VII

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Ve al lago del cerezo en el centro del bosque. Ahí estarás segura.
El clic de la puerta al cerrarse la despertó. Abrió los ojos lentamente mientras se acostumbraba a la luz. Se levantó apresurada. –Rápido. Debemos darnos prisas –dijo su loba-.
Lo sé. Hay que llegar al Lago del Cerezo. Aquí moriremos –tomó una bolsa para meter dos mudas de ropa y ropa interior. La amarró bien y caminó hasta el balcón dispuesta a saltar.
Vladimir entró como un huracán en la habitación. Al llegar al despacho, su lobo se había sentido inquieto y cuando le dijo que ellas habían despertado y que algo no andaba bien corrió con la agilidad de un vampiro y la vio caminar decepcionada al balcón. Temió que pudiera cometer una locura. –Aysel –la llamó. Ella se detuvo en medio del balcón.
– ¿Qué haces aquí? –dijo sin volverse.
Él se acercó a ella, la agarró por los hombros, la giró y la abrazó. Puso su barbilla en su coronilla y suspiró. –Te amo –le dijo.
Sintió cómo ella posaba sus manos en su pecho y lo lanzaba por los aires hasta chocar contra el borde de la cama. –Por favor. No digas algo que no sientes –le dijo con la cabeza gacha. Su voz se escuchaba dolorosa.
Él se irguió con los puños apretados. –Pero si realmente te amo –dijo con una voz más grave y gruesa. Blake.
Ella levantó la mirada y notó cómo los ojos de él llameaban y luego se volvían negros. Ladeó la cabeza y le ofreció una sonrisa llena de tristeza. –Tú sí. Pero él no –una lágrima rodó por su mejilla, se giró y saltó en clavado por el balcón.
– ¡Aysel! –el gritó Vladimir fue lo último que escuchó antes de transformarse. Corrió sin detenerse.
Llegó al lago donde el cerezo se levantaba imponente y majestuoso en el centro de este y sostenido por sólo sus raíces que bajaban hasta las profundidades del lago.
Inspeccionó el lugar y encontró una cabaña abandonada. Estaba hecha en madera con techo de paja, un porche que parecía salido de un cuento de hadas, con una silla que colgaba del caballete del porche. Constituida por una pequeña sala con la cocina integrada, un cuarto de baño y una habitación amplia que tenía una cama en el centro, a un lado un armario empotrado y una mesa de noche a cada lado de la cama.
La ventana de la habitación daba una hermosa vista al cerezo del bosque.
Estaba un poco sucia debido al tiempo que llevaba deshabitada. La limpió y luego se recostó en la cama para descansar. Se debilitaba. Y desde que Vladimir le dijera que la amaba sin sentirlo, sentía que se debilitaba con más rapidez.
Se miró las manos y notó los inicios de vitíligio. Su corazón se aceleró por el temor que sintió de no poder ayudar a los suyos. Suspiró y cerró los ojos buscando tranquilizarse.
Un ruido estrepitoso sobre el techo la hizo ponerse en guardia. Una de las varas que lo sostenía crujió.
Se levantó de un salto y en alerta a cualquier ruido o movimiento. De pronto el techo se vino abajo y emergieron dos hombres que se abalanzaron sobre ella. Ella los esquivó por poco y corrió cerca del lago. Intentó hacer temblar la tierra colocando las manos en el suelo pero sólo obtuvo un ligero sismo.
Los hombres se transformaron el dos grandes lobos uno negro y uno color arena. La atacaron. Ella giró para evitar el ataque; pero el lobo color arena logró arañarla en la espalda. Ella se volvió con las manos envueltas en una densa niebla de hielo y alzó las manos lanzando el frío viento que no logró congelarlos si no golpearlos.
Estaba perdida. Sólo le quedaban las tácticas de combate y su loba. Se transformó en una loba marrón y peleó con todo lo que le quedaba. Ellos la embistieron arrojándola a las raíces del cerezo donde cayó en su forma humana de medio lado, con medio cuerpo dentro del lago y el otro medio sobre las raíces. Su largo cabello que ahora se veía gris cubría su rostro y parte de su seno. El vitíligio avanzaba con rapidez. Le faltaba poco para que su color canela desapareciera.
Los lobos intentaron acercarse pero les fue inútil. Una fuerza extraña los detenía, les impedía llegar a ella.

Said y Marcus entraron bruscamente a la habitación de VANESA y lo vieron arrodillado en el balcón. Se acercaron a él y le pusieron una mano en cada hombro. – ¿Qué sucedió? –preguntó Marcus.
Él se volvió a verlos y se puso de pie. –No lo sé. Ella… simplemente me rechazó y se fue.
– ¿Cómo que se fue? –volvió a preguntar Marcus.
– Sí. Se transformó en una loba café claro y se fue –dijo frunciendo el ceño.
– ¿Por qué esa expresión? –preguntó esta vez Said un poco preocupado.
Él lo miró. –La loba que me mostró en el salón de música era de un color crema.
Said abrió los ojos. –Dime que le dijiste que la amabas.
– Le dije que la amaba.
Said apretó el agarre de su hombro y tiró de él con tal fuerza que lo soltó del agarre de Marcus lanzándolo contra la pared cerca de la puerta. –Si aún tenías dudas, ¿Por qué lo hiciste? –dijo con enojo. Se acercó con su velocidad vampírica y lo tomó del cuello elevándolo. Él no se atrevió a defenderse. Su lobo no se lo permitía y él sabía que se lo merecía.
Marcus intentó detenerlo. – ¿Qué te pasa? ¿Lo piensas matar? –dijo agarrándole la mano con la que le sostenía del cuello.
Said lo miró. – ¿No te das cuenta que con lo que hizo le aceleró su muerte? Quizá le quede poco tiempo.
Marcus retiró la mano de la muñeca de Said y la puso en el cuello de su Alfa sobre la mano del vampiro. Ambos tenían el puño preparado para soltarlo y lo hicieron; pero se detuvieron a pocos centímetros de su rostro.
En la puerta apareció Ian. –La manada Moon Blue está siendo atacada y solicitan ayuda.
Los hombres, vampiro y lobo, soltaron a su líder y lo miraron con dureza. –Esto aún no termina –dijeron soltándolo provocando que cayera al suelo.
Se giraron y él se puso de pie detrás de ellos. Salieron a toda prisa.
Al llegar a la salida un vampiro joven, de doce años más o menos. Iba sudado, el sol del medio día era muy fuerte y lo tenía bastante debilitado y agitado. –La manada Moon Red está siendo atacada y necesitan ayuda. Algunos vampiros están allá pero son muchos.
Los tres hombres se miraron. –Tendremos que dividirnos –dijo Marcus.
– Iré con Moon Red es la que está al norte y cerca del territorio vampiro. Said irás conmigo –anunció Vladimir con voz de Alfa-. Ethan. Divide en dos grupos a los ejecutores. Envía a un grupo con Marcus a Moon Blue que está al este y lleva contigo a los ejecutores vampiros y los vampiros –esto último se lo dijo a Marcus-. Ethan vienes conmigo.
– Sí señor.
– Sí Alfa –dijeron todos al tiempo.

Mi Pequeña Mate AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora