JIMIN

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Su cuerpo estaba tenso. Sus ojos brillaban. Quería besarla pero su rostro mostraba preocupación, como si quería decirme algo importante.
- Tu mirada me asusta - le confesé mirándola serio. No sabía que decir y ella aún no decía nada.

Y dijo lo que era mi peor pesadilla.

Intenté evadirlo pero ella lo repitió aún más fuerte.
- No Jimin... te dejaré - hablaba sin parpadear. Como decir esas palabras no le dolía? Como si fui alguien para jugar a los sentimientos, como si solo estuvo conmigo por lastima. Estaba enojado y me enojaba aún más cada vez que esas palabras corrían por mi cabeza.
- De que hablas Hall? - escupí. Intenté no sonar tan brusco pero era imposible, como la mujer  que amo me quería dejar?... No sabía que me enojaría tanto pero estaba endiablado. Escucharla decir esas palabras a la ligera y sin ningún problema prendía mi sangre.

- No lo haces por nosotros malditas seas Halley! - grite tan fuerte y golpee el mueble que en mi interior me daba miedo a mi mismo. Como se atrevía a decir que lo hacía por nosotros?! Lo hacía por el. Por ese chico de cabello negro con tatuajes. Namjoon lo tenía que haber matado pero ese chico es tan inútil que se dejó atravesar una bala por un imbecil como Taehyung. Era un pequeño bebé desde que lo conocí y aún lo era, por más fuerte que se volviera. - No me vas a dejar - escupí y mi instinto colocó ambas manos en sus hombros y apreté fuertemente. Quería que sintiera el dolor que me hacía sentir por dentro. Quería que supiera que sufría pero ella no entendía.

- Estas loco - habló sería. Las palabras que yo más odiaba. No por el hecho de que estaba loco, pero por el hecho de que no era ningún inútil, bueno para nada. Y me dolió. Viniendo de ella era como miles de golpes en mi cara venir al mismo tiempo. Y ella lo sabia porque sus ojos gritaban perdón. Mis brazos cayeron de sus hombros con tristeza. Esas palabras la escuchaba todo el tiempo, pero ella ya me veía como alguien más. Era como si no me reconociera, soy yo. Respiré hondo y la miré.
- Park - murmuró, hablaba despacio para no desesperarme pero ya lo estaba.
- No digas nada Halley! - estaba enfurecido.
- Es una orden - hable y me sorprendí a mi mismo. 

Cerré los ojos acordándome de como mi padre me obligaba a hacer tantas cosas y al llorar para que no me obligara a hacerlo, sonreía y siempre decía, 'Es una orden Jimin'. Me dio escalofríos con solo pensarlo, me estaba convirtiendo en el. No, ya yo era como mi padre. Caminé hacia la puerta y tranque de manera que no saliera de mi vista ni de casa. Estaba decidido, no dejaría que se fuera, aunque tuviera que amarrarla y dejarla ahí, pero era mía para siempre.  Extendí mis manos, de forma que me las pasara para asegurarme de que no escaparía. Ella negó rápidamente, tenía miedo, estaba temblando y no la culpaba, si fuera un demonio en este momento mis ojos estuvieran rojos.

- Dame las putas manos Halley! - grite y las tome por mi mismo. Las puse detrás de su cuerpo y las apreté fuertemente. Por un segundo reaccione. Que hacía?! Este no era yo... Es necesario Jimin, te dejara. Asentí a la voz de mi padre, era cierto. Me dejaría por ese chico. En ese momento me enoje aún más al saber que mi padre siempre tuvo razón, no confíes en nadie, cualquiera puede hacerte daño, si yo lo hice...  cualquiera lo hace.
- Eres mia - escupi frio - mia y de nadie mas - gruñó debajo mi voz. Miré sus ojos marrones, claros del dolor y asustados por lo que le hacía en estos momentos.
- Jimin, no hagas esto - sollozó. Era lo único que podía hacer. En sus ojos se veía como repetía todo, desde el secuestro hasta ahora. Lo vulnerable que era ante mi. Y no lo negaría que me excitaba verla así, débil, pidiendo que la salvara.

- Lo siento Halley, pero te irás con el y me dejarás aquí solo - termine para sacar una aguja con anestesia que tenía en mi bolsillo. No se porque la había tomado, ni me acuerdo cuando lo hice, pero mentalmente agradecía. Así no tendría que verle el rostro despierto y arrepentirme de todo antes de colocarme la venda. Sus ojos parpadearon lentamente hasta que completamente se cerraron, avisándome que ya dormía tranquila, sin ninguna preocupación.

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