Osomatsu no dudó en seguirlo; empujando a cuanta persona fuera necesario para alcanzarlo.
El chico se apoyó de la baranda que daba al puente. . Oso apareció detrás con la respiración entre cortada debido a la carrera.—Karamatsu. . ¿Estás bien? —
El otro lo miró, sintiendo sus mejillas ya humedecidas; estaba llorando.
—No puedo. . No puedo sacarte de mí mente. No puedo seguir adelante. . Y no sé que hacer, yo. . En serio quiero sentirme feliz otra vez. Pero me hundo en este agujero cada segundo. ¿Sabes?. Ese chico con el que salía en serio me quería y yo.. aquí estoy. —Las palabras de Kara enternecieron una vez más al mayor, que simplemente se abalanzó para atraparlo entre sus brazos. Acariciando sus cabellos mientras susurraba a su oído.
Poco y nada le importaba que los pudieran ver.—Hey, Hey. . Estaría mintiendo si dijera que no me pasa igual. —Lo abrazó con un poco más de fuerza. —Karamatsu, ahora lo comprendo todo, Yo. . En serio te necesito. —
—¿Para qué me necesitarías? No entiendes, estoy hablando de que. . De que quererte tanto me duele, Me duele como no tienes idea. Y jamás podrás entenderlo. —Trató de huir , más el otro no se lo permitió.
—Lo entiendo, También te quiero. . Siempre te he querido, Debí haberme dado cuenta antes de hacerte tanto daño. —Suspiró ronco, sonaba cansado. —Karamatsu, Por favor, Perdóname.
Las lágrimas del azulado se volvieron más intensas, Se restregaba contra el hombro ajeno para ocultar su vergüenza. Sin embargo, la disculpa sonaba. . Genuina , como nunca había escuchado decir.
—Estoy enamorado de tí. —Musitó Oso, Sonriendo solo para si mismo, aprovechando que el menor no podía verlo. El aroma de su ropa le encantaba. . Sus cabellos eran más suaves que los propios.
¡Y para que hablar de esas cejas! Y aún más importante ( Y cosa que jamás pensó que consideraría en la persona que le gustara) era una buena persona; sensible, Amable, respetuoso. . Perfecto.—Osomatsu. . ¿hablas en serio? —Apenas habló.
—Déjame demostrártelo. —
Y fue ahí cuando Oso se balanceó hacia adelante despacio. . Bajando sus manos hacia las mejillas ajenas y finalmente, cuando ambas miradas estuvieron conectadas, propinarle un tierno y sonoro beso.
Sintió un jodido cosquilleo en el estómago.
Le gustó, y sin duda iba a volver a hacerlo las veces que quisiera.