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Aysel. Era hermosa y era su mate. Desde que la encontró nuevamente Blake había despertado también, ahora hablaba más a menudo con él. Estaba emocionado y preocupado. Se moría de ganas por marcarla.
Estaba en la habitación de ella, de ellos. Aún no despertaba y era el tercer día desde que los llevaran a la mansión.
Después de explicar a la manada que Verónica lo había encontrado inconsciente y su lobo había quedado totalmente dormido y por tal motivo creyeron todos, incluyéndolo, que era un humano con destrezas increíbles, que luego se casó con Verónica bajo un acuerdo de que si su alma gemela aparecía él desaparecería de su vida; pero ella murió antes de encontrarlo y le heredó el mando de los Vampiros. Ellos aceptaron los hechos. Unos más alegres que otros. Después de eso había decidido quedarse en la mansión con la manada y delegó funciones a Anwar y los demás. Con él se quedaron los ejecutores, Said y un grupo de veinte vampiros. Los lobos lo habían aceptado a petición de su Alfa.
Un gemido lo hizo acercarse a la cama de ella y tomar su mano. –Sufre. Haz algo –le dijo Blake a través del enlace.
¿Qué quieres que haga? No sé qué hacer.
Despiértala. Está teniendo una pesadilla.
Él se acercó aún más para tomarla por los hombros y se encontró con unos ojos grises que lo miraban con asombro, miedo y furia. Se quedó quieto. De pronto sintió que sus pequeñas manos se posaban en su pecho y lo lanzaban con fuerza contra la puerta. – ¿Quién te crees para estar en mi habitación? –gritó. Se puso en pose de pelea.
Él la miro desconcertado. Se puso de pie y la recorrió con la mirada. Estaba de pie al lado de la cama, la luz del balcón le daba en la espalda. Llevaba puesto un camisón que le llegaba a la mitad del muslo y la luz del balcón lo hacía casi transparente, fácilmente podía ver las pequeñas bragas que cubrían su feminidad y no tenía puestos sujetadores.
Ella advirtió cómo se le oscurecieron los ojos y se maldijo por no haberse puesto un albornoz encima. Se puso en posición de pelea y de sus manos empezó a crea aire frío.
La puerta se abrió bruscamente y aparecieron Marcus y Said. Vieron a una Aysel dispuesta a acabar con Vladimir.
– Luna.
– Reina –dijeron los dos al tiempo.
Ella desvió su mirada a Marcus y corrió a él abrazándolo.
Vladimir gruñó acercándose peligrosamente. –Suéltala. Es mía.
Said se ubicó con agilidad entre los dos hombres, puso una mano en el pecho de su Rey y sus ojos brillaron. –Lamento tener que usar mi poder en ti. Pero pienso que lo mejor es dejar que Marcus hable con nuestra reina antes que usted cometa un error.
Vladimir se calmó inmediatamente. Said tenía el poder de apaciguar los corazones alterados; pero debí colocar la mano en el pecho de la persona afectada. Suspiró y asintió. –No vuelvas a calmarme con tu poder, ¿está claro?
– Muy claro mi señor.
Said caminó hasta el balcón y levantó el rostro al sol. –Gracias –le dijo.
Vladimir lo miró desconcertado, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y caminó hacia él hasta ponerse a su lado. – ¿De qué estás hablando?
Said se giró a verlo y sonrió. –Hablo de que al ser nuestro Rey y ser un diurno haz hecho nuestro sueño realidad. Siempre hemos querido sentir el sol en nuestro rostro.
– Pero el sol los debilita. Ya no los desintegran, sí; pero aun así los debilita y mucho –lo tomo de brazo y lo alejó del balcón–. Mejor metete. No te quiero débil.
– Sí. Es cierto, nos debilita. Pero en el momento que marques a nuestra reina y ella vea en nuestro corazón que somos puros entonces podremos apreciar el día en todo su esplendor.
– ¿Por qué lo dices?
Said lo miró, suspiró y sonrió. –Todos creemos que tú eres Elian. El que nos guiará a la luz
Mi Elian… las palabras de Verónica en sus sueños se repetían en su mente. – ¿Por qué lo dices?
– Hay una leyenda entre los Vampiros que hemos estado anhelando.
– ¿Qué leyenda es esa?
– Se dice que después de la batalla, en lo que ahora es el Lago del Cerezo, Elian les ordenó a los Lobos alejarse de ahí y ocultarse, pues ellos serían quienes protegerían a la diosa Luna el día que regresara. Pero una loba Alfa se quedó entre los árboles esperando ver cómo podía ayudarlo, sin embargo, ellos eran muchos y ella sola no podría, así que se limitó a observar cómo terminaban con él.
Suvan, al verlo moribundo y al borde de la muerte decidió que lo dejaría para que tuviera una muerte lenta y dolorosa. Se marchó dejándolo desangrarse.
Uno de los escribas de mi pueblo se quedó sobre un árbol para poder narrar con detalle el final de la batalla y observó salir a la loba de entre los árboles que le dio de beber de su sangre la cual era curativa; pero las heridas de Elian eran tan profundas que sólo logró que recuperara un poco de su fuerza. Iba a morir de todos modos.
Ella lo miró con tristeza y le dijo que debía dejar un descendiente, un recipiente. Él debía regresar también porque él es su protector, su mate, su alma gemela.
Él decidió que sí y la tomó sembrando en ella su semilla. Luego se arrastró hasta el lago y juró regresar. Lo dijo como maldición, como profecía.
– ¿Qué dijo?
Said lo miró un instante y luego recitó las palabras: – Los vampiros me pertenecerán. Y los que me sigan y juren lealtad. A la luz del día, inmunes serán. Colmillos me han de salir. E igual que ellos ágil seré. Y cuando a Nurey encuentre, Entonces despertaré. Mi amor le he de declarar. Y ella fuerte se hará, Con su amor ella me hará regresar. Y sólo entonces. La paz, el orden y la luz a nosotros volverá.
Said miró su expresión concentrada y luego continuó: –Después de eso cayó de espaldas. Un rayo de luz de luna lo cubrió y lo transformó en un enorme cerezo en el centro del lago. Se dice que los rayos de luna bajan como si lo acariciara, como si lo besara. Se dice también que sólo los escogidos pueden acercarse a él.
Vladimir frunció el ceño. –Yo nací dentro del lago –dijo pensativo-. Viví los primeros días cerca del lago.
Said lo miró con una sonrisa de satisfacción.
Vladimir se giró y lo agarró por los hombros. –El nombre de la loba, ¿lo recuerdas?
– Shadia Light.

Mi Pequeña Mate AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora