A pesar de que don Bernard me contó aquella historia, a pesar de que pude haberme quedado tranquila, a pesar de todo, no logré dormir. Simplemente resultó ser algo difícil, ya que mi mente y mi corazón no estaban tranquilos. Ya todo estaba claro, todo está dicho y eso era suficiente para poder darme una idea de lo que había ocurrido en esta casa. Sin embargo, algo en mi interior me pedía saber un poco más. Sentía que a pesar de que la historia estaba completa, algo faltaba, algo que quizás don Bernard o Margaret no soltarían fácilmente.
Todo en mi mente se volvía oscuro, tan oscuro como mi enorme habitación. Pensaba en las millones de preguntas que se iban acumulando hasta el punto de hacerme sentir mal, ya que claramente estaba delirando, porque no es normal que escuche voces a las dos de la mañana. Aquellas voces no paraban, me llamaban insistentemente, y por más que me tapaba los oídos, estas seguían y seguían haciendo que las voces hicieran retumbar las ventanas. Todo ahí crujía, además, el clima no estaba siendo una buena compañía, dado que el invierno estaba haciendo grandes estragos y además esto hacía que comenzara a sentir que en cualquier momento, el techo se saliera de su lugar.
Después de tantas dudas y tantas gotas de lluvia que se dejaban caer por mi ventana, poco a poco comencé a quedarme dormida, haciendo que quedara en la posición correcta. Me relajé, debía hacerlo después de haber tenido un día bastante agitado, así que sin más dilaciones, cerré mis ojos y me fui sumergiendo en un profundo y tranquilo sueño.
Todo estaba bien, todo en esa gran habitación era silencioso. Pero el frío comenzó a ser más intenso, más insoportable, tanto que me hacía temblar de pies a cabeza. Con esto solo pensé que debían arreglar la calefacción, pero esto seguía, así que me levanté, cogí una cobija y mientras hacía esto, mi puerta comenzó a abrirse lentamente. Creí entonces que mi madre venía a preguntarme algo, pero como siempre me equivoqué, ya que no era ella, era algo luminoso, algo extraño, algo que se movía mientras hacía crujir el piso con cada movimiento que hacía. Me quedé mirando esa cosa en silencio, ya que era algo que por más que lo miraba, no lograba distinguir con claridad. Pude haberme asustado o haber llamado inmediatamente a mi madre, pero solo me quedé inmóvil en una esquina mientras aquella cosa salía de mi habitación. Simplemente no podía dejar que se me escapara, sabía que no debía hacerlo, sin embargo la seguí. Bajé cada uno de los escalones hasta que llegamos al salón, donde la tapa del piano estaba abierta y al ver el cuadro del sir, me di cuenta que este estaba cubierto de sangre.
Me quedé algo impactada por tan extraña situación. Traté de gritar, pero por más que lo intentaba mi voz no salía. Solo me quede ahí con la boca abierta, mientras me acercaba poco a poco hacia el hombre de ese cuadro tan antiguo. Sentía que debía tocarlo, necesitaba sentir su textura entre mis dedos solo por una vez.
Sin darme cuenta, sin saber que era lo que me esperaba al tocar esa pintura, mis dedos solo hicieron contacto con ella, produciendo inmediatamente que mi corazón latiera a una velocidad increíble. La verdad no sabía porque me estaba sucediendo eso, solo sé que al mirar mis manos, estas estaban sucias. Me las sacudí y al levantar mi mirada sentí como si alguien me empujaba, mientras decía mil veces: AYÚDAME.
Quede ahí tirada, pensando que al despertar me encontraría en mi confortante cama, sin embargo no fue así, ya que mientras estaba con mis ojos cerrados, fui escuchando una voz familiar que me hizo volver de mi estado inconsciente. Poco a poco mi madre me fue despertando. Su rostro demostraba claramente una gran preocupación, ya que solo me miró y dijo:
- Te he estado llamando, pero tú no contentabas
- ¿Cómo llegué aquí?- pregunté mirando todo el lugar
- Estabas sonámbula- dijo mi madre algo intranquila
No era posible, sabía perfectamente que estaba dormida, sin embargo estaba tirada en el suelo muy cerca de aquel cuadro. Así fue que mi madre me levantó del suelo y me llevó hacia su habitación, donde me acostó en su cama y me cobijo muy tiernamente. Yo quería dormir en mi propia cama, pero mi madre no me dijo nada, más bien trajo algunos antibióticos y paños tibios, ya que era evidente que me estaba consumiendo en una fuerte fiebre.
Aquella noche fue la más larga de todas. Simplemente no pude conciliar el sueño, ya que decía cosas sin sentido y a cada momento me venían temblores. Sentía que toda la habitación se volvía pequeña, al punto de estar sofocándome. Mi madre solo tomaba mi mano y a pesar de que en muchos minutos yo cerraba mis ojos, estaba consciente de todo lo que ella decía. Se veía triste, lo sabía por su tono de voz tan desesperado.
Fueron tres días en donde no fui capaz de poner los pies en el suelo. Solo me quedé en la cama de mi madre, mientras ella desesperada, buscaba la forma de que algún médico me asistiera. Debido a esto, el miedo la sobrepasó, ya que no quería dejarme sola. Fue así como sorpresivamente llegó el abogado para saber el resultado de la conversación sostenida anteriormente y de la decisión definitiva con respecto a la casa. Mi madre en su desesperación, le manifestó que para ella en ese momento, era más importante su hija. A lo que el abogado en respuesta, pide a su chófer que se dirija a la ciudad y traiga a la brevedad posible un médico.
La espera se hizo eterna, hasta que por fin llegó. Él en forma desconfiada ingresó a la casa, donde mi madre le solicitó que subiera las escaleras hasta su habitación. Aquella situación fue algo tensa, debido a que el medico se sentía demasiado intranquilo al ingresar a la casa. Esto resultó ser bastante evidente, ya que mientras él me examinaba, no paraba de mirar los alrededores del dormitorio.
Cuando él se retiró, solo escuché que le decía a mi madre que yo estaba bajo un cuadro de stress, el cual no era normal para mi edad, porque demostraba signos de que mi salud se estaba deteriorando. Debido a esto, él aconsejó que yo debía someterme a un tratamiento periódico. A lo cual me resultó sumamente extraño que él le comentara a mi madre, que si necesitaba nuevamente de sus servicios, tendríamos que desplazarnos a su consulta en la ciudad.
Por un momento pude incorporarme y dirigirme hacia la ventana, donde pude divisar al médico que salía casi corriendo de nuestra casa. Esta actitud nuevamente me intranquilizó, ya que nuevamente volvieron a mi mente, todas las dudas y los misterios que esta casa esconde tan celosamente.
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La Esencia de la Muerte
Misterio / SuspensoCuando una joven y su madre, se mudan a la misteriosa mansión de sus antepasados, nunca imaginaron que su nueva vida estaría envuelta en secretos y susurros de un pasado oscuro. La vieja mansión, envuelta en sombras y rumores de estar embrujada, par...