La noticia

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Los días pasaron, Leo sano sin embargo para mi cada día es peor, y más por todas las dudas que surjan día con día al respecto de mi lejanía con Leo a quien e evadido a toda costa.

-Emily- observo a Susan frente a mi- ¿ya terminaste tu cena?.

-Si, si, yo... No tenía mucha hambre hoy- Ayudo a Susan a recoger los trastos intentando evadir su mirada llena de preguntas.

-No quería preguntarlo, ¿pero qué ha pasado contigo Emily?, después de que el consejero hablará contigo, has cambiado bastante, estas apagada, en otro mundo, fría.

-Sólo me di cuenta de la realidad Susan- le pasó por un lado. No quiero volver a recordarlo todo no otra vez.

-Pase lo que pase, sólo sigue a esa Emily que estas escondiendo, aquella que escuchaba a su corazón de niña antes que a cualquier regla- me da un beso en la frente para dejarme ahí, sola. Me recargo en la mesa que está en la cocina pensando en sus palabras.

Ni yo me e sentido bien, me siento retenida, fuera de mi yo, pero tristemente las cosas tuvieron que ser así, no puedo dejar que esa Emily anterior salga, pues esa Emily, se dio cuenta del cariño tan grande que le tiene a Leo y de lo imposible que sería dejarlo ir.

Apago la luz de la cocina y salgo de ella a oscuras. Paso por los ventanales gigantes hasta que algo llama mi atención. Hay alguien afuera de la pequeña capilla. Me quedo un momento más para saber si es él o no, y si, es Leo quien está sentado en las escaleras, sube su mirada y se que no me ve, no con tanta distancia. Prosigo mi camino hasta llegar a mi habitación y e intentar dormir.

La luz del día quema mis pupilas y me veo forzada a despertar pues ni la almohada ayuda. Luego de bañarme y vestirme, voy al baño para lavarme los dientes cuando veo la pulsera de Leo en mi muñeca y una gran melancolía se asienta en mi. Si algo considero peor que la muerte, es tener presente en, vida a la persona y tener que tratarla como si esta no existiera.

Termino mis labores y estoy por salir cuando alguien toca la puerta para después ver a una seria Susan observarme.

-Buenos días Susan, ¿pasa algo?.

-Me gustaría que fuéramos a caminar- asiento con un mal presentimiento. 

Bajamos hasta la cocina para de ahí poder salir al jardín y no puedo evitar ver a todos agitados de un lugar a otro, y peor aun, evadir mi mirada, como si algo me estuviesen ocultando.

Salimos al jardín y mis nervios cada vez están peor.

-¿Y eso qué quisiste salir a caminar conmigo?- inició con la conversación.

-Necesito hablar contigo Emily, decirte una noticia en realidad, peor no quería hacerlo con personas a nuestro alrededor.

-¿Y qué esperamos para saberla?- se detiene para observarme con dulzura y preocupación.

-Como tu lo sabes, desde que Leo tiene quince años se le ha hecho un baile para festejar su cumpleaños.

-Mismo que se tenía cancelado, ¿no?- su rostro se comprime y entiendo la referencia.

-Supuestamente, sin embargo la reina dio la orden a primera hora, de que el baile se llevará a cabo el día de mañana.

-Pero... Leo hablo con ella y le pidió de favor que este año su cumpleaños no sea celebrado como todos los años.

-Y así lo creíamos todos, sin embargo, sabemos que Leo cada vez esta más cerca de la corona...

-Y necesita de una reina- musito a lo bajo.

-Solo quería decírtelo para que estés preparada ante cualquier situación.

-Si- esbozo una sonrisa que no se de donde saque- no es la primera vez que veo a Leo con una chica.

Aun que si la primera en la que su intención es conseguir una reina.

-Yo lo lament...

-No, esta bien, no esculpa de nadie en realidad, así es la realeza, lo bueno es que le darán a escoger y no será forzoso. 

-¿Estás bien?.

-Si, lo estoy,.- miento- iré a caminar un poco, en unos minutos vuelvo a mis labores.

-Esta bien, tomate el tiempo que necesites.- me da la espalda para ir hacia la entrada pero se detiene y me detiene.- Y Emily.

-Dime.

-Eres una chica increíble.

-Muchas gracias Susan- dicho esto, ella continua con su caminata y yo con lamía.

La idea de Leo casado duele, no solo por es desorden que siento por él, sino, porque se a lo que esto conlleva, no estaré casada ni e vivido en si un  matrimonio pues el rey siempre estaba ausente y lejos de la reina, cosa que se que Leo no hará, pues el reino no se ve amenazado, los tratos y conferencias ya no son tan frecuentes, en resumen los tiempos cambiaron. Sin embargo eso no quita que el que Leo este por ser Rey no quita que sea humano, que pueda sentir y sin duda alguna enamorarse de quien sea la nueva reina. Se también que Leo y yo no volveremos avernos igual por respeto a él, a su puesto y a su esposa.

Tal vez esto de ir cambiando las cosas desde este momento no sea tan malo, pues así, cuando Leo este lejos de mi, no me sera nada del otro mundo, ni mucho menos extraño el tenerlo distantes de mi.

Llego a aquel lugar tan especial, aquella guarida que de niños Leo y yo forjamos. Me siento a las afueras de esta y algo en mi se asienta al recordar lo que paso la otra noche y todo lo que sentí. Recordar como llegue a este lugar, como conocí a Leo y lo bien que la pasamos juntos, sin saber que todo ese tiempo uno en compañía del otro sería algo peligroso más adelante, sin tomar en cuenta que en algún momento de nuestra vida todo iba a cambiar y aquellos pequeños niños que solían jugar y bailar al son de alguna canción imaginaria, serian jóvenes, y ella seguiría siendo solo una plebeya que entrega su vida a servirle a él, un príncipe que pronto seria rey.

Las lagrimas no pueden retenerse más en mis ojos y salen sin discreción alguna, lagrimas que no pretendo detener más, pues esto es más delo que algún día creí soportar.

¿Quién diría qué este día llegaría, un día en el que estoy por perder  lo que más quería?, primero mi madre, y después Leo.

Encierro mi rostro entre mis manos y los sollozos hacen acto de presencia mientras intento liberarme de todo entre lagrimas.

Enamorada de un PrincipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora