Capítulo 31

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—No se que mierda habrá pasado pero ¿Te crees que esas son formas de comportarte?

Ana gritaba histérica por todo lo ocurrido. Irene se había ido a su habitación por orden de sus padres;Luis andaba de un lado a otro con un cigarrillo en la mano mientras que Ana seguía regañando al chico de ojos verdes el cual estaba sentado con un bolsa de hielo en la parte derecha de su cara.

—Me ha provocado.—soltó de mala gana.

—Claro y te crees que es la excusa perfecta para exculparte ¿Sabes con que cara hemos tenido que despedir a Lucia y Sergio? 

—¡La culpa ha sido de Dani!—gritó Alejandro.

Yo estaba de pie observando toda la situación y sin saber como reaccionar, ni que decir. 

—Creo que eres lo suficiente mayor para saber lo que has hecho. Mañana seguiremos hablando del tema porque ahora es mejor que nos vayamos a descansar, es tarde.—habló Luis.

—Estoy de acuerdo contigo —agregó Ana— Leire quédate aquí esta noche.

Asentí sin mover un ápice de mi cuerpo mientras observaba como sus padres se marchaban del lugar para dejarnos solos. Alejandro permanecía sentado, mirando hacía un punto fijo con una mirada intrigante.

—Esto no es culpa tuya—susurró sin apartar la mirada.

—No se que decir ni que pensar—mi voz sonó frágil.

Alejandro se levantó para caminar hacía la esquina donde me encontraba —Anda, vamos.

Con eso salió del salón para adentrarse en las escaleras, mi cuerpo reaccionó sabiendo que lo que menos necesitaba ahora era quedarme sola. Continuamos por el pasillo que me resultó conocido por la última vez que estuve aquí y entramos a su cuarto. 

Caminó hasta su armario sacando una camiseta básica y unos pantalones cortos de chándal.

—Con esto estarás más cómoda —dijo mientras me lo entregaba.

—Gracias. ¿El baño es ese?—señalé la puerta de la izquierda.

—No tienes que ir a cambiarte, puedes hacerlo aquí—me sonrió.

—Date la vuelta—bufé.

—¿Enserio?—preguntó extrañado.

No tuve que decir una palabra más porque haciendome caso se giró por lo que comencé a quitarme el vestido rápidamente para colocarme la ropa que me había facilitado.

—No puedo evitar sentirme como una mierda por lo que ha ocurrido—dije colocándome la camiseta.

—Te he dicho que no es tu culpa pequeña Leire, esto viene ya de lejos.—dijo mirando de reojo a lo cual sonreí.

—Jamás pensé que el pudiera decir..—me quedé callada observándolo—aunque realmente ¿Qué hubiera cambiado si no hubiera dicho lo que dijo?—le pregunté a lo cual el me miró fijamente.

—Tal vez evitar hacerle daño a Clara, tal vez no hacerme pensar miles de cosas que me atormentaba o no se simplemente haberse comportando como el mejor amigo que era.—dijo dolido.

Se quitó la camisa manchada de un poco de sangre para ponerse una camiseta limpia y unos pantalones cómodos. Su facción era fría y tensa haciendo que pensaras que ese chico sociable y sonriente jamás ha existido.

—No lo estoy defendiendo—dije sentándome en su cama contrayendo mis piernas hacía mi pecho.—Solo que no se, es muy difícil.

Sus ojos verdes me observaban y tal vez diría que mis palabras lo único que hacían era cabrearlo más.

—¿Te gusta?—su pregunta hizo que abriera los ojos.

—¿Qué estás preguntando?—lo miré sería, este chico era tonto.

—¿Te gusta?—pregunto las mismas dos palabras.

—¡Pues claro que no me gusta! ¿Qué te hace pensar algo así?—alcé la voz, en cuanto escuchó mis palabras cerró los ojos arrepentido.

Se sentó conmigo en la cama para colocar su mano en mi brazo.

—Lo siento solo estoy algo celoso creo—su revelación hizo que sonriera sarcásticamente.

—Creo que sabes perfectamente lo que siento por ti—dije directa.

Su labios mostraron una tierna sonrisa y juro que mi corazón volvió a caer rendido al ver esos hoyuelos aparecer. Su mano se danzó arriba y abajo de mi brazo izquierdo, mis ojos seguían ese inocente acto.

Me tumbe entera en la cama algo que Alejandro imitó rápidamente, me giré para observarlo. Su mirada pasó al techo mientras que yo permanecía de lado

—Duerme conmigo—dijo.

—¿No crees que tus padres se vayan a molestar?—fue lo único que se ocurrió responder.

—Somos ya mayorcitos como para hacer lo que queramos y además te necesito.

Esa confesión fue la misma que la que mi yo interior pensaba continuamente desde la última media hora. Sonreí al saber que los dos nos necesitábamos mutuamente.

—Me quedaré aquí contigo—revelé.

Su cara se giró para observarme,pocos segundos después giró su cuerpo completamente hacia mi dirección. Su mano derecha tocó mi mejilla suavemente por lo que cerré los ojos ante ese gesto inocente, sus dedos tocaron mis labios y noté como mi subconsciente actuó rápidamente al humedecerlos. Abrí de nuevo mis ojos para encontrarme los suyos en un tono más oscuro , observando las reacciones de mi cuerpo mientras el me tocaba delicadamente.

—Siento mucho que hayas presenciado lo de antes—habló—realmente me quería contener pero mi paciencia a veces también se consume y no sabes la ira que llevo dentro desde que se todo lo que has descubierto hoy. Eres tan inocente, tan buena—su mano bajó hacía mi clavícula mandando reacciones eléctricas— pero a la vez tan inteligente y temperamental que no culpo que cualquier persona se quede hipnotizado contigo—su mano viajó a mi brazo para volver a moverse de arriba a abajo.

—Pero eso no es un problema cuando yo solo estoy hipnotizada contigo—susurré.

Su nariz rozó la mía, aumentando las ganas de que me besara.

—Te quiero pequeña Leire, y no se que es para ti esto que tenemos —se separó un poco para observarme mejor—pero quiero que estemos juntos oficialmente, poder decir a los cuatro vientos que somos novios, besarte hasta que se me olvide el espacio tiempo que estoy viviendo, quererte como jamás nadie lo hará y hacerte mía de miles de formas distintas.

Mi garganta se secó de repente, mi corazón sufría de un mini infarto por sus palabras y literalmente mi cuerpo vibró con cada palabra suya.

Mi mano viajó hasta su pómulo golpeado, tocando ligeramente ese lugar para no herirle. Su respiración comenzó a agitarse al igual que la mía.

—Acepto todo eso que acabas de decir—susurré—te quiero de todas la formas que se pueden querer a una persona y eso nada ni nadie podrá cambiarlo nunca.

Sus labios sellaron el resto de palabras que querían salir al exterior pero realmente no hacía falta decir mucho más, eramos dos personas afortunadas en un mundo adverso.

Dos almas que viajan en la misma dirección pueden ser consideradas como ese hallazgo afortunado que todo el mundo quiere experimentar. Serendipia.

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N/A: ¿Habéis experimentado algo así? Al parecer nuestros protagonistas si. Ojalá os haya gustado tanto el capítulo como a mi escribirlo.

P.D Si os gusta votad y decirme que os ha parecido el capítulo ya sabéis que siempre me hace mucha ilusión leeros. Os quiero. <3


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