La Esencia de la Muerte

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La vida, aquella vida que vino desde un antes y un después, sin duda alguna tenía sus altos y bajos. Vivíamos rodeadas de una serie consecutiva de problemas y aunque tratábamos de huir de estos, ellos llegaban desatando el caos en una familia compuesta por dos insípidas mujeres. Una de ellas era mi madre, Elizabeth, una mujer fuerte, valiente y decidida. Luego estaba yo, su única hija, la consentida, la buena alumna y amiga, la chica llamada Helena Margaret Townshend.

Y mucho después, estaba la casa. 

Aquella casa.

Pero no era el momento, ya que aún no conocía aquella casa.

Aun no. 

Después de un tiempo, todo eso cambió drásticamente. Mi madre vivía consumida entre deudas y de alguna forma, yo trataba de calmarla en cada momento, ya que desde que murió mi padre, nuestras vidas tomaron un giro inesperado. Simplemente nuestras vidas se habían vuelto completamente difíciles. Era así como con el paso del tiempo, veíamos que nos debilitábamos rápidamente y llegábamos a pensar que todo era una especie de juego cruel que el destino nos daba.

Papá decía que todo pasaba siempre por una razón, pero desde que él se había ido, aún no encontraba la razón de todo esto, de toda esta tristeza y desesperación. Mi padre, mi amigo, mi compañero, nos dejó hacia solo unos pocos meses y aún me parecía una completa mentira.

Su enfermedad, su cáncer lo consumió poco a poco. Simplemente, la noticia me cayó como un enorme balde de agua fría que todavía sentía sobre mi espalda cada vez que recordaba aquel episodio negativo. Debido a esto, tuve que dejar mis estudios en la universidad y mi madre cayó en una gran crisis, ya que no sabía qué hacer con esa gran empresa que por años le había dado a mi padre tantos grandes frutos.

Papá era dueño de una mueblería de gran prestigio en Nueva Yersey, la cual obviamente mi madre tomó la decisión de vender para así ir pagando los gastos de la maligna y agresiva enfermedad que tenía mi querido padre. Con ello todo lo que conocíamos, desaparecía para siempre. 

Mucha gente quedó sin trabajo, pero también ellos hicieron lo posible para ayudarnos, para hacer que volviéramos a resurgir, ya que era una empresa que le daba trabajo a muchísima gente. Desafortunadamente esto no se logró ya que sin avisar apareció un intruso, un pariente de mi padre el cual quiso invertir en la empresa y hacerse cargo de lo poco que nos quedaba. Al fin de cuentas, se aprovechó de las malas circunstancias y se fue una mañana de invierno. Nos dejó sin un centavo, se había llevado todo, dejándonos solo deudas y problemas los cuales mi madre se había hecho cargo, a pesar de las dificultades.

Había pasado más de un año y todo era completamente diferente. Mamá y yo tuvimos que vender la casa que me cobijó por veintiún años y comprar una más pequeña, en donde apenas cabíamos ella y yo. Tuve que empezar a trabajar para poder ayudar un poco a mi madre. Vendimos cosas muy valiosas y de gran valor sentimental, ya que la situación cada día se volvía más y más compleja. Mi madre no encontraba trabajo y lo que yo ganaba en la heladería, apenas alcanzaba para comer.

Todo ese tiempo me había consumido en una profunda depresión, de la cual no sabía si algún día lograse salir de ella. Todo parecía un mal sueño y ya no sabía qué hacer, ni a quién acudir, ya que los amigos incondicionales que tenía mi padre cuando supieron de lo que nos sucedió, todos simplemente se habían alejado. Mis compañeros de trabajo me trataban bien, pero aún no tenía el valor suficiente para contar todo lo que estaba pasando. Quizás me asustaba, me aterraba el simple hecho de que no me aceptasen o que me despidiesen de allí en tan solo cuestión de minutos.

Los días y noches eran exactamente iguales. Mi madre se estaba desesperando, las cuentas no dejaban de llegar y solo pensábamos que en cualquier minuto, alguien se presentaba para quitarnos el único hogar que hasta ahora era nuestro.

Hasta que llegó ese día.