Capítulo 13

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Devasté dos libros en tres días y me sentía mal por no aprovechar cada una de sus páginas más lentamente. Ese era mi mejor plan, liquidar libros y satisfacerme de todas esas ideas que hacen que tu celebro imagine,sueñe y fantasee.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe y suspire resentida. Odiaba que no tocaran antes de entrar.

-Leire cariño - mi madre entró y me examinó con sus ojos marrones,se veían cansados pero después del turno de guardia se comprendía.- Ya estamos aquí, nos vamos a echar un rato tu padre y yo.

Asentí con la cabeza sin despegar mis ojos de las páginas desgastadas. Era lo mismo de siempre.

-¿Cuando vas a hablarme? - suspiró triste. Desde que llegué el día de navidad decidí no hablarles; puede resultar un comportamiento infantil pero tengo mis motivos. Estaba harta de que siempre ocurriera lo mismo, que el trabajo estuviera por encima de cosas más importantes.

Su trabajo lo era todo para ellos. Admiraba la forma en que se dedicaban en cuerpo y alma a hacer sentir bien a los demás, a salvar vidas, a dar esperanzas. Por otro lado no comprendía como no lo apartaban para motivos primordiales como es dedicarle tiempo a su hija. 

-Te hemos perdido perdón mil veces Leire, sabes como es nuestro trabajo.- La miré y la vi más pálida que de costumbre.

Claro que sabía como era su trabajo, lo sabía desde hace ya veinte años pero cuando mi hermano estaba en la casa las cosas no eran así. Con él todo era diferente, buscaban más hueco libre para estar juntos (o mejor dicho con él) y comprendía el favoritismo hacía su parte.

-Esta bien - fue lo único que le dije. Su mirada pasó al suelo.

-¿Vas a salir? - preguntó poniendo su mano en el pomo de la puerta.

-No me lo había planteado - Realmente no había pensado salir pero después de estar tres días encerradas puede que me hiciera falta tomar el aire.

-¿Con ese tal Alejandro?- mostró su sonrisa cansada y me miró cómplice.

-Déjalo mama, enserio.- mi voz sonó como una súplica.

-Esta bien pero escríbeme para saber donde estas si al final sales. - Asentí de nuevo volviendo al libro y escuché cerrarse la puerta.

Suspiré y dejé el libro encima de mi cama. Mentiría si no reconociera que había pensado en él más de lo que hubiera imaginado en un principio. Cuando leía, mi mente lo imaginaba como el protagonistas de esas historias cliché y eso era algo que jamás me había pasado con nadie tan rápido.

Deseaba que me llamara, escuchar su voz y  oler esa fragancia que hacía que tu corazón latiera más rápidamente anhelando respirar profundamente para que así en un pequeño intento jamás escapara de tus fosas nasales.

Mi móvil sonó y solo tuve que estirar mi brazo derecho para cogerlo.

-Aquí pensando en ti - saludé a mi amiga.

-Si estuvieras pensando en mi no me lo hubieras dicho - que bien me conocía. Sonreí aunque ella no me viera.

-Estas muy aburrida por lo que puedo apreciar - Dije.

-Como lo sabes - afirmó- estar en mi pueblo es un calvario - Oí como se movía.

-Ya te queda menos- intentaba sonar positiva. 

-Todavía queda un infierno- Bufó y yo reí. - Por cierto, he hablado con Cristian - su voz sonó diferente 

-Que novedad - rodé mis ojos aunque ella no me viera 

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