Capítulo 24

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Cuidar a un niño a veces es una odisea y digo a veces porque unos días se encuentra sentado en el sofá sin rechistar en absoluto mientras que otras no sigue tus directrices de ninguna manera. Hoy era uno de esos días.

Lucas se encontraba delante mía con los brazos cruzados y con las mejillas hinchadas por el aire acumulado. Curioso la manera en la que un niño consigue todos sus propósitos le cueste lo que le cueste ¿no?

—He dicho que no vamos a ir y punto—intenté sonar autoritaria.

—Yo quiero ir a la heladería—dijo con los mismo gestos de antes.

—Lucas, hay helado del que te gusta en la nevera no es necesario ir—volví a decir para ver si lo entendía—ponemos una película cogemos el bote de helado y nos sentamos en ese precioso sofá—dije señalándolo.

—¡No! Yo quiero ir allí—dijo mientras se tumbaba en el suelo y pude ver sus malvadas intenciones.

—Ni se te ocurra— dije pero fue imposible

Lucas empezó a patalear y a gritar fervientemente para llamar la atención. El timbre de la casa hizo que suspirara cansadamente.

—¿Qué le estas haciendo al pobre Lucas?—Dani entró corriendo en su busca para hacerse el héroe como siempre.

—A falta de un niño, dos—dije sabiendo que me habían escuchado los dos.

—Voy hacer oídos sordos a tus palabras—dijo para dirigir la atención al niño que había dejado de patalear.

—Dani dile a tita Leire de ir a la heladería—puso ojitos.

—Leire, hay que ir a la heladería—dijo seriamente y no pude evitar reírme de la situación

—¿Eso es un si?—preguntó y asentí.

—¡Bravo!—gritó Lucas poniéndose en pie feliz

—No lo habrías conseguido sin mi pequeñajo—Dijo Dani sonriente.

—Íbamos a ir de todos modos, dijeras lo que dijeras—confesé.

—¡Vamos!—gritó Lucas ya preparado en la puerta.

Asombroso la rapidez de las personas sean niños o no para ir a algún sitio que le entusiasma. Caminamos hasta la heladería donde hacen el helado de vainilla favorito de Lucas, al llegar vimos como todo estaba repleto de gente incluso todas las mesas del lugar se encontraban ocupadas haciendo casi imposible sentarse allí.

—Yo quiero sentarme—se quejó Lucas

—No todo en esta vida es posible—dije amablemente

—Si quieres puedo conseguir un sitio—dice Dani seriamente.

—¿Cómo lo conseguirías?.

Su cabeza señaló hacía unas mesas de la derecha por lo que me giré para mirar hacia esa dirección, me encontré al chico de ojos verdes sentando sonriendo ampliamente en compañía de su chica, había pasado una semana de la última vez que lo vi y ahora fui consciente de que parecía mucho más tiempo.

—Mejor no—fue lo único que articule, me asombró ver como a él le pareció bien.—¿No te molesta?—pregunté.

—¿El qué?—me miró sorprendido.

—La situación, tengo la sensación que todo está mas incomodo de lo normal además él es tu amigo y no veo que estuvierais como antes.

—Es complicado— es lo único que le dio tiempo a decir.

—¡Nos toca!—gritó Lucas emocionado.

Después de pedir su helado de vainilla y dos granizadas de limón nos dispusimos a buscar un pequeño asiento en los alrededores de la heladería.

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