VIII

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 20 de diciembre de 1944

Amor mío:

Las fiestas ya están cerca y te extraño como nunca. Me gustaría que estés aquí para Navidad, aunque sé que es un deseo iluso. Aun así, guardaré tu regalo para cuando vuelvas, sé que te va a gustar.

Incluso Lucinda te empezó a extrañar. Debo admitir que es mi culpa por hablarle tanto de ti, pero no puedo evitarlo. Yo también empecé a extrañar su familia que sigue dispersa por Europa.

Aquí ya hace un frío de muerte, por lo que no me quiero imaginar lo que debe ser en Francia. Ruego a Dios de que tengas un plato de comida caliente (sé que ninguno superará los míos).

Te amo más que nada en el mundo. Llevo puesto el anillo que me diste y duermo de tu lado de la cama, pensando que estás junto a mí. Me hace inmensamente feliz pensar en que algún día seremos marido y mujer, pero hasta que ese día llegue, el día en el que regreses, tendré que esperar un poco más. No me importaría casarme contigo apenas bajes del barco, no quiero una gran ceremonia, sólo te quiero a ti. Para siempre.

Te adora, tu prometida.

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