Ja, ja, ja… ¿acaso crees que alguien vendrá a socorrerte? —dijo halándola por las piernas. Tirándola del catre en el que dormía al piso dejándola debajo de él.
Su corazón se disparó y a pesar de su advertencia ella gritó, pues guardaba la esperanza de que alguien la ayudara. Rogaba a la diosa luna porque así fuera.
De repente la puerta de la habitación se abrió y vio a su madre con los ojos inyectados de sangre. —¡Aléjate de mi hija! ¡Sólo tiene doce años! —dijo lanzándose sobre él. Ambos cayeron al suelo pero se levantaron inmediatamente. Baltazar quiso correr hacia Valery, su madre, pero el suelo tembló desestabilizándolo. Valery aprovechó y le arañó el rostro dañando completamente un ojo y su mejilla. Él se giró y se abalanzó sobre ella; pero Aysel se interpuso entre ellos colocando su mano en el pecho de él. Baltazar se detuvo bruscamente y un hielo lo cubrió desde el pecho, extendiéndose al resto del cuerpo.
Corrieron lejos de los territorios de Moon Dark. Llegaron a los límites del bosque y de pronto su madre cayó. De su pecho brotaba sangre, mucha sangre. —Corre Aysel, sálvate.
—No te dejaré —dijo la niña con los ojos llorosos—. Eres lo único que me queda.
—No Aysel, encontrarás a tu mate y él te protegerá. ¡Corre! ¡No te salvé para verte morir!
La niña la miró con los ojos abiertos, luego le dio un beso y corrió con las lágrimas saliendo a montones.
Fuera del bosque vio el camino de la represa de Kimmich. Al frente estaba su salvación unos metros más y alcanzaría la carretera. Ahí buscaría quien le ayudara a salir de la ciudad.
Una quemazón en la pierna le hizo perder el equilibrio. Le habían disparado. Las armas debían tener silenciador porque al igual que en el bosque no escuchó el disparo. Miró hacia atrás y vio a Saúl, el beta de Magnus Bane el actual Alfa de su manada y se horrorizó. Si él la atrapaba la desollaría viva, literalmente.
El suelo tembló y ella se asustó. De pronto vio a un hombre fuerte que corría hacia ella. Tenía los ojos de un color humo y por un momento creyó que sus ojos habían llameado antes de volverse rojos. El hombre la tomó en brazos y corrió con ella. —Tranquila pequeña, yo te protegeré. Eres mía.
Sus palabras la hicieron estremecer y sin embargo, se sentía a salvo en los brazos de ese hombre.
Miró por encima del hombro de él y notó cómo Saúl y Fred se acercaban peligrosamente. Tembló en sus brazos y con ella el suelo también lo hizo.
De pronto se vio volando hacia el otro extremo de la presa, donde se conectaba con la carretera, y siendo atrapada por otros brazos también fuertes. El hombre de los ojos humo quedó atrapado entre las placas de concreto de la represa. El otro hombre, el que la atrapó en volandas, quiso ayudarlo; pero él se negó. —Cierra los ojos pequeña —le dijo y ella lo hizo escondiendo su rostro en el pecho del hombre que la había atrapado—. Cuídala, es nuestra Luna —le dijo al hombre. Ella sintió cuando él asintió con la cabeza.
Fue lo último que escuchó cuando se estremeció ante el grito de Fred que le decía a ella que estaban cerca. El último temblor que hubo fue más fuerte derribando toda la presa y llevándose con ella al hombre que le había salvado la vida…

Esta es una nueva historia emocionante. Espero les guste.
Los invito a que apoyen con sus votos y comentarios ya que de esa manera puedo crecer como escritora.
Gracias.
QAP

Mi Pequeña Mate AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora